Читать книгу Los libros del Nuevo Testamento - Antonio Piñero - Страница 127
La «ley de la fe»
ОглавлениеEsta ley ha de entenderse dentro de la teología paulina de justificación por la fe y no por las obras de la que se ha tratado en la Introducción a Gálatas, aquí. En Rm 3,27 y en 14,22-23 Pablo contrapone expresamente la «ley de la fe» a la ley de Moisés. Por ello, hay discusión sobre cómo debe entenderse esta «ley»: unos opinan que se trata de la misma ley de Moisés (eliminada para los gentiles la parte de la ley específica), pero cumplida con el modo de actuar del Mesías: no ya ateniéndose solo a la letra, sino actuando a tenor de su espíritu; otros sostienen que Pablo no piensa en la ley de Moisés, sino en una norma o modo de vida radicalmente nueva, «en el Mesías», es decir, «cristiana», que no puede denominarse ya «ley mosaica». Esta segunda opinión nos parece la menos probable.
A tenor del conjunto del pensamiento de Pablo, la «ley de la fe» no puede ser otra que la ley de Moisés, entendida como las normas del Creador que regulan el ámbito del ser humano en el mundo, del judío en primer lugar, pero de los gentiles también, y todo ese conjunto visto desde la óptica de quien es creyente en el Mesías. Que la «ley de la fe» no se diferencia de la ley de Moisés sino en el modo de vivir la Ley —de modo diferente según se trate de judeocristianos y de gentiles— se deduce de 3,28-31. En 9,30-32 se confirma que se trata de la misma ley de Moisés, pero vivida de modo diverso, «por la fe». Por tanto, la ley de la fe es la Ley sin más —que es buena, justa y santa según Rm 7,12—, pero vivida desde y con las consecuencias de la fe en Dios y en su Mesías en el tiempo final, mesiánico, tanto para los judíos como para los gentiles. La fe no invalida la Ley, sino que la confirma como bien establecida (3,31); el Mesías es el fin/finalidad de la Ley (10,4). La vida de fe en el Mesías, según Pablo, es —aparte de la aceptación del evangelio con confianza plena— la participación en el Mesías, la comunión con él, por medio del Espíritu otorgado al creyente, y la unión del grupo entre sí y con el Mesías, en su cuerpo místico por medio del amor.