Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 122

2, 10-11

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10 Delante de él temblará la tierra y se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas perderán su resplandor. 11 Y Yahvé dará su orden delante de su ejército, porque muy grande es su campamento y fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Yahvé y muy terrible. ¿Quién podrá soportarlo?

2, 10. Todo el universo tiembla ante este juicio de Dios. La observación de Jerónimo, según la cual la fuerza de las langostas no es tan grande como para que ellas puedan mover los cielos y sacudir la tierra es correcta en un sentido, pero ella no agota el alcance de las palabras. De hecho, a los hombres que sufren la calamidad de las langostas les parece que los cielos se mueven y la tierra tiembla.

Como Hitzig ha dicho correctamente, la tierra solo pudo conmoverse a causa de las langostas cuando ellas se habían ya establecido en la tierra, y los cielos solo pudieron también y ser oscurecido cuando ellas estaban volando, de manera que las palabras podían tomarse en un sentido como exageradas. Pero de eso no se sigue que לפניו no ha de tomarse como referido a las langostas, ni tampoco el מפּניו en Joel 2, 6, sino que ha de entenderse en referencia a Yahvé que viene en la tormenta. De todas formas, en sentido radical, “la tierra tiembla y el aire se agita ante la voz de Yahvé, es decir, ante su trueno, y ante las nubes de tormentas que irrumpen durante el día”

2, 11. En esa línea, aunque AlAq !t:Ün", nâthan qōlō (dará su orden) hay que entenderlo en relación con el trueno, Joel no está describiendo meramente una tormenta sin más, sino aquella que estalla y se extiende cuando el riesgo de las langostas se vuelve intolerable, cuando por fin (con gran alegría de todos los habitantes del lugar) estalla una tormenta que pone fin a la plaga de las langosta (Credner, Hitzig y otros).

לפניו solo puede entenderse en el sentido de Joel 2, 3, en relación con un pueblo grande y fuerte, como es el ejército de las langostas, lo mismo que מפּניו. Cielos y tierra tiemblan ante el ejército de las langostas porque Yahvé viene con ellas a juzgar el mundo (cf. Is 13, 13; Nah 1, 5-6; Jer 10, 10). El sol y la luna se ponen negros, es decir, oscuros; y la estrellas pierden su brillo (con Wpïs.a', de 'âsaph, perder, como en 1 Sam 14, 19), es decir, ellas “no darán su luz” ya más.

Resulta evidente que esas palabras están evocando algo que es infinitamente más grande que el ocultamiento de las luces del cielo por la tormenta, de manera que en el fondo están evocando el juicio de la ira del Señor que está viniendo sobre toda la tierra y sobre el mismo poder de los imperios (Is 13, 10; Ez 32, 7); por eso tiembla la misma fábrica del universo y la naturaleza se viste de sollozos, y lo hace en la línea en que Cristo ha compartido y desplegado esta forma de presentar el juicio final (Mt 24, 29; Mc 13, 24-25). Compárese, por otra parte, la descripción poética de la tormenta en Sal 18, 8, aunque aquí no se desarrolla esta figura (para más observaciones, cf. Comentario a Joel 3, 4).

A la cabeza del ejército que ha de ejecutar su voluntad, el Señor hace que suene su voz de trueno (‘AlAq !t:Ün", nâthan qōl, tronar; cf. Sal 18, 14, etc.). La razón para esto se da en tres sentencias introducidas por . Yahvé lo hace porque su ejército es muy grande; porque su armada poderosa ejecuta su palabra, etc.; y porque el día del juicio es tan fuerte y terrible que nadie puede soportarlo, es decir, nadie puede mantenerse en pie ante la furia de la ira del juez (cf. Jer 10, 10; Mal 3, 1).

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores

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