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La Brigada José Antonio Galán: el camino juvenil de la lucha revolucionaria
ОглавлениеEn 1962, un grupo de aproximadamente sesenta jóvenes colombianos viajaron a Cuba, haciendo uso de las becas ofrecidas por el Gobierno de la isla, con el fin de continuar o cursar estudios universitarios y conocer de cerca la experiencia revolucionaria. En octubre de ese año los Estados Unidos bloquearon militarmente la isla. El Gobierno cubano, dadas las particulares condiciones de guerra en que quedó el país, ofreció a los estudiantes colombianos, prácticamente recién llegados, evacuarlos hacia su país de origen. Después de una reunión a la que asistieron 27 jóvenes, y de discutir sobre lo difícil de la situación, 22 de ellos resolvieron quedarse, colocando como condición única, que se les diera preparación militar para estar en condiciones de defenderse cuando sobrevinieran los ataques.
Esta experiencia marcó a los jóvenes en dos sentidos: primero, el contacto con las armas y la preparación militar habría de colocarlos en una perspectiva revolucionaria diferente, la de la lucha armada y, segundo, el impacto que causó en ellos la decisión de entrega de los cubanos, dispuestos a morir para defender su revolución, contribuiría a la formación de un imaginario de desprendimiento total que se expresaría posteriormente bajo la premisa de “Liberación o muerte” (Castaño, 1984).53
La crisis cubana fue superada luego de que Estados Unidos se comprometió a no invadir la isla, a cambio de que se retiraran de ella los misiles rusos. Surgió entonces la idea de algunos, de los que ya habían tenido preparación militar, de adquirir mayor capacitación de este tipo para sentar las bases de un movimiento insurgente a su regreso a Colombia. Once muchachos del grupo de los 22, insistieron en que los adiestraran en las tácticas y técnicas de la lucha guerrillera, recibiendo durante ocho meses la preparación que pidieron.
Al finalizar el curso, los siete que cumplieron con las exigencias de este comenzaron a planear su regreso al país. Después de intercambiar opiniones, discutir posibilidades, concretar compromisos y acordar un plan de trabajo, se constituyó en Cuba la Brigada Pro-Liberación Nacional José Antonio Galán, con el propósito de impulsar la lucha revolucionaria y organizar, al regreso a Colombia, simultáneamente con la actividad política, los grupos que en la ciudad y en el campo desarrollarían la lucha armada. Víctor Medina Morón, Fabio Vásquez Castaño, Heriberto Espitia, Ricardo Lara Parada, Luis Rovira, Mario Hernández y José Merchán integraron ese primer grupo (Arenas, 1971).
Desde la creación de la brigada, comenzaron a implementarse una serie de rituales y símbolos que con el tiempo se convertirían en base fundamental de la cultura política y guerrillera del ELN. El mito fundacional, la imagen del héroe, la vía salvadora, el ritual de iniciación y juramento, el mito paradisíaco y la concepción mesiánica entre otros, rondarían los imaginarios de la militancia de la Organización en esos primeros años, contribuyendo a crear la mística revolucionaria que un proyecto de esta naturaleza necesitaba para justificarse y cohesionarse.
No fue extraño entonces, que constituida la brigada, los integrantes le otorgaran sacralidad a los códigos y a las normas y juraran, en tierra cubana, como Bolívar en Europa, adelantar la revolución colombiana, cumplir con el reglamento, mantener una disciplina rigurosa, ser fieles a las estrategias táctico-militares, asumiendo como síntesis del compromiso la consigna comunera de “liberación o muerte”, como pacto irreversible54.
En ese ritual de entrega incondicional fue elegido como máximo jefe Fabio Vásquez Castaño55, por sugerencia de Víctor Medina Morón56, quien asumió la segunda responsabilidad al llegar al país.