Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 112
1, 8-12
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8 Llora tú, como joven vestida de ropas ásperas por el marido de su juventud. 9 Desapareció de la casa de Yahvé la ofrenda y la libación; los sacerdotes ministros de Yahvé están de duelo. 10 El campo está asolado y se enlutó la tierra, porque el trigo fue destruido, el mosto está pasado y se perdió el aceite. 11 Confundíos, labradores; gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo. 12 La vid está seca y pereció la higuera; también el granado, la palmera y el manzano: todos los árboles del campo se secaron. Y así se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.
Toda la nación llora por la devastación. En 1, 8 la palabra se dirige a Judá como congregación de Yahvé. אלי es imperativo del verbo אלה, equivalente al siríaco 'elā', lamentarse. Ese verbo solo aparece aquí.
La lamentación de las jóvenes (hl'îWtb., en singular) por בּעל נעוּריה, es decir, por el amado de su juventud, por el novio que ha muerto (cf. Is 54, 6), es la más honda y amarga. Con referencia a חגרת־שׂק, vestida de saco, cf. Delitzsch sobre Is 3, 24. La ocasión para el hondo lamento es, según Jl 1, 9, la destrucción de las ofrendas de comida y bebida para la casa del Señor, por lo que lloran los servidores de Yahvé. Las ofrendas de comida y bebida debían cesar por necesidad, porque el trigo, el vino nuevo y el aceite habían quedado destruidos por la devastación del campo y del suelo.
hx'²n>mi tr:îk.h', hokhrath minchâh, no quiere decir que haya cesado ya la ofrenda diaria de la mañana y el sacrificio de la tarde (Ex 29, 38-42), porque a eso se refiere de manera principal aunque no exclusiva מנחה ונסך ‒, sino al hecho de que de ahora en adelante no serán posibles las ofrendas, por falta de pan, vino y aceite para ofrecerle a Yahvé. Pues bien, la mayor calamidad posible para Israel era la suspensión del sacrificio diario, porque ello implicaba una suspensión práctica de las relaciones de alianza (y eso era signo de que Dios había rechazado a su pueblo).
Por eso, incluso en el último asedio de Jerusalén por los romanos (67‒70 d. C.), el sacrificio diario no se suspendió hasta que la situación se volvió absolutamente extrema, y aun entonces esa suspensión se debió a la falta de sacrificadores más que a la falta de material para el sacrificio (Josefo, Bell. Jud. vi. 2, 1). La razón para esa ansiedad fue la devastación del campo y de la tierra (Joel 1, 10); y esto se explica aún más por una referencia a la devastación y destrucción de los frutos del campo, es decir, del trigo que crece en el campo, pues la próxima cosecha se perderá totalmente, y no habría vino nuevo ni aceite, pues las viñas y los olivares quedaros destruidos, de modo que no habría racimos para el vino nuevo, ni aceitunas para el aceite.
Los verbos de 1, 11 no son perfectos sino imperativos, como en el verso 5. Wvybiäho, de הביש tiene el mismo significado que bōsh, como en Jer 2, 26; 6, 15, etc., con el sentido de estar avergonzado, quedar pálido de vergüenza, por la destrucción de su esperanza, y se escribe de un modo defectivo, sin ו, para distinguirse de הובישׁ, hifil de יבשׁ, estar seco (Jl 1, 10-12).
La posible ofrenda de los campesinos quedó sin cumplirse por la destrucción de los frutos de trigo y cebaba, que eran las cosechas más importantes. Por su parte, los viñadores tenían que lamentarse por la destrucción del vino y de los árboles frutales escogidos, como las higueras y los granados, e incluso por la devastación de las datileras (rm"åT', tâmâr), que no tenían tronco verdes, ni hojas suaves que pudieran comerse, y que a pesar de todo se secaron; y lo mismo los x:WPªt;, tappūăch, que son los manzanos, y todos los árboles del campo. Todos los árboles, frutales o no, fueron consumidos por las langostas devastadoras (Jerónimo).
En la última frase de Jl 1, 12 se condensan las causas finales y fundamentales de la lamentación: también se fue y se secó la alegría de los hijos de los hombres (~d"(a' ynEïB.-!mi !Afßf' vybiîho-yKi(, hōbbīsh min…). כּי introduce aquí y en otros lugares la razón fundamental, no para lo anterior, sino para lo que sigue. Así se puede responder de un modo afirmativo al mandato de 1, 11: hombres y mujeres han de responder con tristeza al juicio de Dios.