Читать книгу Los libros del Nuevo Testamento - Antonio Piñero - Страница 126

Según Rm 8,3-4 Dios Padre envía a su hijo al mundo expresamente para morir; en 5,9-11; 11,15 la primera función de la muerte del Mesías es reconciliar el ser humano con Dios; la muerte del Mesías es por los injustos (4,4-5; 5,6-1). Estos deberían morir por sus pecados y condenarse eternamente; pero tanto Dios Padre como el Mesías se apiadan y este último acepta morir por esos impíos (el presupuesto básico en todo el Mediterráneo oriental es que sin sangre no hay expiación). Por ello es necesario sacrificar a una víctima; en casos extremos incluso a un ser humano (3,25). Los textos paulinos en general mezclan muerte del Mesías con sangre, rescate, alianza nueva y reconciliación, de modo que puede pensarse que su idea acerca de la muerte del Mesías fue la de un sacrificio gracias al cual la ira de Dios quedó eliminada: este perdonó los pecados de la humanidad aplacado por el sacrificio. La muerte de Cristo, según Pablo, fue «sustitutoria», «vicaria» para que no fuera condenada a muerte eterna toda la humanidad pecadora. En el mundo grecorromano, de donde está tomada la expresión de «muerte vicaria», las metáforas de expiación y rescate están ligadas a la concepción sacrificial. Pablo forja así entre metáforas sacrificiales un nuevo sentido a la muerte del Mesías que para muchos de sus compatriotas judíos era inexplicable.

Pablo sostiene también que la muerte del Mesías no tuvo solo como misión la expiación y reconciliación, sino también otras relacionadas íntimamente con ellas. Así, la reconciliación supone previamente el rescate o liberación de los gentiles de la maldición de tener que cumplir una parte de la Ley no destinada por Dios para ellos (Gal 3,13). En 1 Cor 6,20 + 7,23 se vuelve a hablar del rescate con la siguiente expresión: «Habéis sido bien comprados por un precio» (gr. timés egorásthete). No dice Pablo cuál o qué es el precio del rescate, pero se supone que es la muerte del Mesías en la cruz, y que sus efectos son perceptibles desde el presente. En Gal 4,4-5 defiende Pablo que el envío del Hijo fue querido por el Padre para que, con la reconciliación, los gentiles recibieran también la filiación divina adoptiva. Finalmente, la muerte del Mesías tiene también como fruto iniciar el cumplimiento de una nueva alianza (1 Cor 11,25 y 2 Cor 3,6), lo que supone maravillosamente el comienzo real de una nueva creación, que está ya presente de modo misterioso en el tiempo intermedio hasta que llegue el Juicio, es decir, el tiempo de «ahora» (v. 9), nueva creación que abarca en su seno a todos, judíos y paganos (2 Cor 5,17 + Gal 6,15).