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Los que se creían «más de Cristo/Mesías que los demás»
ОглавлениеPablo dirige su batería de argumentos contra el grupo que se creía «más de Cristo/Mesías que los demás». Pablo parece dibujarlos del siguiente modo:
a) Se creían perfectos, «espirituales» y pensaban que su sabiduría religiosa era superior, la sabiduría de los «fuertes» (2,6);
b) Miraban con un cierto desdén al común del grupo o «carnales». El esquema de transmisión de la sabiduría divina era diferente: Jesús → Espíritu → ellos (seguidores de Jesús espirituales, caps. 12 y 13), mientras que los demás, tenían como patronos a hombres en función de mediadores: Pablo, Pedro o Apolo, todos intermediarios humanos: Jesús → apóstoles → los otros, carnales o inferiores;
c) Su salvación, naturalmente de su parte espiritual, estaba tan asegurada que lo corporal o material no les afectaba: en este ámbito todo les estaba permitido (6,12 + 10,23);
d) Tenían aprecio por los ritos del bautismo y de la eucaristía, pero no como medios que fundamentaban la unión del grupo, sino como canales de salvación a través de los cuales esta quedaba asegurada casi automáticamente. Por ello se consideraban libres de cumplir preceptos morales que afectaran a lo exterior, al cuerpo, a lo no espiritual. Les faltaba aprender de los antiguos israelitas que habían recibido el bautismo y habrían participado de la eucaristía (figuradamente, 10,2.3.6), es decir, del paso del Mar Rojo y del maná, pero que estos hechos no habían impedido que los que entre ellos se comportaron mal desagradaran a Dios y murieran (10,5);
e) Creían poseer los mejores dones espirituales, sobre todo aquellos que eran los más llamativos externamente, como la profecía o el «hablar en lenguas» (12,10);
f) Parecían negar la realidad de la resurrección corporal futura (15,12), probablemente porque creían haber alcanzado ya la salvación que afectaba solo al alma/espíritu, no al cuerpo. La resurrección habría empezado ya en el presente («escatología realizada»; quizás se apoyaban en una ida parecida a la que más tarde escribirá Pablo en Rm 6,13: hay que morir al pecado tras ser bautizado en el nombre del Mesías «como vivos retornados de entre los muertos»).