Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 116
1, 16-20
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16 ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios? 17 El grano se pudrió debajo de los terrones; los graneros fueron asolados y los silos destruidos porque se había secado el trigo. 18 ¡Cómo gemían las bestias! ¡Cuán turbados andaban los hatos de los bueyes, porque no tenían pastos! Y fueron también asolados los rebaños de las ovejas. 19 A ti, Yahvé, clamaré; porque el fuego consumió los pastos del desierto, la llama abrasó los árboles del campo. 20 Las bestias del campo bramarán también a ti, pues se secaron los arroyos de las aguas, y el fuego consumió las praderas del desierto.
Como prueba de que el Día de Yahvé está llegando como una devastación del Todopoderoso, el profeta evoca en 1, 16 el hecho que la comida ha desaparecido de ante sus ojos, y que por tanto ha cesado toda alegría y exultación de la casa de Yahvé. “La comida de los pecadores perece ante sus ojos, porque la cosecha que han esperado se pierde ante sus ojos, y la langosta ha comido todo lo que debía haber recogido el segador” (Jerónimo).
אכל, comida como medio de subsistencia: trigo, vino nuevo y aceite. Según eso, la alegría ha desaparecido de la casa de Yahvé, pues, destruida la cosecha, no se le puede ofrecer a Dios nada en el santuario, ni las primicias, ni las ofrendas de acción de gracias, que se llevaban al santuario y se comían allí con alegría (Dt 12, 6-7.10-11). Y la calamidad resulta tanto más lamentable por el hecho de que, a consecuencia de la terrible sequía, la misma semilla se seca y se pierde en la tierra, de manera que desaparece totalmente la esperanza de una próxima cosecha.
El profeta se refiere a eso en Joel 1, 17, un pasaje que se ha traducido de formas muy diferentes por los LXX, por el texto caldeo y la Vulgata, a causa del ̔απ. λεγ. עבשׁוּ, פּרדות y מגרפות (compare Pococke, ad h. l.). עבשׁ pudrirse o, si el daño se ha causado por sequía y calor, secarse, consumirse. Si se utiliza para granos esa palabra significa perder el poder de germinar. Viene del árabe ‘bs, secarse, marchitarse. En caldeo עפשׁ, pudrirse.
Perudōth son en siríaco los granos de trigo que se siembran, y viene probablemente de pârad, desparramar. Según Ab. Esra, megrâphōth (cf. ~h,êytepoår>g>m,) son terrones de tierra (cf. árabe jurf, gleba terrae, tierra de siembra), de gâraph, limpiar y preparar (Jc 5, 21) una determinada parcela de tierra. Pues bien, si las semillas de trigo pierden su poder de germinar bajo la tierra no podrá esperarse cosecha.
Los almacenes, tArêc'ao), 'ōtsârōth (cf. 2 Cron 32, 27) quedan asolados, y los “silos” (tAr+gUM.m;, mammegurâh con dagesh. dirim., en el sentido de megūrâh en Ag 2, 19), caen en pedazos, porque no se utilizan ni se mantienen en una buena condición. La sequía destruye los pastos para el ganado, de forma que los rebaños de vacas o de oveja se lamentan y sufren con los hombres la gran calamidad.
בּוּך, nifal, estremecerse de miedo. Por su parte, ashēm (cf. Wmv'(a.n<), expiar, sufrir la consecuencias del pecado de los hombres. El hecho de que incluso las creaturas irracionales sufran con y por los hombres, lleva al profeta a pedir la ayuda del Señor, que sostiene al mismo tiempo a hombres y bestias (Sal 36, 7).
Este capítulo termina así en 1, 19-20, con el sufrimiento de los animales que comparten la suerte de los hombres pecadores, consumiéndose así en los campos sin pastos y sin agua. El profeta utiliza los términos “fuego y llama” para indicar el calor abrasador de la sequía, que quema las praderas y que seca incluso los árboles, pues se han agotado las corrientes y pozos de agua. Para Joel 1, 20, cf. Jer 14, 5-6. En Jer 14, 20 el discurso queda retóricamente redondeado por la repetición de ואשׁ אכלה וגו de Jer 14, 19.