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Camilo: vida y muerte en las guerrillas del ELN

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Camilo inicia sus preparativos para incorporarse a las filas del ELN, conforme lo había decidido la dirección de la Organización, a partir del 18 de octubre. En una breve nota antes de partir se despide de Isabel (Darling) su madre y compañera de angustia en los trabajos del Frente Unido83.

La permanencia de Camilo en las montañas de Santander antes de perder su vida fue relativamente corta, apenas escasos cuatro meses. Durante ese tiempo, Camilo descubrió un universo distinto y buscó por todos los medios acomodarse a él. Su nuevo nombre de militancia fue “Argemiro”; mientras Camilo se preparaba en la guerrilla y se formaba como combatiente, el Frente Unido se desintegraba. La ausencia de su presencia física fue retirando a los simpatizantes y amigos del FU, y ya antes que ellos las fuerzas políticas y gremiales habían iniciado su desbandada. Jaime Arenas y Julio César Cortés, que habían quedado al frente del semanario y del movimiento, se sentían impotentes para sostener vivo un proyecto, cuya fuerza la constituía la presencia física y el carisma de Camilo. A pesar de haber dejado una carta a los colaboradores más cercanos y estos haberse comprometido a mantener vivo el movimiento, dos meses después de la partida de Camilo, se desplomaba completamente el FU en medio de dificultades económicas y políticas, agravadas con la detención de Jaime Arenas, el 9 de noviembre de 1965. Cuatro números más del semanario, después de que Camilo emprende su marcha, se pusieron en circulación, el último el 9 de diciembre. Camilo estuvo al corriente de todo el proceso gracias a la información que su secretaria y amiga, Guitemie Olivieri le hacía llegar al seno de la guerrilla y acepta, sin resignación en la victoria final, el derrumbe y la desaparición del Frente Unido.

Camilo estuvo tres meses dedicado a prepararse militarmente. Con grandes dificultades, pero dotado de una inmensa voluntad, fue articulándose poco a poco a la vida guerrillera, estableció con los otros guerrilleros relaciones fraternas, cargadas de ese humanismo cristiano que lo caracterizó siempre, y que a fuerza de la vivencia iba convirtiendo en humanismo revolucionario, su mejor aporte al proceso de cambio de la sociedad84. Asumió algunas responsabilidades que tenía que ver con la capacitación de sus compañeros, sobre todo de aquellos que estaban inmersos en un oscuro estado de analfabetismo cultural y político. Recogió las historias de lucha que le contaban ellos y las acumuló como conocimientos adquiridos de experiencias ajenas.

Camilo fue interiorizando la “cultura elena”, los rituales de la guerrilla y en particular los que tenían que ver con las armas y el combate. Se había hecho práctica común y ritual de bautizo, la premisa: “El guerrillero se gana su arma cuando tumba en combate un soldado y se apodera de ella” y “la ilusión de Camilo era recuperar un fusil en combate, bueno, esa era la gran ilusión de los guerrilleros de entonces, era una especie de grado de combatiente” (entrevista a Nicolás Rodríguez, 1993). En cumplimiento de este tipo de premisa, de ritual “religioso”, es que Camilo Torres pierde la vida en Patio Cemento (Santander).

El 7 de enero de 1966, en el primer aniversario de la toma de Simacota, el ELN, distribuyó la proclama a los colombianos, enviada desde las montañas, junto con una fotografía de Camilo en compañía de Fabio Vásquez y Víctor Medina Morón. La prensa nacional se pronunció en titulares de primera página sobre el hecho; el reconocimiento público de la presencia de Camilo en las filas del ELN, y su declaración de comprometerse hasta la muerte, consternó a aquellos que habían estado cerca de su proyecto del Frente Unido. El Partido Comunista publicó en forma fragmentada el documento, retirando de él las partes que tenían que ver con la posición del ELN y Camilo en torno al agotamiento de las vías legales y el abstencionismo beligerante (Arenas a este, 1971, pp. 96-98).

Para acompañar la circulación de la proclama, la dirección del ELN determinó hacer una ofensiva militar durante los meses de enero y febrero. Para esto, se dividió el único frente que existía en ese momento, el “José Antonio Galán”, en dos comisiones: una al mando de José Ayala, que exploraría la región de Los Aljibes con el doble fin de hacer un reconocimiento de la zona, mirar las posibilidades de establecer allí un nuevo frente y buscar contacto con la tropa; la otra, bajo la conducción de Fabio Vásquez se quedó a la espera de poder realizar un asalto a uno de los destacamentos militares que estaban patrullando la región85. En febrero, el ELN decide hacer una emboscada en la zona en que tenía su asentamiento, que estaba siendo patrullada permanentemente por el Ejército en razón de las declaraciones que se venían haciendo sobre la presencia de la guerrilla en el lugar. El combate se produce en un lugar llamado Patio Cemento, en el municipio de San Vicente de Chucurí, el 15 de febrero de 1966; en el pierde la vida Camilo Torres Restrepo86.

Han sido distintos los balances que se han hecho sobre la muerte de Camilo Torres en combate. Básicamente, ellos giran en torno a dos posiciones: la que afirma que la dirección del ELN, a cuya cabeza se encontraba Fabio Vásquez Castaño, tiene la responsabilidad directa del hecho de subvalorar la importancia que Camilo tenía para el proceso de transformación revolucionaria de Colombia, y permitirle sin la suficiente preparación militar entrar en combate; y la segunda es la que considera que la muerte de Camilo obedece a la lógica de sus propias decisiones y su irrenunciable deseo de comprometerse a fondo con el proceso en el que estaba participando.

Con la muerte de Camilo se produce la construcción de un símbolo que le dará estabilidad al proyecto, permanencia y proyección sobre la edificación de sus propias leyendas, rituales y mártires. Las declaraciones de Fabio Vásquez a la revista Sucesos inician desde muy temprano el trabajo de recuperación de la imagen de Camilo como militante guerrillero, sacerdote, líder popular y patrimonio de las luchas revolucionarias, propiedad del ELN87.

Es notable en todas las versiones y valoraciones de la vida y muerte del sacerdote revolucionario la insuficiencia en la lectura histórica de la experiencia política amplia y abierta de Camilo, la cual constituye la mayor parte de su existencia como sacerdote, sociólogo y líder popular. El fundamentalismo con que se contempla la lucha armada opaca otros espacios de reflexión de la riqueza sociológica y política del pensamiento camilista; su concepción sobre la unidad popular, el papel de cada sector social en los procesos de transformación, se fueron hundiendo en las consignas que aun proviniendo de su pensamiento no lo sintetizaban de este 88.

La muerte de Camilo impactó profundamente al clero latinoamericano, y se proyectó a Europa en el núcleo de sacerdotes que encontraban en el Evangelio justificación a su compromiso y práctica social con los sectores obreros y marginados89. Camilo se convirtió en alguna medida en el artífice histórico de las nuevas tendencias teológicas que habrían de concretarse en el Concilio Vaticano II, las reuniones del Celam de Medellín y el surgimiento de la teología de la liberación.

El movimiento latinoamericano de Comunidades Eclesiales de Base estaría inspirado por el ejemplo de compromiso cristiano de Camilo y de otros sacerdotes, monjas y laicos que comenzaron a modificar su práctica religiosa tradicional, a través de un compromiso político y social con los sectores marginados. En los años que siguieron a la muerte de Camilo, algunos sacerdotes, entre ellos varios que pertenecían al movimiento de Golconda se vincularon al ELN como militantes. Son ejemplo de este proceso Aurentino Rueda, Manuel Pérez, Antonio Jiménez Comín, entre otros que fueron incorporándose poco a poco al trabajo del ELN.

Políticamente, la muerte de Camilo también impacta lo que había quedado del Frente Unido, después de la vinculación del exsacerdote a la guerrilla. De los restos del proyecto surgen los Comandos Camilistas cuya actividad se centra en lo fundamental en los espacios universitarios y barriales; a través de ellos se promueve la protesta estudiantil y ciudadana y se canalizan recursos humanos para las filas del ELN.

Camilo, como experiencia histórica, le legó al movimiento latinoamericano y mundial el carácter humano de la lucha revolucionaria y un profundo debate entre marxismo y cristianismo.

El crecimiento del ELN en los primeros meses de actividad, particularmente luego de la toma de Simacota y Papayal, fue generando la necesidad de producir desde el cuerpo inicial, constituido ya como frente guerrillero relativamente “sólido”, el desdoblamiento de un nuevo frente que operaría simultáneamente con el “José Antonio Galán”, en otra región del departamento de Santander. En agosto de 1965, antes de la vinculación de Camilo a la guerrilla, la dirección del ELN determinó la creación de ese nuevo frente en la zona noroeste aledaña al ferrocarril de Wilches. Fueron comisionados para llevar a cabo esta tarea Ricardo Lara Parada, Heriberto Espitia, Luis Rovira y Mario Hernández, todos integrantes de la “Brigada Proliberación”, creada en Cuba. Ricardo Lara fue designado como primer responsable, mientras Heriberto Espitia, de origen campesino y antiguo militante del Partido Comunista, el segundo al mando.

El nuevo frente comienza a estructurarse en medio de una gran precariedad de armamento, recursos económicos y calidad política y militar de sus integrantes. Pese a esto, Lara logra sortear los problemas y coloca en disposición de combate el naciente grupo. El 3 de febrero de 1966, realizan la primera acción, en la población de San Rafael, emboscando un destacamento de la policía; dieron muerte a un agente y recogieron armamento.

En condiciones similares a la anterior, a mediados de diciembre de 1965, una comisión dirigida por José Ayala, se había desprendido del frente madre, para hacer reconocimiento del terreno y mirar la posibilidad de desarrollarse, con el propósito de crear un nuevo frente. El 22 de enero de 1966, José Ayala prepara y lleva a cabo una emboscada en el sitio denominado Los Aljibes, en la que se produce la muerte de dos soldados.

Con la muerte de Camilo en Patio Cemento, el grupo comandado por Ricardo Lara se constituye en el Frente “Camilo Torres Restrepo”; la comisión dirigida por José Ayala se conoce por entonces como “Guerrilla Libertad”. Estos dos grupos se unen en los meses de abril y mayo con el fin de intercambiar experiencias y buscar la ocasión de realizar una acción militar conjunta. Distintas circunstancias impidieron que este propósito se llevara a cabo y obligaron a los dos grupos a separarse de nuevo.

En el mes de mayo de 1966, Fabio es trasladado a Bucaramanga, para que reciba allí asistencia médica a un mal intestinal que lo viene aquejando desde hace tres meses y lo tiene al borde de la postración total. Durante su permanencia en la ciudad, Víctor Medina Morón asume la conducción del frente “José Antonio Galán”, quien le imprime a la Organización una dinámica de desarrollo político y crecimiento cuantitativo, intensificando la labor de politización del campesinado y desarrollando la exploración de nuevas zonas de asentamiento. Al regreso de Fabio, en el mes de octubre, el frente ha aumentado su número de integrantes prácticamente en un ochenta por ciento.

El 27 de julio de 1966, el frente “Camilo Torres Restrepo” planea y lleva acabo una emboscada en el corregimiento de Marta, en el municipio de Girón. La guerrilla procedió a dar muerte al inspector de policía del municipio y a emboscar la patrulla militar que se proponía hacer el levantamiento del cadáver, allí mueren en el enfrentamiento un oficial y cuatro soldados, y pierde la vida el guerrillero Florentino Calderón. La guerrilla recoge el armamento, la munición y da a conocer oficialmente la creación del frente “Camilo Torres Restrepo”.

Un mes después, el 27 de agosto de 1966, este frente recibía su primer revés: en el municipio de Lebrija en el sitio denominado “Cerro de la Paz”, el frente en construcción cae en una emboscada preparada por el ejército. Allí pierden la vida los guerrilleros Luis Laguado, Pastor Abreo, Luis Enrique Sandoval y José Santos Jaime Pereira.

En septiembre de 1966, Ricardo Lara viaja a Bucaramanga a entrevistarse con Fabio, con el fin de intercambiar opiniones, planificar y coordinar algunos trabajos a realizarse posteriormente. Durante su permanencia en la ciudad, Heriberto Espitia intentó asumir la jefatura del frente en forma definitiva, lo que lleva a la dirección a trasladarlo al frente “José Antonio Galán”, para que Lara asuma nuevamente el mando del “Camilo Torres”. Existe durante este tiempo una tendencia de los segundos responsables a desplazar la comandancia, cuando esta se encuentra ausente; esto daría origen, con el tiempo, a conflictos de tipo personal que se agudizarían en una crisis interna aún por sortearse.

De este primer periodo, el golpe más duro recibido por la guerrilla lo constituye el aniquilamiento casi total del grupo de José Ayala. En su esfuerzo por aumentar el número de colaboradores para respaldar el nuevo frente guerrillero, la “Guerrilla Libertad”, había desarrollado un intenso trabajo de exploración y de reconocimiento de áreas de posible expansión y colonización armada. En la segunda semana del mes de octubre de 1966, el grupo de Ayala llegó a un sitio denominado Sangilito, en la jurisdicción del municipio de Simacota, en donde acamparon en la casa de un campesino que había sido contactado meses antes. La intención era permanecer allí mientras se obtenían provisiones y elementos indispensables de logística. Ayala designó para recoger los recursos faltantes al campesino que les ofreció la vivienda; este debía ir al pueblo y regresar en el término de 48 horas, pero el campesino se embriagó y delató la presencia de la guerrilla en la región. Detenido, fue obligado por el ejército a darle la información necesaria para ubicar el grupo y conducirlo hasta el lugar eludiendo la vigilancia. La indisciplina del grupo y la irresponsabilidad táctica del responsable colocó en la línea de fuego del ejército el proyecto del nuevo frente acabando una de las opciones, la de la “Guerrilla Libertad”.

En la madrugada del 16 de octubre, el Ejército da de baja once miembros del ELN, quedando únicamente vivos de todo el grupo de José Ayala que logra eludir el cerco en forma inexplicable y el centinela que había sido superado por el destacamento militar. Mueren en Sangilito, Miguel Pimienta Cotes, Homero Enrique Sobrino, Abelino Amaya, Hernán Calderón, Gabriel Ayala Blanco, Viterbo Lamús Barbosa, Jesús Gordillo, Hernán Patiño Camargo, Antonio Rodríguez y Victoria Ardila, hija del campesino delator y de quien se dice que mantenía relaciones afectivas con José Ayala. Pimienta Cotes y Enrique Sobrino habían sido estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Industrial de Santander respectivamente. Pimienta había ingresado a la guerrilla desde sus orígenes y era el segundo responsable del grupo, los demás eran campesinos de la región reclutados en los primeros meses de marcha. Jesús Gordillo era hermano del primer guerrillero sacrificado en Simacota, Pedro Gordillo. José Ayala se reintegró poco después al frente “José Antonio Galán”, según las declaraciones de Portocarrero, consignadas en los expedientes del consejo de guerra de Bogotá contra el ELN (1969). La dirección de la Organización guerrillera no evaluó el incidente de Sangilito y absolvió de toda responsabilidad a José Ayala.

El “Frente Camilo Torres” regresa a la ofensiva militar el 27 de febrero de 1967, tomándose la población de Vijagual; después de dar de baja cuatro agentes de la Policía y tomar su armamento, Lara dio a conocer a los habitantes de Vijagual, un pueblo predominantemente conservador, los programas y propósitos de ELN. Lara evitó que se cometieran atropellos y abusos con la población civil y ordenó que lo que consumiera la guerrilla fuese cancelado.

Dos semanas después, el 9 de marzo, el “Frente José Antonio Galán”, se convertía en el acontecimiento noticioso del momento, al tomar en el sitio Las Montoyas, jurisdicción de Cimitarra, un tren pagador del ferrocarril del Magdalena. En esa ocasión, la guerrilla detuvo el tren haciendo volar la carrilera, entró en confrontación con los miembros de las Fuerzas Armadas encargadas de protegerlo, dando de baja a un oficial de la Policía, cinco agentes y tres funcionarios públicos.

Durante esta toma, registró la acción de la guerrilla el periodista mexicano Mario Renato Menéndez Rodríguez, quien se desempeñaba en esa época como director de la revista Sucesos. Este periodista había sido contactado por Fabio Vásquez, en el mes de noviembre de 1966, en Ciudad de México, donde le propuso una entrevista en Colombia con los jefes del ELN; Menéndez la consideró conveniente para la revista y acordó con Vásquez Castaño los detalles del viaje para finales de febrero de 1967.

Renato Menéndez y Armando Salgado como fotógrafo permanecieron con la guerrilla del ELN del 27 de febrero al 26 de marzo. Durante ese periodo hicieron las entrevistas a la dirigencia y participaron como “reporteros de guerra”, en la toma del tren pagador (Arenas, 1971).

La intención de utilizar la prensa como medio de divulgación y propaganda del proyecto guerrillero, en ese entonces, le generó al ELN grandes dificultades. La información proporcionada por Menéndez era de tal riqueza, que le creó a la Organización serios inconvenientes de seguridad para sus integrantes, llegando incluso a posibilitar la detención de dirigentes y colaboradores.

El “informe Menéndez” fue dado a conocer en el consejo verbal de guerra efectuado en Bogotá en 1969. El General Álvaro Valencia Tovar, comandante de la V Brigada con sede en Bucaramanga, llamado a comparecer en el consejo verbal de guerra, envió al consejo una comunicación el 20 de febrero de 1969, en la que hace un “amplio reconocimiento del servicio prestado a la institución, por el periodista Renato Menéndez” (Arenas, 1971, pp. 116-117). La apreciación que tiene Nicolás Rodríguez Bautista sobre el caso Menéndez es que fue un montaje de la inteligencia militar para que la entrevista de prensa realizada por este no surtiera el efecto propagandístico esperado en la población (Entrevista a Nicolás Rodríguez Bautista, 1992-3).

Más allá de la veracidad del punto de vista de las partes, lo cierto es que durante esta época se inicia una ofensiva contra la red urbana del ELN, el apoyo rural y las mismas fuerzas insurgentes por parte del ejército, que arroja importantes resultados. La guerrilla es obligada a desplazarse del Opón hacia Aguablanca y luego al Cerro de los Andes, su lugar de origen. Colaboradores y auxiliares de la guerrilla fueron detenidos y descubiertas “caletas” e incautada abundante correspondencia.

El 17 de abril fue detenido, en el aeropuerto de Barrancabermeja, Claudio León Mantilla y el estudiante de la Universidad Industrial de Santander (UIS) Jairo González, segundo responsable de la red urbana de Bucaramanga; con ellos Gloria Afanador y Alirio Romero. Cuatro días después es ejecutado por la Policía Agustín Domínguez, taxista y militante del ELN, en la capital de Santander. Luego se producen las detenciones de Enrique Granados y Pedro Claver Parra, militantes de la Organización. La acción de las fuerzas militares, se extiende a San Vicente, Barrancabermeja y Bogotá, en donde fueron detenidos Medardo Correa, Francisco Muñoz, Hernando García, Sergio Parra y Jairo Vásquez Castaño.

Como resultado de los operativos llevados a cabo por los organismos de inteligencia del Ejército, teniendo en consideración la información proporcionada por los capturados, se origina una cadena de detenciones en las que se produjeron 87 capturas, se incautaron documentos, armas y bienes del ELN. La situación se hizo más difícil para la guerrilla, cuando comienzan las detenciones de integrantes de una comisión que había sido enviada a Cuba, con el fin de que recibiera allí la capacitación necesaria para superar las dificultades de tipo técnico y político que tenía la Organización en ese momento. Fabio había seleccionado un grupo que permaneció cerca de año y medio en Cuba, capacitándose para desarrollar con mayor eficiencia la lucha rural y urbana; por fallos en la conducción del responsable del grupo, filtración de información o infidencias, la mayoría fueron detenidos a su regreso al país, entre ellos Gabriel Sandino y Germán Afanador.

Para julio de 1967, el ELN atravesaba momentos de crisis y debilitamiento, los acontecimientos de los meses precedentes habían prácticamente desarticulado la organización urbana y rural de la zona del Opón y habían dejado incomunicados a los dos frentes que existían hasta ese momento. No obstante, las unidades guerrilleras persistían en el enfrentamiento con el Ejército; el 25 de julio de 1967, en el municipio de Girón, en el lugar denominado Caño Avión, el “Frente Camilo Torres Restrepo” se enfrentaba a las tropas dando de bajo a un sargento segundo del Ejército, pero perdiendo tres guerrilleros entre ellos el segundo responsable del frente Mario Hernández.

La situación para el “Frente Camilo Torres Restrepo” cada vez se hacía más difícil: se encontraban prácticamente desprovistos de recursos económicos y material logístico, se estaban produciendo bajas y deserciones y corrían con los riesgos de la delación en una zona que se tornaba peligrosa por sus condiciones físicas y políticas. Después de un balance general de la situación del frente y de sus posibilidades de supervivencia de este, Ricardo Lara resuelve dividirlo en tres grupos con el fin de sortear los problemas de subsistencia básica y mejorar las condiciones de seguridad.

Contrario a lo esperado, estos grupos comienzan a desintegrarse a través de dos vías. La primera fue el enfrentamiento con las fuerzas regulares, que como el caso de grupo comandado por José Antonio Rico Valero, el cual atacó una patrulla del Ejército, el 18 de enero de 1968, en el sitio “Caño Avión” (donde seis meses antes el frente había perdido tres guerrilleros). Esta vez dieron de baja a tres soldados y recuperaron su armamento, pero, generando una reacción de la Fuerzas Armadas que le tomó ventaja al grupo. Siete días después, las FF. AA. entran en contacto con el grupo en el sitio de Payoa en el municipio de Girón, produciéndose un enfrentamiento en el que mueren Juan Calderón Tarazona (estudiante universitario), Juanito León, Héctor Ayala, Luis Olarte y Luis Esparza Gómez. El ejército prácticamente diezmó este grupo.

La segunda vía de desarticulación fue “el bajo nivel político, la pérdida de su moral revolucionaria, la indisciplina de sus integrantes y los actos de traición del primer responsable” (Arenas 1971). Este segundo grupo estaba a cargo de Pedro Solano y Jaime García Quijano, como segundo al mando. El grupo se autodenominaba y se hacía llamar “Che Guevara”, pero internamente, dada la naturaleza de sus comportamientos, ellos mismos se llamaban “guerrilla pus”. Solano, sobornado por el Ejército, se comprometió a entregar este núcleo; para llevar a cabo su cometido embriagó a los integrantes y en las horas de la noche trajo la tropa; no obstante el lamentable estado del grupo, se produce en el sitio llamado “Caño Iguana” en el río de Oro, un enfrentamiento con el ejército que arroja como resultado, el 30 de marzo de 1968, la muerte de cuatro guerrilleros y la detención de los demás integrantes.

El tercer grupo, comandado por Ricardo Lara, logró entrar en contacto con los sobrevivientes del enfrentamiento de Payoa, entre ellos con Rico Valero, y decidieron trasladarse al Frente “José Antonio Galán”. La destrucción casi total del Frente “Camilo Torres Restrepo” llevó al ELN a aplazar la creación de este proyecto de homenaje al sacerdote guerrillero hasta mediados de la década siguiente, cuando reaparecerá nuevamente el Frente Camilo Torres, en su segunda época.

Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018)

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