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El bautismo

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El bautismo debe entenderse en Pablo dentro del marco general de la misteriosofía helénico-paulina. Como rito es probablemente una herencia de Jesús (Jn 3,22.26), el cual a su vez lo recibió de Juan Bautista, quien probablemente concibió el paso de las abluciones generalizadas a un acto único como muestra de que los pecados habían sido perdonados y de que se estaba dispuesto a ingresar, con el cumplimiento de los requerimientos convenientes, en el reino de Dios que estaba al caer.

El significado del rito en Pablo es dejar constancia de la eliminación del vínculo con el pecado, es decir, del paso de ser esclavo de este a ser propiedad del Mesías, quien se convierte en su señor (1 Cor 12,3). Así, el bautismo es como la recepción del sello del nuevo propietario. Por eso se realiza «en el nombre de» que significa cambio de dueño (1 Cor 1,13-15; 2 Cor 1,21-22). El bautismo hace que el creyente participe de la nueva creación del Mesías que ya ha comenzado, y es ante todo un símbolo de la participación mística del creyente en la peripecia vital del Mesías: sufrimientos, muerte y resurrección. Por tanto, el bautismo sirve también como rito de incorporación al cuerpo místico de Cristo (1 Cor 12,12-13).

Sin embargo, no es concebible dentro de la misteriosofía griega —dado que los gentiles politeístas tenían poca o ninguna conciencia del pecado— que el bautismo sea también un símbolo de la purificación y del perdón de los pecados. Esta noción es un añadido judío. Es posible también que la insistencia cristiana en el bautismo tenga en Pablo, y sobre todo en sus sucesores, algo que ver con la insistencia paulina en la circuncisión espiritual preconizada y defendida por este para los gentiles. Defendemos que la circuncisión espiritual es el acto de fe vinculante en la proclamación del Evangelio (Gal 3,2-5). Pero otros investigadores sostienen que puede ser el bautismo. Este rito sustituiría a la circuncisión carnal de los judíos. Pablo lo interpretó así porque de este modo solucionaba igualmente un problema centenario del judaísmo: formalmente la admisión de mujeres gentiles en el judaísmo, es decir, su transformación en prosélitas, no podía hacerse por el rito de la circuncisión. Si ese rito era sustituido por el bautismo en el nombre de Cristo quedaba el problema resuelto.

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