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FRACASO POLÍTICO Y ÉXITO JURÍDICO
ОглавлениеSi oficialmente queda restablecida, a partir del 4 de septiembre del 476, la unidad imperial entre Oriente y Occidente, oficiosamente las cosas son bien distintas, porque en Occidente mandan ahora toda una serie de caudillos germánicos que se han apresurado a fundar reinos independientes, y que, desde luego, no están en absoluto por la labor de someterse al emperador de Oriente. Esto, naturalmente, no sentó nada bien en Constantinopla donde consideraban a estos bárbaros una panda de advenedizos. Por eso, el primer emperador bizantino que se sintió lo suficientemente poderoso como para someter a estos usurpadores se dispuso ni corto ni perezoso a lanzar su ejército para recuperar los territorios perdidos. Ese emperador se llamaba Justiniano (527-565), y era un buen ejemplo de la sempiterna y espero pronto extinguida frase «Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer», ya que emprendió esta misión, fuertemente influenciado por su esposa Teodora, mujer de fuerte personalidad. Entre otras cosas, Teodora inspiró la reforma de leyes que afectaban al matrimonio, el divorcio y el adulterio, suavizando unas reglas que perjudicaban muchísimo a la mujer y que dieron a las bizantinas una libertad inusitada para la época. Su figura ha sido espléndidamente descrita por Gillian Bradshaw en su evocadora novela Teodora, Emperatriz de Bizancio, que nos introduce de lleno en la fascinante personalidad de esta extraordinaria mujer que pasó de meretriz a emperatriz en una etapa clave de la historia de Bizancio.
Gracias a la influencia de Teodora, Justiniano se tomó muy en serio la reunificación de todos los territorios bajo su mando para conseguir lo que llamaba una «Renovación del Imperio de los romanos» (Renovatio Imperii Romanorum). Para lograrlo, no solo inició una serie de campañas militares dirigidas a reconquistar el antiguo Imperio de Occidente, sino que reafirmó su unidad religiosa, confirmando el carácter oficial y exclusivo que ostentaba el catolicismo, desde que en el año 380 el emperador Teodosio I lo erigiese en religión oficial, quince años antes de dividir el Imperio en dos.
Imágenes 5 y 6. Justiniano y Teodora. Mosaicos de San Vitale. Rávena.
Justiniano fracasó estrepitosamente en su intento de reconquistar el antiguo Imperio de Occidente. Solo consiguió ocupar el norte de África, el Sur de la Península Italiana y una parte insignificante de la Península ibérica, y no por mucho tiempo. Como líder político o militar, pues, fue bastante desastre. Sin embargo, su nombre ha pasado a la posteridad marcado con letras de oro, pero por otro motivo: haber tomado la iniciativa, menos aparatosa, pero mucho más trascendental, de recopilar toda la tradición jurídica romana y ordenarla de forma sistemática en un solo código oficial que debía regir en todos sus dominios.
Esto fue posible porque, a diferencia de lo que había pasado en Occidente, en Oriente, el derecho romano clásico seguía estudiándose en dos escuelas jurídicas creadas respectivamente en Berito (actual Beirut) y en Constantinopla (actual Estambul). Cierto es que los profesores y alumnos de dichas escuelas no eran especialmente originales ni creativos, y que en ningún caso les llegaban a la suela de la sandalia a cualquiera de los grandes jurisconsultos romanos de la época clásica59, sin embargo sin ellos la tradición jurídica romana se habría perdido y nuestros sistemas jurídicos serían bien diferentes.