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EL PROBLEMA DEL CAPÍTULO 16

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Desde el siglo XVIII han surgido fuertes dudas sobre si el capítulo 16 pertenece o no a Romanos. Nadie cuestiona el carácter genuino del capítulo y no hay contra él razones serias para sospechar que es tan espurio como la doxología de 16,25-27. Solo se duda de si este capítulo estuvo originalmente colocado al final de esta carta. Las dudas principales son los siguientes:

• ¿Es posible que Pablo conociera en Roma, donde nunca había estado, a tantas personas? Por otras cartas de Pablo podemos localizar a algunas de ellas (por ejemplo, Áquila y Prisca; Epéneto: vv. 3 y 5) en Asia Menor. ¿Acaso se habían trasladado todos a Roma?

• No hay en apariencia una razón suficiente para el serio y duro aviso contra «las divisiones y escándalos» entre los romanos que aparece de repente en el v. 17.

Por ello algunos estudiosos piensan que el capítulo 16 no fue dictado por Pablo como final de su Carta a los romanos, sino que algún compilador lo tomó de otro sitio y lo puso ahí. Otros, sin embargo, no consideran probativos los argumentos citados, y a favor del actual emplazamiento del capítulo 16 añaden que la inmensa mayoría de los manuscritos presenta este capítulo como parte de la epístola.

Por último, suponiendo que este capítulo no perteneciera a Romanos, habría que enfrentarse a la dificultad de explicar cómo surge este fragmento, pues no tiene entidad de carta por sí mismo: resulta difícil imaginar una carta de Pablo que conste solo de saludos dobles interrumpidos por un duro aviso contra ciertos malvados. Se ha propuesto la ingeniosa solución de que la Carta a los romanos concluía originariamente en 15,33 (quizás con los saludos de 16,21-23). Y como Pablo mismo vio que su escrito era interesante para aclarar su pensamiento, pensó que podía ser útil enviar una copia de su carta a Éfeso, pues allí pueden localizarse algunas de las personas a las que Pablo envía saludos. Esa copia llevaría un añadido: el actual capítulo 16 (menos quizás los vv. 21-23), compuesto especialmente para ese segundo envío. Posteriormente, y desde Éfeso, la mayoría de los copistas transcribieron Romanos junto con los saludos a Éfeso, sencillamente porque preferían la versión más completa. Y así hasta hoy. Sin embargo, no hay medios suficientes para probar esta ingeniosa solución.

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