Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 82

11, 1-2

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1 Cuando Israel era niño, yo lo amé; y de Egipto llamé a mi hijo. 2 Mientras más los llamaba, más se iban ellos de mi presencia. A los baales ofrecían sacrificios, y a los ídolos quemaban incienso.

Os 11, 1 se apoya en Ex 4, 22-23, donde el Señor manda a Moisés que diga al faraón: “Israel es mi primogénito; deja que mi hijo salga, a fin de que pueda servirme”. Israel era el hijo de Yahvé en virtud de su elección para ser pueblo especial de Yahvé (cf. Ex 4, 22). En esta elección se funda el amor que Dios mostraba por su pueblo, sacándole de Egipto para darle la tierra de Canaán, que había prometido a sus padres como su heredad.

La elección de Israel como hijo de Yahvé, que comenzó con su liberación de la esclavitud de Egipto y se completó con el establecimiento del pacto en el monte Sinaí, forma el primer momento del despliegue de la obra divina de salvación, que vino a completarse en la encarnación del Hijo de Dios, para la salvación de la humanidad de la muerte y la ruina.

El despliegue y guía de Israel como pueblo de Dios se dirige totalmente hacia Cristo, pero no en el sentido de que el Hijo de Dios surgiera por sí mismo desde la historia de Israel sin más, sino en el sentido de que la relación que el Señor del cielo y de la tierra iba a establecer y desplegar con esa tierra vendría a ser una preparación para la unión de Dios con la humanidad, abriendo así el camino para la encarnación del Hijo de Dios, de forma que Israel se preparara de esa forma para ser como un vaso elegido de la divina gracia.

Todos los factores esenciales de la historia de Israel se dirigen hacia eso, de forma que vienen a presentarse como tipo y anuncio profético de la vida de aquel (es decir, de Cristo) en quien iba a realizarse la reconciliación del hombre con Dios y la unión de Dios con la raza humana, unidos así en unidad personal.

En esa línea, la segunda parte de nuestro verso ha sido citada por Mt 2, 15 como una profecía de Dios, no porque las palabras del profeta se refirieran de un modo directo e inmediato a Cristo, sino porque la estancia de Israel en Egipto y el retorno desde aquella tierra a la tierra de Israel tenían para Jesús el mismo significado que habían tenido para el desarrollo del pueblo de Israel. Así como Israel había crecido como una nación en Egipto, donde se hallaba fuera del alcance de las formas de vida cananea, así también estuvo Jesús escondido en Egipto, fuera del alcance de la hostilidad de Herodes.

Pero en Os 11, 2 nos hallamos ante una antítesis: Israel respondió al amor de Dios con su apostasía. Los profetas קראוּ, llamaron a los israelitas (cf. Os 11, 7; 2 Rey 17, 13; Jer 25, 4; Zac 1, 4) para que se convirtieran al Señor y le obedecieran, pero ellos se alejaron de Dios y de su obediencia, no escucharon a los profetas, no se acercaron al Señor (Jer 2, 21).

Este pensamiento ha quedado intensificado por כּן, con כּאשׁר omitida como prótasis (Ewald, 360, a): cuanto más les llamaban los profetas, más se alejaban los israelitas de Dios, no escuchando a los profetas, y sirviendo a los ídolos. בּעלים como en Os 2, 15, y פּסלים como en 2 Rey 17, 41 y Dt 7, 5.25 (cf. Es 20, 4).

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores

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