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UN MONUMENTO LEGAL PARA LA ETERNIDAD: LA COMPILACIÓN JUSTINIANEA

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Justiniano encargó a un profesor de la escuela de Constantinopla llamado Triboniano (500-547), la tarea de recuperar y ordenar todo el derecho romano. Este se puso manos a la obra, y en un par de años había ultimado la recopilación de las leges imperiales en un texto que recibió el nombre de Código (Codex) (529). Esta compilación legislativa se hizo de forma un tanto precipitada y por ello, cinco años después, en el 534, aparece una segunda edición. Además, como en Bizancio los emperadores siguieron legislando, las leyes promulgadas por Justiniano y sus sucesores fueron objeto de recopilaciones posteriores. Por acoger leyes nuevas estas recopilaciones recibieron el nombre de «novelas». Eso sí, nada que ver con las novelas literarias que aparecen a lo largo de este libro.

Algo más tardó Triboniano, concretamente otros cuatro años, en reunir y ordenar la obra de los juristas romanos (iura), que era la parte más original y creativa del sistema. Aunque al final también lo consiguió y en el año 533 se publicó el Digesto, así llamado porque los textos de los grandes juristas no se recogían enteros sino en extractos ordenados por materias. En griego –la lengua oficial del imperio de Justiniano– la obra recibió la denominación de pandectas porque era una «recopilación» de obras diversas. Algo así como el contemporáneo Reader’s Digest norteamericano, pero con textos tomados de los juristas más relevantes de la historia del derecho romano.

Los juristas bizantinos que compilaron el derecho romano por orden de Justiniano también consideraron conveniente añadir al conjunto de leyes del Codex y a la jurisprudencia del Digesto otro texto que ya os es familiar. Una versión actualizada de las Instituciones de Gayo, el libro con el que se iniciaban los jóvenes romanos en el aprendizaje del derecho.

Dos circunstancias fruto del azar, el mantenimiento de la enseñanza de la ciencia jurídica clásica y la política reunificadora de Justiniano, permitieron, pues, que en el siglo VI la mayor parte del derecho romano fuese copiada, ordenada y, a la postre, preservada. La compilación ordenada por Justiniano también se conoce con el nombre latino de Corpus luris Civilis (o Corpus luris Justiniani); denominación, sin embargo, tardía pues procede de finales del siglo XVI, concretamente de 1583, cuando el jurista italiano Dionisio Godofredo publicó una edición conjunta que incluía el Código, las Novelas, el Digesto y las Instituciones. Más de mil años después de la muerte de Justiniano. Todo un símbolo de la inmortalidad de su obra jurídica.

No obstante, aún haría falta un tercer milagro para que ese derecho romano compilado por Justiniano llegara hasta los reinos europeos medievales cientos de años después, ya que los textos recopilados, como si hubiesen sido tocados por la varita de las hadas buenas del clásico cuento la Bella durmiente, quedaron dormidos en un largo sueño de seis siglos, del que insólitamente acabaron despertando para volver a convertirse en los protagonistas de la historia jurídica de Occidente. Una historia alucinante que veremos en el episodio 11.

A propósito, no sé si sabéis que el referido cuento, inmortalizado en 1959 por la factoría Disney con el inmejorable acompañamiento de la música de Tchaikovski, fue escrito en realidad por Charles Perrault (1628-1703), quien además es el autor de otros cuentos inmortales, como el muy morboso de Caperucita Roja y el Lobo, la Cenicienta, Pulgarcito, Piel de Asno o Barbazul, todos ellos carne de cañón para el psicoanálisis como bien demostraron Roald Dahl en sus Cuentos en verso para niños perversos o Bruno Bettelheim en su canónico Psicoanálisis de los cuentos de hadas. En esta época de corrección política y preservación de la inocencia infantil, estos cuentos muestran un mundo despiadado sin ambigüedades. Eso sí, siguen fascinando.... El gusto por los cuentos estaba muy de moda en el reinado de Luis XIV y por ello el arabista Antoine Galland hizo en esa época la primera traducción de Las mil y una noches, que empieza a publicarse en 1704. Este mágico y sensual libro nos permitió conocer la cautivadora figura de Scheherezade quien logró gracias a su inteligencia, su personalidad y su capacidad de contar historias, seducir al sanguinario e implacable Harún-al Rashid, el más conocido soberano del Califato abasida de Bagdad, del siglo VIII...


Imagen 7. Ilustración de las Mil y una noches en un cómic norteamericano de 1943.

No nos extrañemos pues si la pervivencia del derecho romano debe tanto a la imaginación de intelectuales, artistas, y creadores en general, que convirtieron a Roma, y muy especialmente su derecho, en uno de los principales mitos occidentales. Ver para creer...

De hecho, la asombrosa historia del derecho romano no acaba aquí, pues, por si fuera poco, aún se produce un cuarto y último milagro: su recuperación en el último tercio del siglo XIX por un grupo de juristas alemanes, en el contexto de la aparición del fuerte movimiento nacionalista que condujo a la Unificación alemana.

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