Читать книгу Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego - Страница 30
La toma y el manifiesto de Simacota
ОглавлениеAl comenzar la última semana de 1964, un grupo compuesto por 22 hombres, bajo la conducción de Fabio Vásquez y Medina Morón68, inicia la marcha de acercamiento hacia el objetivo militar de su primera acción guerrillera: la población santandereana de Simacota, con aproximadamente cinco mil (5000) habitantes.
Simacota, afirma Bautista, reunía las exigencias para el tipo de acción que se buscaba: quedaba a considerable distancia del cerro de los Andes, asiento inicial de la guerrilla y que constituía hasta ese momento su zona de apoyo más firme e importante, hacia la cual, realizada la acción, se haría de nuevo el repliegue. Poseía, además, una sucursal de la Caja Agraria, en la que se pensaba encontrar recursos económicos que aliviaran la situación; había droguerías y almacenes de víveres y solamente existía allí un puesto de la Policía con cinco agentes, por lo cual sería fácil tomar la población. El batallón más cercano quedaba en El Socorro, ubicado a una hora por carretera; la cortada de los hilos telefónicos y telegráficos debía impedir un rápido aviso a la tropa. A esto se sumaba el conocimiento de la zona por parte de uno de los guerrilleros que les permitía transitar por trochas para llegar al pueblo (Entrevista con Nicolás Rodríguez Bautista, 1992-3).
Después de una fatigante marcha, el grupo guerrillero integrado por 26 hombres y una mujer, Paula González Rojas (Mariela), llegó la noche del 6 de enero a un kilómetro del perímetro urbano de Simacota69. En la mañana del 7 de enero de 1965 la guerrilla entró a Simacota después de haber puesto fuera de combate a los agentes de la Policía dándolos de baja. Una vez eliminada toda posibilidad de resistencia, la guerrilla se hizo dueña de la población, ubicándose estratégicamente y convocando a la población a una reunión en la plaza principal. Un grupo se emboscó en la carretera que conducía hacia el Socorro, en la cual colocó algunas minas previendo la llegada de la tropa. Se cortaron los hilos telefónicos, pero la telefonista alcanzó a dar parcial aviso al batallón de El Socorro.
Unas dos horas estuvo Simacota bajo el control de la guerrilla, al cabo de las cuales arribó una pequeña patrulla militar: al entrar la patrulla se hicieron estallar las minas y se hizo fuego sobre la tropa muriendo dos soldados. Sin embargo, el intercambio de disparos con el Ejército produjo la baja de Pedro Gordillo (Parmenio). Uno de los primeros y más entusiastas militantes del ELN.
La acción de Simacota tuvo como resultados materiales, la baja de tres policías, tres soldados, un suboficial de la Policía, la recuperación de cuatro fusiles 7mm y algunas armas cortas, dos fusiles punto treinta, cerca de sesenta mil pesos tomados de la Caja Agraria y de la sucursal de Bavaria; tuvo dos desertores y días después sufrió la captura de dos guerrilleros, además de la muerte de Parmenio.
La aparición pública del ELN, su primera acción de Simacota, estuvo acompañada de un manifiesto en el que en enunciados breves se buscaba expresar el punto de vista de la Organización acerca de la educación, la propiedad agraria, las condiciones de existencia de los obreros, los pequeños y medianos productores, asumir una posición antiimperialista y dar a conocer el inicio de la lucha revolucionaria. No había otro objetivo, por el momento, que el de derrocar el Gobierno convocando a los protagonistas del conflicto social y llamando al pueblo liberal y conservador, a hacer frente a la oligarquía de ambos partidos.
El manifiesto firmado por Fabio Vásquez Castaño y Víctor Medina Morón, con los seudónimos de Carlos Villareal y Andrés Sierra, definía algunos elementos que en el transcurso de los meses habían de hacerse más evidentes en el discurso de la Organización y se constituirían en la base de su declaración programática:
Primero, buscaba darle a la lucha una perspectiva que superara la tradicional confrontación partidista liberal-conservadora, inscribiéndola en un conflicto de carácter social interclase. Pero, contrario a lo que otros movimientos políticos, que desde la década del treinta venían pregonando el mismo discurso, el que Jorge Eliécer Gaitán había sintetizado en la fórmula país nacional vs país político, este reivindicaba el carácter violento de la confrontación en el anuncio de la constitución misma del Ejército de Liberación Nacional.
Segundo, asumía una actitud claramente antiimperialista y, por lo tanto, se inscribía en el discurso de la liberación nacional, en el que otros movimientos políticos de oposición en Asia, África y Oceanía venían insistiendo. En gran medida son estas dos actitudes las que definen el nombre de la Organización y;
Tercero, si bien se plantea “una patria digna para los colombianos honestos” el manifiesto no iba más allá de buscar, por lo menos en lo enunciado, “derrocar el actual gobierno de engaño y de violencia”, el que identificaba en las personas del régimen Valencia-Ruiz Novoa-Lleras.
La manera como el ELN entiende y analiza la toma de Simacota, y el significado del manifiesto son plasmados en un documento escrito por Jaime Arenas, titulado “Simacota: una línea de acción revolucionaria para el pueblo” y que fue publicado posteriormente como documento oficial de la Organización, con el título de “Significado político-militar del Manifiesto de Simacota”. En él, el ELN, reivindica la toma de esa población santandereana y le da una dimensión político-ideológica en el universo de un tipo de representaciones a través de las cuales va creando su propio imaginario revolucionario, dentro de un contexto social e histórico específico, que no solo busca explicar, sino transformar radicalmente.
El documento tiene varios aspectos de los que se podrán enumerar al menos tres, pues en ellos se encuentran las definiciones esenciales de la concepción políticomilitar del ELN, que en gran medida aún prevalecen:
Primero, declara inaugurada una modalidad de lucha revolucionaria, la lucha guerrillera, concebida como una guerra popular, en la que el pueblo, y en particular la Organización como vanguardia, decide confrontar a quienes “mediante el engaño, la traición y la explotación han sumido en la miseria y el abandono a los pobres de Colombia” (ELN, 7 de enero de 1965, Manifiesto de Simacota).
Segundo, define su objetivo estratégico, a la vez que señala el blanco político de sus acciones: la obtención del poder por las clases populares y la derrota de la oligarquía nacional, de las fuerzas armadas que la sostienen y de los intereses económicos, políticos y militares del imperialismo norteamericano.
Tercero, señala la vía política electoral como equivocada y propia de “los politiqueros profesionales que salen a engañar al pueblo y a pedirle votos para beneficiarse con ellos, mientras a los campesinos y obreros se les extiende la violencia” (ELN, 7 de enero 1965, Manifiesto de Simacota).
Esto significa que sobre el ELN pesa, en particular sobre sus bases, el principio del abstencionismo beligerante en el que se descarta cualquier salida política al problema de la violencia70.
El ELN nace a la vida política del país a través de un discurso radical, que se va afianzando con el tiempo y que se constituye en su elemento más cohesionador, pero a la vez, el que define con mayor agudeza el carácter de sus contradicciones internas; la verticalidad, cierto grado de mesianismo político, y las posturas fundamentalistas y vanguardistas se conjugaron en una práctica revolucionaria que en los primeros años habría de marcar profundamente el acontecer cotidiano de la vida guerrillera. De ahí que la lectura que está haciendo el ELN de la toma y del manifiesto de Simacota, no sea otra cosa que la maduración de un discurso en el que comienza a encontrarse en símbolos, significados y sentidos que definen su cultura política y su práctica revolucionaria en esos primeros años, pero que se constituirá en un presupuesto de saberes y sentires que permanecerán en el tiempo.