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Camilo Torres Restrepo: del Frente Unido al ELN
ОглавлениеUn capítulo importante en la historia del ELN lo constituye la vinculación del sacerdote Camilo Torres Restrepo a la organización guerrillera. Las acciones de Simacota y Papayal habían despertado en Camilo cierta simpatía por esta Organización. El ELN aparecía en la vida política nacional señalando como vía de acceso al poder la lucha armada, en momentos en que él empezaba a definir su posición política y a comprometerse en la construcción de un movimiento de unidad popular, en que tuviesen cabida los militantes de las organizaciones políticas existentes en ese periodo de la historia de Colombia, pero sobre todo, los inconformes con las condiciones sociales y políticas del país que por no militar en ninguna organización él llamaba los “no alineados”, que en la práctica, no eran otra cosa que los sin partido.
Las condiciones en que Camilo fue levantando el movimiento que habría de constituirse en el Frente Unido, estuvieron rodeadas de dificultades permanentes; en el corto plazo de cuatro meses maduró su pensamiento político unitario, se definieron sus puntos de vista y su práctica social transformadora. No obstante, la confrontación permanente con las jerarquías de la Iglesia, la ofensiva de la prensa, la actitud de los intelectuales, de los partidos de izquierda y de sus militantes, fueron tornando prácticamente imposible el ideal camilista de la unidad popular y fueron conduciendo al sacerdote revolucionario, poco a poco, unas veces por voluntad propia, otras por el orden y gravedad de los acontecimientos, a su vinculación definitiva a la guerrilla del ELN.
Desde finales de 1964, Camilo se había propuesto construir una plataforma de unidad, sobre la base de su propio estudio de la realidad colombiana, que le permitiera dar impulso a un movimiento político capaz de imprimirle al país una dinámica distinta y conducir a los sectores populares al ejercicio del poder. Con este propósito central, Camilo se reunió con dirigentes políticos y gremiales progresistas, intelectuales y profesionales inconformes, para proponerles la elaboración de un estudio riguroso sobre los más apremiantes problemas nacionales que sirvieran de soporte científico a la propuesta unitaria.
A pesar de que las comisiones de trabajo se establecieron y se estuvo de acuerdo en la necesidad de este, febrero de 1965 llegó sin que se concretaran los informes. Camilo decide entonces darse a la labor de estructurar un material de trabajo, a manera de plataforma, con el objeto de que se constituyera en el punto de partida de una discusión que arrojara como resultado una reacción general de los comprometidos a través de la cual se fuera depurando un conjunto de ideas capaces de convocar la unidad nacional. Terminado el documento, Camilo lo da a conocer a los dirigentes y activistas políticos con los que mantenía relaciones, despertando efectivamente con su lectura las más disímiles reacciones; desde los que lo consideraban demasiado inconsistente, hasta aquellos que lo veían como una propuesta extremista. El documento fue adquiriendo en medio de la discusión nuevos elementos, pero lejos de constituirse en una declaración más amplia se hizo más beligerante y radical.
El 12 de marzo de 1965, Camilo dio a conocer en la ciudad de Medellín la que se constituyó como la plataforma del Frente Unido, después de asistir a una conferencia a la que había sido invitado por el Comité de Juventudes Conservadoras. El pronunciamiento público de Camilo generó la reacción de sectores de ese partido, en particular del representante de la junta directiva de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) —de la que Camilo hacía parte como maestro y decano—, quien lo acusaba de participar en política. Esta sería la primera de una serie de reacciones que desencadenaría la dinámica que comenzó a generarse cuando la plataforma se fue conociendo a nivel nacional y se vertió sobre ella un importante respaldo de organizaciones sindicales, estudiantiles y comunales.
Pronto la situación de conflicto con la jerarquía de la Iglesia, personificada en el cardenal Luis Concha Córdoba, se agudizó con la posición asumida por las directivas de la ESAP, que consideraban necesario el retiro de Camilo de las cátedras de la institución. Esta situación se hizo aparecer como una decisión interna de la Iglesia en la que prevalecía la voluntad del cardenal para que Camilo presentara renuncia a la ESAP y se dedicara a las funciones propias de su condición de clérigo. Camilo se vio cercado por unas condiciones laborales y económicas que no le ofrecían otra posibilidad que solicitar permiso para viajar a Lovaina como becario de la ESAP a obtener su doctorado en sociología75.
La situación política y la dinámica que articulaba el nuevo movimiento propuesto por Camilo no andaba muy bien. Pese a la acogida que la plataforma estaba tomando entre los sectores de base, los cuadros políticos y movimientos de izquierda (la misma dirección de estos), estaban enfrascados en acaloradas discusiones sobre el contenido ideológico de la plataforma, creando desde antes de su nacimiento las fisuras indispensables para que el nuevo organismo se deshiciera como propósito de unidad popular. Camilo perseveraba en sus propuestas, pero fue adquiriendo conciencia en la práctica de que la unidad del movimiento popular revolucionario requería mucho más que buena voluntad.
Las acciones realizadas por la naciente guerrilla del ELN lo colocaban en la perspectiva de relacionarse con un grupo del que hasta el momento era poco lo que se sabía y cuyas manifestaciones de vida se dejaban sentir muy de vez en cuando. Su curiosidad por el grupo, lejos de ser alimentada con nuevas acciones, se desvanecía en un silencio de meses. El ELN por su parte se mantenía informado del trabajo político y del avance del movimiento propuesto por Camilo, seguía de cerca a través de los militantes y simpatizantes de las redes urbanas los acontecimientos políticos, los debates y las decisiones que se tomaban en torno a Camilo y el Frente Unido. El conocimiento público de la determinación de Camilo de viajar a Lovaina a doctorarse en filosofía, inquietó a los miembros de la organización guerrillera que hacían parte del movimiento estudiantil y bajo cuya vigilancia se encontraba el sacerdote.
Notificada la dirección del ELN del interés de Camilo de ausentarse del país en viaje de estudios, esta dio orden de que fuese abordado por sus militantes y se estableciera con él una relación directa, sin otro propósito que el de canalizar para el ELN el trabajo político que el sacerdote estaba realizando. Mientras Camilo cumplía con los compromisos que había adquirido a nivel nacional, dictando cursos y conferencias, los directivos de la Federación Universitaria Nacional, preparaban para él un homenaje de despedida.
Mayo de 1965 fue un mes agitado para el movimiento de izquierda; la invasión a Santo Domingo por los marines norteamericanos generó una ola de protesta, cuyo principal centro de acción fueron las universidades. La Universidad de Antioquia, duramente reprimida por el gobierno de Guillermo León Valencia, despertó la solidaridad de las demás universidades del país y del movimiento estudiantil agrupado en la FUN. La muerte del estudiante Jorge Useche el 20 de mayo generó una explosión de protestas que llevó al Gobierno nacional a declarar estado de sitio un día antes de que la FUN, que tenía como presidente a Galo Burbano, militante del ELN, realizara el reconocimiento a Camilo.
En medio de una atmósfera de dolor y bajo el peso del estado de sitio, se llevó a cabo el 22 de mayo en los predios de la Universidad Nacional el homenaje a Camilo programado por la FUN. Camilo hizo en su discurso énfasis en la necesidad de la unidad y en las características que estaba asumiendo la lucha revolucionaria en Colombia en ese momento, haciendo un particular énfasis en la necesidad de la unidad revolucionaria por encima de las ideologías y los grupos76.
Ese mismo día Camilo fue abordado por los dirigentes de la FUN, integrantes del ELN, quienes le dieron a conocer el estado de la Organización, sus propuestas y acordaron con él una entrevista con los dirigentes del grupo guerrillero. Camilo asumió entonces su primer nombre de guerra: Alfredo Castro, y se enteró por medio del grupo que el seudónimo del entonces jefe del ELN, Fabio Vásquez Castaño, era Helio.
Camilo aplaza su viaje a Lovaina y continúa su acción proselitista dictando conferencias en universidades y sindicatos. Las relaciones con la Iglesia se deterioran cada vez más y el 18 de junio se produce un pronunciamiento del cardenal Concha en el que señala que es obligación de la Iglesia decirle a los católicos que el padre Camilo Torres se ha apartado conscientemente de las doctrinas y orientaciones de la Iglesia católica, preconiza una acción violenta y que sus actividades son incompatibles con su carácter sacerdotal y con el hábito que viste. Las explicaciones solicitadas sobre la peligrosidad de su plataforma, por el cardenal Concha, fueron contestadas por Camilo Torres Restrepo con los argumentos de las encíclicas papales de Vaticano II y las formulaciones teológicas de los teóricos eclesiásticos. Esto fue tornando la comunicación cada vez más difícil y llevando las decisiones de Camilo a su separación definitiva de la Iglesia y su reducción al estado laico, el cual solicita el 24 de junio, por medio de una pequeña nota dirigida al cardenal (Broderick, 1977). Entre el 25 y el 27 de junio, Camilo recibe respuesta a su solicitud y oficia su última misa en la iglesia colonial de San Diego. A partir de entonces inicia su vida al margen de las funciones sacerdotales.
A través de los medios de comunicación Camilo trata de explicar a la opinión pública las razones de su trascendental determinación. En el discurso, Camilo refleja su espíritu mesiánico; más allá de la institución eclesiástica, está su compromiso con el prójimo y su forma particular de entender el ejercicio de la fe cristiana, la que lo lleva, como a su “maestro”, hasta las últimas consecuencias.
Camilo viaja al Perú invitado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Nacional Agraria La Molina, a dictar conferencias sobre el desarrollo de la comunidad. Allí, entrevistado por la prensa, da a conocer la plataforma del Frente Unido y se contagia del entusiasmo de los sectores estudiantiles y obreros del Perú en los que ha tenido una particular acogida su discurso. Mientras Camilo realiza la gira por el Perú, los miembros del ELN consideran conveniente concretar las relaciones de este con la Organización, para ello establecen los mecanismos y enlaces necesarios que han de posibilitar la reunión de Camilo con el Estado Mayor del ELN.
El 3 de julio, Camilo regresa a Bogotá, y se encuentra con una recepción que lo conduce en caravana desde el aeropuerto hasta las instalaciones de la Universidad Nacional. Allí ratifica su compromiso con la lucha de los colombianos y hace la promesa de no volver a salir del país hasta que la lucha revolucionaria triunfe y el pueblo esté en el poder. Este pronunciamiento trasluce la concepción cortoplacista que Camilo tiene del proceso y que en general respiraba la época, que veía el triunfo de la revolución al término de algunos años. Ese mismo día, la red urbana del ELN le informa a Camilo la intención del Estado Mayor, de entrevistarse con él en una apartada región de Santander, y de la necesidad de que esa misma noche emprenda el viaje. Camilo, en compañía de Galo Burbano viaja a Bucaramanga, donde es recibido por José Martínez Quiroz, guerrillero del ELN, recién graduado de abogado en la Universidad Nacional de Colombia y continúa su viaje hasta San Vicente, entrando en contacto con un enlace campesino que lo conduce a la cita con la dirección del ELN.
Con la intención de economizar tiempo, y en caso de que la cita no se pudiera concretar por alguna razón, Camilo le escribe una carta a Fabio Vásquez en la que le expone sus puntos de vista sobre el momento político y el papel que él, el Frente Unido y el ELN están llamados a jugar para el triunfo de la revolución. En la carta se plantea la coordinación entre el trabajo legal y clandestino, considera que debe permanecer en el trabajo amplio, concientizando a la población y organizando redes de apoyo; concibe necesario la difusión de la plataforma del FU a través de un periódico de amplia circulación. Hace una lectura optimista de la “situación revolucionaria” del momento, asegurando que no puede ser mejor, puesto que los sectores sindicales están listos para apoyar la lucha armada, lo mismo que la clase media, los universitarios y aun grupos de la clase alta. Habla de las posibilidades de una división en el Ejército en la que, según informaciones del capellán de este cuerpo, “de coroneles para abajo todo el mundo está conmigo”. Camilo encuentra en la lectura que hace del momento una etapa prerrevolucionaria en ascenso y se arriesga a sugerir líneas de comportamiento inmediato para ir consolidando el proceso77.
La carta deja traslucir toda la ingenuidad política de Camilo, cargada de un gran fervor y devoción revolucionaria, de una profunda convicción en el triunfo del movimiento y de una fe ciega en la participación decidida del pueblo, las organizaciones políticas y los gremios, situación que estaba muy lejos de la realidad histórica y del desarrollo del proceso de confrontación. Para el 6 de julio, Camilo veía el movimiento revolucionario en un auge preinsurreccional y calculaba que el triunfo se encontraba a pocos meses.
Una pregunta obligada es ¿cómo Camilo siendo sociólogo y habiendo acumulado la experiencia de trabajo político que poseía, podía hacer este tipo de balances? Me atrevo a arriesgar que muy seguramente hacía tales afirmaciones contagiado por el entusiasmo que despertaba su trabajo, el que, con toda seguridad, se apagaba con su partida; pero, además, alimentado por la motivación de quienes lo rodeaban, que veían en él un ser carismático capaz de movilizar, y persuadir con su discurso importantes sectores de masas hacia un proyecto revolucionario que en sus propias manos no se desarrollaba.
Cuando Camilo dio a conocer al Estado Mayor del ELN la carta que había escrito, este vio la necesidad de prolongar su estadía para someter a reflexión cada uno de los puntos expuestos en el documento. Días después, Camilo había aterrizado sus apreciaciones, se aprestaba a abordar la lucha desde una perspectiva distinta y colocaba a disposición de la Organización la consigna de “La lucha es larga, comencemos ya”.
En la reunión, Camilo se comprometió a trabajar en estrecha relación con el ELN, a conseguir cuadros para la lucha armada, a crear conciencia nacional sobre la necesidad de esta, a propender por el acercamiento y la unidad de organizaciones rebeldes y revolucionarias, a incrementar su trabajo legal de proselitismo y educación política de los sectores populares, y a ayudar en la consecución de recursos de logística, empezando por una imprenta en posibilidad de colocarse al servicio del trabajo amplio y clandestino del ELN.
Los dirigentes del ELN consideraron conveniente colocar al lado de Camilo un militante de esta organización, para que lo asesorara políticamente. Designaron en esta tarea a Jaime Arenas y lo hicieron a través de una carta que Camilo le entregó a su llegada a Bucaramanga. En el mismo sentido, Fabio le envía una carta a José Manuel Martínez Quiroz, en ese momento jefe de la red urbana, en la que presenta la inquietud que la dirección del ELN tiene en relación con el trabajo que otras fuerzas políticas realizan con Camilo y la necesidad de vigilar su actividad, manteniendo firme su decisión de trabajo con el ELN (Arenas, 1971).
Camilo regresa del primer encuentro con la guerrilla con una perspectiva renovada y distinta de su compromiso. Su discurso comienza a tornarse más radical: la lucha armada, el abstencionismo y la unidad del movimiento político de izquierda en la perspectiva de crear un Frente Popular, son los ejes en torno a los cuales gira su pensamiento. La incorporación de Camilo al ELN le da a la Organización una perspectiva distinta. En gran medida, Camilo representa la posibilidad de darle al movimiento un carácter nacional, superando el localismo de su origen y haciendo factible canalizar hacia la Organización simpatías de las que gozaba como líder y dirigente político.
Al regresar a Bogotá, Camilo se reúne con Jaime Arenas, Julio César Cortés, Hermías Ruiz y Margarita Olivieri, les da a conocer detalles de su conversación con el Estado Mayor del ELN y les explica el alcance de su compromiso, los acuerdos a los que llegó y el sentido que en adelante ha de tomar su acción política. En esta reunión Julio César Cortés y Hermías Ruiz expresan su deseo de vincularse como militantes al ELN, convirtiéndose en los dos primeros médicos con que ha de contar la organización guerrillera.
En los tres meses que siguieron, la vida de Camilo giró en torno a la preparación y publicación del periódico Frente Unido; a la realización de giras en cumplimiento de invitaciones que se le formulan desde distintas partes del país para que dé a conocer y explique sus planteamientos; y a establecer contactos con los diferentes partidos y agrupaciones políticas de oposición, para desarrollar su propuesta de Frente Popular, en el que tuviesen cabida las organizaciones políticas y esa masa de “no alineados” que fue motivo central de sus preocupaciones.
Para Camilo, el semanario Frente Unido significaba la posibilidad de generar organización y aglutinar en torno a él a sectores sociales que independientemente del origen de sus puntos de vista estuviesen de acuerdo en lo fundamental: la unidad del movimiento popular para hacer la revolución. Esta posición guardaba en su interior serias dificultades para el proceso unitario propuesto por Camilo: las tradicionales prácticas dogmáticas, el oportunismo, las actividades sectarias, el recelo, los prejuicios políticos y las ambiciones de poder, que se hacían presentes allí para generar contradicciones insalvables que tenían que ver con el comportamiento y la arraigada cultura política de los grupos de oposición. No obstante, en medio de las pugnas y las luchas internas, Camilo fue dándole forma al proyecto, nombró un comité editorial responsable de la edición del semanario, encabezado por Israel Arjona, Pedro Acosta y Enrique Valencia. Cargado de contradicciones por la complejidad de la situación interna, el 26 de mayo de 1965 aparece el primer número de Frente Unido.
Definidas las perspectivas inmediatas de la publicación del semanario, y resueltas parcialmente sus dificultades económicas, Camilo reactiva sus giras. Recorre el departamento del Valle y parte de la Costa Atlántica; en Norte de Santander visita Cúcuta, Ocaña y Convención; en Santander va a Bucaramanga, Socorro, San Gil, terminando la gira en Barrancabermeja. Los escenarios de sus visitas son variados; desde las aulas de las universidades y los salones de los sindicatos hasta los clubes de los profesionales y las plazas públicas.
En Santander, Camilo hace llegar a Fabio una carta, en la que aún refleja su clara concepción cortoplacista y el entusiasmo que despierta en él la multitudinaria acogida que tiene su presencia en distintas regiones. En ella pone en conocimiento del ELN las dificultades por las que atraviesan sus relaciones con los “camaradas”, y solicita que se defina la situación de Jaime Arenas que tiene la posibilidad de viajar a Praga a ocupar un cargo en el secretariado de la Unión Internacional de Estudiantes. Camilo solicita que Jaime lo siga acompañando como asesor político y se dedique a la administración del periódico (Torres, 1986).
El 8 de agosto, cuando se apresta a viajar a Medellín, se entera de la decisión del gobernador de Antioquia de no permitir su presencia en la ciudad. Ante la negativa de la empresa Avianca de venderle pasaje, contrata un avión de Cessna para cumplirle a la Asociación Sindical de Antioquia. Su presencia en Medellín generó una situación de orden público motivada por la decisión del gobernador de no permitir una concentración pública en la plaza de Cisneros.
Los incidentes en Antioquia pusieron de presente que una nueva situación de orden público se colocaba al frente de la actividad de Camilo. La declaratoria de estado de sitio, promulgada por la administración Valencia, a raíz de los incidentes de mayo, hacían la labor proselitista más difícil. Pero, en Medellín se había hecho evidente que el clero y el Gobierno no estaban dispuestos a permitir que la acción política de Camilo se desarrollara libremente. Mediante la fuerza y el discurso se comenzó a enfrentar su activa labor de agitación y educación política.
Entre febrero y agosto de 1965, Camilo desarrolla una intensa labor social y política que lo conduce, al agotar los espacios legales, a las filas del ELN. Durante este periodo enfrenta las jerarquías eclesiásticas, renuncia a su condición sacerdotal, impulsa el proceso del Frente Unido y su periódico, lidia con la izquierda dogmática y tradicional, se reúne con los dirigentes del ELN y discute con ellos sus puntos de vista sobre el camino de la revolución colombiana, intensifica sus giras proselitistas en las distintas ciudades del país hasta encontrarse con la persecución y la represión institucional.
A medida que transcurría el mes de agosto, Camilo iba agotando el espacio de las relaciones intergrupales, su discurso sobre la unidad chocaba con sus pronunciamientos políticos cada vez más radicales. La coyuntura electoral contribuía a que se presentaran los roces con aquellos sectores que no habían desechado las elecciones como vía política de confrontación y veían en ella posibilidades de crecimiento del trabajo popular, en particular con el Partido Comunista. El peso que iba tomando el discurso de Camilo comenzaba a presionar a sectores políticos que se habían mantenido cerca de su labor, con el fin de usufructuar para su beneficio la dimensión de su imagen, pero que encontraban ahora que sus posiciones chocaban con sus intereses grupales. El pronunciamiento de Camilo sobre las elecciones, publicado en el primer número del Frente Unido generó actitudes de distinto tipo en todos los sectores, pero afectó más a aquellos que sabían que la posición de Camilo podía restarles resultados electorales en la confrontación que estaba por darse. El Partido Comunista, el Partido Liberal, el Movimiento Revolucionario Liberal y la Alianza Nacional Popular, se inquietaron profundamente y trataron de conseguir que de alguna manera este la modificara. Sus esfuerzos estuvieron atravesados por el fracaso: Camilo marchaba firme en su posición radicalmente abstencionista.
Asumir una posición de esta magnitud, cuando apenas se iniciaba el proceso de convergencia de fuerzas políticas y sociales de las más variadas tendencias, significó para el proyecto del Frente Unido el comienzo del fin. Los síntomas de disolución comenzaron a manifestarse en la distribución del semanario, que pronto se vio en la necesidad de disminuir la cantidad de periódicos puestos en circulación frente al hecho práctico de no contar con suficientes militantes para distribuirlo.
Pero más allá de este síntoma del conflicto político que giraba en torno al semanario y las posiciones de Camilo, lo que estaba abortando era el intento de lograr la unidad entre las diversas agrupaciones políticas y las tendencias ideológicas que representaban. Camilo ganaba adeptos para su causa de unidad popular, llenaba las plazas, los sindicatos y las universidades, pero, su verticalidad revolucionaria en aumento, su rompimiento a fondo con el sistema, el cierre a toda posibilidad de diálogo o acuerdo con las clases dominantes, iba alejando a los dirigentes de las fuerzas que comenzaron a su lado, pero que de pronto sintieron el peso de su discurso chocar con sus concepciones de lucha, sus propuestas coyunturales y sus proyectos a largo plazo.
Camilo se fue quedando con una masa de población que lo seguía, que asistía a sus conferencias y escuchaba sus discursos, los “no alineados” como los llamaba él y un pequeño grupo de asesores y activistas. Entre ellos estaban Julio César Cortés, Jaime Arenas, Hermías Ruiz, Galo Burbano y otros dirigentes estudiantiles, militantes o simpatizantes de la lucha armada y el ELN, pero eran insuficientes para dedicarse a la labor que Camilo consideraba urgente y prioritaria: la organización popular.
La captura de José Durán Nova con correspondencia del ELN en la segunda semana de agosto creó una situación difícil para los militantes de la red urbana. Fabio Vásquez alertó a José Manuel Martínez Quiroz sobre el arresto del correo de la guerrilla y le solicitó tomar las medidas pertinentes al respecto. Martínez Quiroz movilizó el material político y la logística que estaba bajo su responsabilidad, pero el 22 de agosto, fue detenido con otros dos dirigentes del ELN como resultado del trabajo de inteligencia realizado por los organismos de seguridad y la Policía militar en la ciudad de Bogotá. Camilo se enteró de la captura de José Manuel Martínez y sus compañeros por intermedio de Antonio Vásquez Castaño, hermano de Fabio y militante de la red urbana; discutió con este, Jaime Arenas y su secretaria, las condiciones particulares del incidente y las repercusiones de este hecho que tendría para su seguridad y la del grupo. Concluyeron que mientras no sintieran sobre sí la acción de los organismos de policía se mantendrían las rutinas normales, pero que dada la gravedad de la situación se reforzarían los mecanismos de protección y vigilancia.
La correspondencia entre Camilo y Fabio, motivada por esta preocupación, no fue muy abundante. Tres cartas se conocen de Camilo al jefe del ELN y una de este a Camilo, fechada el 7 de agosto de 1965, en la que le recuerda lo definido con él en el sentido de que el trabajo legal no puede desviarse del punto de vista de que es la lucha armada la vía revolucionaria (Carta de Fabio a Camilo, citada por Arenas, 1971, p. 83). Camilo recoge con gran disciplina las orientaciones que a través de la correspondencia van llegando desde la dirección del ELN, informa sobre sus actividades y las dificultades que va teniendo en sus relaciones con otras fuerzas. Días después de recibir la carta de Fabio, en la que además se prevé una situación difícil para el grupo y se deja traslucir la intención que tiene el ELN de contar con la presencia de Camilo en corto plazo, Camilo le escribe una misiva a Fabio en la que afirma estar totalmente de acuerdo con el contenido de su carta, le da un informe del estado de la situación política, de la forma como se desarrolla la cotidianidad del Frente Unido, de las limitaciones y dificultades que existen y de un plan inmediato. La carta permite detectar el entusiasmo y la devoción con que está desarrollando su compromiso; para esa fecha, según se deriva de lo expresado en el documento, ya Hermías Ruiz se encuentra en la guerrilla y solo quedan por partir, según lo previsto, Julio César Cortés y él.
Al finalizar la segunda semana de agosto y en medio de las dificultades de seguridad que existen en la ciudad, la dirección del ELN considera conveniente emprender una ofensiva contra el Ejército que les permita ganar un espacio de respeto militar en la zona de operaciones de San Vicente. Se trata básicamente de poner en práctica y ganar experiencia en el manejo de las tácticas militares de la concepción de guerra de guerrillas en el hostigamiento a las fuerzas regulares, a través del ataque sorpresa y el repliegue inmediato; el objetivo: doblegar la moral de los soldados de las fuerzas militares y ganar confianza en el desarrollo de la guerra.
El 15 de agosto se produce la emboscada Cruz de Mayo y el 17 el ELN vuela por primera vez, cerca de Barrancabermeja, dos oleoductos de propiedad de la Texas Petroleum Company y Cities Service. La reacción del Ejército es inmediata, a través de la Quinta Brigada, con sede en Bucaramanga, las fuerzas militares asumen la responsabilidad de combatir el grupo guerrillero en la región. La unidad militar fue comandada por el entonces coronel Álvaro Valencia Tovar, quien contaba con una importante experiencia en lucha contrainsurgente y acciones cívico-militares. Los operativos forzaron a los integrantes del ELN a trasladar su campamento, a alertar las vías de aprovisionamiento y a modificar sus relaciones con las áreas de influencia en el campo y la ciudad, disminuyendo la ofensiva militar e intensificando el trabajo político.
Camilo mientras tanto veía transcurrir los días en medio de la angustia que le producía la detención de los dirigentes urbanos y la imposibilidad de comunicarse con Fabio, de quien en el momento dependía la decisión de emprender el viaje hacia el monte o continuar con el trabajo legal. Durante estas semanas visitó los Llanos Orientales y se dedicó al trabajo barrial en Bogotá. Asumió la discusión frontal en el interior del semanario sobre el problema electoral y el abstencionismo, pero esta vez dirigida contra los comunistas y los demócratas cristianos.
El cuarto ejemplar del semanario apareció el 15 de septiembre y estuvo dirigido contra la posición electoral de esos grupos, de los que Camilo cuestionaba el que se llamaran revolucionarios y progresistas, y que utilizaran las listas de los partidos tradicionales para poder tener participación en los órganos legislativos; en un titular de última página se afirmaba: “El Frente Unido, no es comunista ni demócrata cristiano”. Prácticamente hasta ahí llegaron las relaciones con la democracia cristiana, quedando seriamente averiadas las relaciones con el Partido Comunista.
La ruptura definitiva con la democracia cristiana y el desvertebramiento de la política de unidad propuesta por Camilo a los demás sectores sociales y políticos organizados, se produce en el Primer Encuentro Nacional Obrero, Estudiantil y Campesino, programado para los días 17 al 19 de septiembre en la ciudad de Medellín, al que había sido invitado por la Confederación Latinoamericana de Sindicatos Cristianos (CLASC). Aun cuando se trataba de un encuentro democrático con pretensiones de unidad, la dinámica del encuentro fue generando contradicciones insalvables, Camilo llegó acompañado por Jaime Arenas, Julio César Cortés, Álvaro Marroquín y Jaime Niño como delegados del Frente Unido. El primero de ellos hizo una intervención en la que fue deslindando campos con los demás sectores en torno a la definición de principios básicos de unidad, que se convertían por sí mismos en la negación de ese objetivo: la condena al imperialismo norteamericano y a su política de agresión con los pueblos en lucha por su liberación, el respaldo a la Revolución cubana, la definición de una posición abstencionista y el impulso a la lucha armada como vía fundamental para llegar al poder, generaron entre los asistentes las más airadas reacciones. Camilo apoyó la intervención de Jaime Arenas, explicó su posición, reafirmó sus puntos de vista y respaldó un proyecto de declaración política que no alimentara el anticomunismo de la democracia cristiana, ni la actitud electoral del Partido Comunista.
La reacción fue inmediata, Heliodoro Agudelo, representante y dirigente de la Asociación Sindical de Antioquia (ASA) de influencia demócrata cristiana, intervino para que en la declaración política se consignara una condena a los “imperialismos chino y soviético” y se eliminaran los párrafos de adhesión a la Revolución cubana; los demócrata-cristianos y los representantes del Partido Comunista intervinieron para condenar la posición abstencionista y la afirmación consignada en el proyecto de declaración de que la lucha armada era la vía principal para llegar al poder en Colombia (Arenas, 1971). El resultado del encuentro fue desastroso para el proceso de unidad propuesto: el PCC se retiró del Frente Unido y comenzó a circular una orientación a los militantes para que se sustrajeran de las actividades programadas por Camilo y el Frente Unido. La democracia cristiana y en particular el Comité Ejecutivo del Partido Socialdemócrata Cristiano, de la regional del departamento de Santander, sacó un pronunciamiento en el que señalaba que el semanario del Frente Unido estaba dirigido por marxistas-leninistas a través de Julio César Cortés y Jaime Arenas.
Con el título de “¿Qué sucedió en el Encuentro Obrero, Estudiantil y Campesino?” el 30 de septiembre de 1965, Camilo hace un balance del encuentro en el que afirma que este comprendía el desarrollo de dos temas generales, uno sobre política gremial y el otro sobre política general. Asegura que el encuentro aprobó por unanimidad las ponencias presentadas sobre problemas obreros, estudiantiles y campesinos, pero que se generó un acalorado debate en dos puntos que se hicieron álgidos dada la posición asumida por los sectores asistentes: el primero, la exigencia de la CLASC de que la denuncia del imperialismo se extendiera al soviético y chino o se suspendiera, y el segundo, generado por el bloque formado por la CLASC y Fedetav (Federación de Trabajadores del Valle), en torno a la ponencia presentada apoyando la abstención beligerante78.
La situación generada por la ruptura del Frente Unido hizo más evidente para Camilo, la necesidad de superar la etapa de proselitismo amplio, para entrar en una fase de organización urgente, de núcleos y comandos, constituidos principalmente por “no alineados”. Esta nueva necesidad estaba atravesada en lo fundamental por dos grandes dificultades: la carencia de dirigentes políticos con carisma y capacidad de organización y las precarias condiciones de seguridad en que quedó con la captura de los jefes de la red urbana de Bogotá, a quienes les decomisaron documentos, en los que no solo se daba plena prueba de la relación de Camilo con el ELN, sino, además, de su intención de unirse a la guerrilla en corto tiempo.
El mes de octubre comenzó con un incidente con la Policía Militar, que le costó a Camilo varias contusiones producidas por los golpes de bolillo. Se había organizado para el día 1.° una manifestación que fue disuelta sin mayores contratiempos por la Fuerza Pública y que puso de presente la disposición del Gobierno para detener el avance del Frente Unido, aún mediante el empleo de la fuerza en choque directo con los manifestantes, ya lo había hecho hacía unas semanas en Girardot, lo había repetido en Medellín y ahora lo implementaba en Bogotá. Camilo comenzó a sentir el peso de la inseguridad producida por los acontecimientos que ocurrían a su alrededor y a tener serios motivos para temer por su vida. La seguridad militar que le proporcionaba el ELN era insuficiente y seguramente ineficaz frente a un bien planeado atentado.
La dirigencia del ELN lo entendió así y da la orden en la primera semana de octubre de 1965 para que Camilo se incorpore a la lucha armada en las montañas de Santander. Antes de su partida Camilo intensifica su trabajo, escribe y hace publicar en la edición de Frente Unido del 7 de octubre, “El mensaje a los campesinos”, en el que se lanza en una ofensiva directa contra los gremios de productores agrícolas, el estado financiero representado en el Banco de la República, la oligarquía liberal-conservadora, la actitud norteamericana de agresión militar manifiesta en el desembarco de los marines en Santo Domingo, las Fuerzas Militares y el Plan Laso, para terminar llamando a la población campesina a unirse, a organizarse y prepararse para la lucha final (Torres, 1986).
Es particularmente significativo en el documento, la referencia que Camilo hace a los casos de Marquetalia79, El Pato80, Guayabero81 y Río Chiquito82 pues ellos representan en el momento la confrontación militar, en el camino de un nuevo conflicto social que supera el enfrentamiento entre liberales y conservadores, para inscribirse en una concepción de modernización de las estructuras agrarias a través de la vía del ejercicio de la violencia institucional. Los casos de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Río Chiquito, eran de profundo conocimiento de Camilo Torres, no solo por la relación directa e indirecta que mantenía con esas zonas, la información que le traía la prensa, sino además, porque estaba enterado, así lo deja entrever el mensaje a los campesinos, del estudio realizado por una comisión de intelectuales franceses, sobre los cercos y las tomas llevadas a cabo por los militares en esas regiones.
También eran de conocimiento de Camilo las campañas de acción cívico-militar que, desde finales de 1962, venía desarrollando el Ejército dentro del marco de las estrategias del Plan Laso y cuyo énfasis principal se hacía en las operaciones psicológicas, de ahí su expresión: “El ejército empieza con la acción cívico-militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo bala. Los campesinos ya saben que los militares llevan en una mano el pan y otra atrás con el puñal” (Torres Restrepo, 1965).
La reflexión de Camilo sobre el movimiento campesino está claramente atravesada por el conocimiento de estos casos. Camilo no ve otra salida en ese momento para los campesinos, que prepararse para articularse desde sus posibilidades al desarrollo de la lucha armada.
El 9 de octubre, Camilo emprende lo que ha de ser su última gira como activista legal del ELN y dirigente del Frente Unido. Visita Honda, La Dorada y Puerto Boyacá, lugar en el que rinde homenaje de respeto y admiración al guerrillero del MOEC, Federico Arango Fonnegra, muerto en condiciones lamentables en 1963. Luego se traslada al Cauca, en donde permanece tres días, habla allí con dirigentes estudiantiles en la universidad y con dirigentes populares de la región. A su regreso a Bogotá se reúne en la noche del 17 de octubre con los delegados al Consejo Nacional de la FUN; en su intervención plantea la necesidad de comprometerse con la lucha revolucionaria hasta las últimas consecuencias y el de prepararse para asumir y desarrollar la lucha armada.