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Parte segunda o práctica: exhortaciones diversas
ОглавлениеEn principio, la parte práctica de la carta no es una deducción directa y lógica de la doctrina de la «justificación por la fe» aplicada a la vida diaria, sino que son exhortaciones de tipo general que vienen bien a la situación de los creyentes en Jesús de Roma. La norma ética general está en parte fundada en la idea firme de que la comunidad se cohesiona por la humildad —lo que significa la cesión de los propios derechos— y por el amor (12,3-21 junto con 13,8-11); hay que ser sumisos ante el poder civil, cuya autoridad procede de Dios (13,1-7); no hay razón para disputas de grupos dentro de la comunidad: los «fuertes» y los «débiles» (en el modo de comprender la «ley del Mesías» aplicada a casos concretos, como las normas para la ingestión de los alimentos) han de estar unidos, aunque sea a costa de que los primeros cedan parte de sus derechos (14,1 - 15,13).
La base de la repetida exhortación a la unidad se halla probablemente en la actitud de los gentiles conversos de Roma que estimaban ser superiores a los judeocristianos de la misma comunidad romana. La razón del desprecio es oscura, pero está incoada en la carta: los judíos han sido rechazados ya por Dios —pensarían los conversos desde el paganismo—, quien en su lugar admite a los ex paganos conversos en el Reino. Si esta interpretación es correcta y si el problema de fondo fuera este —como parece muy plausible—, se explicaría bien no solo que parte del objetivo paulino en la carta fuera contrarrestar este excesivo orgullo, sino también el largo tratamiento dado en esta epístola a la cuestión de la suerte futura de un Israel por el momento incrédulo (caps. 9-11), y la exhortación al respeto y cariño que, a pesar de todo, deben mostrar a Israel, el olivo verdadero, los ahora creyentes en el Mesías, pero antiguos paganos. Sería, pues, una cuestión de actualidad para la comunidad romana, a la vez que un problema general de todo el judeocristianismo, reflejado en las continuas alusiones en la carta al judaísmo/paganismo y a sus mutuas y convenientes relaciones. Los dos grupos, a pesar de sus opiniones divergentes, deben estar totalmente unidos por una fe básicamente común. El antiguo Israel podría pasar suavemente a ser el nuevo Israel, el de la alianza nueva, con tal de tener fe en Jesús, el Mesías, y aceptar la justificación que Dios graciosamente ofrece por su medio. Esta oferta iguala a todos. (Para la comparación con la doctrina de la Carta a los gálatas, véase aquí).