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EL ELN y su influencia en el movimiento de masas

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Desde sus orígenes el ELN buscó a través de diferentes mecanismos articularse al movimiento de masas, con una doble finalidad. Primero, influir en las organizaciones gremiales, en la definición de sus programas y en la orientación de sus luchas, buscando ganar simpatía para el proyecto revolucionario; segundo, extraer de esos movimientos, sus activistas más destacados con el objeto de hacerlos militantes de la Organización.

Una amplia influencia desarrolló el ELN en el movimiento estudiantil de la época, mediante el trabajo realizado por dirigentes de la Organización que estuvieran vinculados a las universidades y fueran activistas e impulsores de la organización gremial del estudiantado. La Federación Universitaria Nacional y la Asociación Universitaria de Estudiantes Santandereanos estuvieron conducidas por jóvenes militantes del ELN, que lograron influenciar las definiciones políticas y las características mismas del movimiento. Así, lograron convertirlo en una fuerza de apoyo social al grupo armado y cooptando en él militantes que posteriormente harían parte importante del desenvolvimiento histórico del ELN, algunas veces por sus aportes a la configuración de su línea política, otras porque se verían enredados en situaciones complejas, en las que, como consecuencia del desarrollo de las contradicciones políticas en el interior de la Organización, o en el desarrollo de los combates con el Ejército, perderían la vida.

La FUN, fundada en octubre de 1963, recibió desde sus inicios influencia del ELN, a través del trabajo realizado por Manuel Vásquez Castaño y José Manuel Martínez Quiroz, entre otros, que estarían muy cerca del proceso de transformación política de Camilo Torres Restrepo, conduciendo su entusiasmo revolucionario hacia las filas del ELN.

La Universidad Nacional de Colombia, en la que jugó un papel importante la FUN, le aportó a la Organización algunos de sus más destacados dirigentes, entre ellos Heliodoro Ochoa, Julio César Cortés (quién fue presidente del Comité Ejecutivo cuando esta se fundó), Juan Calderón, Hermías Ruiz y posteriormente Armando Correa (que llegó a ser presidente de la Federación y murió en 1973) y Rómulo Carvalho (murió en septiembre de 1969), entre muchos otros, que se quedaron en el anonimato. En la misma forma, la Universidad Industrial de Santander, a través de su organización gremial, la Asociación Universitaria de Estudiantes Santandereanos (Audesa) se convirtió en un “semillero de cuadros” que nutrió de militantes durante algunos años a la Organización. Víctor Medina Morón, Jaime Arenas, Juan Calderón, Homero Sobrino, entre otros, son de los aportes hechos por la UIS al ELN; algunos de ellos participaron en la conformación inicial del ELN y llegaron a hacer parte del Estado Mayor, como se le denominaba en esa época a la dirección.

El ELN, a través de su militancia, impulsó y desarrolló la huelga estudiantil de 1965 en la UIS, y promovió la marcha que emprendieron los estudiantes de esa universidad hacia Bogotá contando no solo con el apoyo y la simpatía regional, sino con un sentido respaldo a nivel nacional. Estudiantes de generaciones posteriores también llegarían a las filas del ELN y ofrendarían su existencia en el desarrollo de una lucha que fue motivando ese entusiasmo. Entre ellos se destacarían Jaime Andrade Sossa, quien se desempeñó como secretario de la Audesa en 1969, Miguel Pimienta, Henry Serrano, Enrique Granados, Ludwing Prada y Julio César Portela. De otros centros universitarios del país se fueron desgranando posteriormente militantes que desarrollarían trabajo político y organizativo, en la Universidad del Valle, la Universidad del Cauca, la Universidad de Antioquia y entre las privadas la Universidad Libre principalmente.

Con el sector estudiantil, el ELN no solo trabajó a nivel de la educación superior, sino que tuvo influencia en varios colegios de secundaria de reconocida trayectoria en el desarrollo de conflictos gremiales en Bogotá, Bucaramanga y Medellín. Vale señalar el colegio Santander de Bucaramanga y el Aurelio Tobón de la Universidad Libre de Bogotá, donde se estructuraron grupos que llegaron a hacer parte de los “Núcleos 8 de Octubre” y posteriormente los Comandos Camilistas en una etapa que se caracterizó por un extremo fervor revolucionario hacia la lucha armada.

El movimiento obrero también fue objeto del trabajo político del ELN y le aportó destacados dirigentes a la Organización. Guiados por una concepción que descalificaba a la clase obrera como clase revolucionaria, y condenaba su desempeño gremialista y su lucha predominante económica y reivindicativa (la cual era considerada como reformista), el ELN se aproximó a las organizaciones sindicales de mayor trayectoria en la lucha social y buscó influir en ellas, orientándolas hacia un tipo de sindicalismo independiente, cuyos objetivos se definieran más en términos de la lucha política que gremial.

La Unión Sindical Obrera (USO), la organización gremial de los trabajadores petroleros, fue objeto del trabajo político-organizativo del ELN; de esta organización salieron hacia la guerrilla importantes dirigentes gremiales. Desde su origen, el ELN tomó en consideración, para implantar el proyecto guerrillero, la cercanía de la ciudad petrolera y la larga tradición de lucha de su población. En todas las pugnas desarrolladas por la USO, el ELN estaría presente a través de su militancia en el desarrollo de acciones de sabotaje como acompañamiento militar a estas. Aun cuando no se tuvo, ni ha tenido nunca una influencia marcada en la orientación política del sindicato, pues allí convergen las más distintas posiciones y organizaciones políticas, sí se tuvo una influencia significativa en un importante sector de trabajadores de los que salieron hacia las montañas Carlos Uribe Gaviria y Juan de Dios Aguilera, quien había sido dirigente sindical.

En otros sectores obreros, en especial en la ciudad de Medellín, se iría conformando un núcleo de trabajadores simpatizantes y militantes del ELN, que darían origen a prácticas sindicales independientes y a colectivos de trabajo sindical, que a la vez que desarrollaban la lucha gremial y reivindicativa difundían entre los sectores obreros las ideas del ELN. Manuel y Antonio Vásquez tuvieron durante algún tiempo la relación con los trabajadores de Antioquia y orientaron su trabajo político con las masas y las tareas de apoyo logístico al grupo guerrillero: Luis Carlos Cárdenas Arbeláez, Ramiro Vargas, Mauro Orrego, serían, entre muchos otros, algunos de los que se destacarían en el desarrollo de su condición de militantes del ELN. La influencia irradiaría después hacia otros sectores de trabajadores en distintos lugares del país, interviniendo sus organizaciones gremiales, en particular, las de los empleados públicos, el magisterio y el sector bancario.

Surgida como una organización campesina, el ELN no podía dejar de influenciar formas de organización gremial de los trabajadores del campo, estableciendo con ellos un estrecho acercamiento que lo llevaba a orientar sus luchas y generar sus movimientos de protesta a través de marchas e invasiones de tierra. Con la aparición de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), el ELN entra a establecer relaciones y a trabajar a su interior en la definición de sus propuestas políticas, al igual que lo harían otras organizaciones. No obstante, la ANUC iría definiendo un propio perfil, sin que la presencia de las organizaciones políticas pudiera expresarse en forma hegemónica. Un importante trabajo realizó el ELN, con los campesinos de El Sarare, algunos de los cuales conformarían posteriormente el Frente Domingo Laín, después de un prolongado trabajo de masas y un profundo adoctrinamiento entre los habitantes de la región. En Santander, Antioquia y Bolívar, los sectores campesinos contaban con un persistente trabajo de organización por parte del ELN, principalmente guiados por la concepción de la línea Sincelejo, que constituía el sector independiente de la tutela gubernamental, la llamada línea campesina, frente a la línea Armenia que era en lo esencial de medianos y grandes propietarios de tierra.

Con la muerte de Camilo un importante grupo de cristianos laicos y clérigos, desarrollaron, en el contexto de las transformaciones que venía teniendo la Iglesia y en particular de las orientaciones sociales de las encíclicas papales y de las formulaciones del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), un movimiento de sacerdotes comprometidos con los intereses y las angustias de los desposeídos. El Concilio del Vaticano II y la conferencia de Medellín se constituyeron, sin proponérselo, en el punto de referencia desde el cual surgió un compromiso de la llamada Iglesia de Base, con el desarrollo de las luchas populares. En ese contexto surgió el movimiento de Golconda y el de los Sacerdotes para América Latina (SAL).

La experiencia de Golconda, aun cuando tiene antecedentes que se remontan en el tiempo, fundamentalmente se desarrolla entre los años de 1968 y 1969 como un movimiento sacerdotal que pregona una acción pastoral de compromiso con las realidades sociales y políticas que vive el país. Muchos sacerdotes se acercaron e hicieron parte del movimiento revolucionario de la época, y se constituyeron, incluso, en militantes de las organizaciones armadas. Más que una influencia interior en Golconda, la Organización lo que hizo fue canalizar el entusiasmo que despertó Camilo en clérigos y laicos cristianos hacia un compromiso revolucionario. Movidos por ese entusiasmo, llegaron a Colombia Domingo Laín, Antonio Jiménez Comín y Manuel Pérez Martínez, sacerdotes españoles, que buscaban seguir los pasos de Camilo en el interior del ELN, como efectivamente lo hicieron.

Pese a la influencia que el ELN ha mantenido sobre importantes sectores cristianos, de las llamadas Comunidades Eclesiales de Base, no ha dejado de producirse en su interior un amplio, profundo y en ocasiones difícil debate en las relaciones entre marxismo y cristianismo.

No obstante lo anterior, las limitaciones en la concepción del trabajo revolucionario con la población y los sectores sociales organizados, no le permitieron al ELN, durante esta época, consolidarse como un proyecto político con un importante arraigo popular. La falta de políticas claras en sus relaciones con las organizaciones de masas y su concepción estrategista fueron aislando a la Organización de los proyectos y propuestas de los sectores sociales, y reduciendo su trabajo a extraer rápidamente de ellos, los mejores activistas y dirigentes para clandestinizarlos y convertirlos en militantes y combatientes de la Organización. Esto no significa que durante muchos años la militancia del ELN no haya hecho presencia en las organizaciones gremiales y el movimiento social tratando de influenciarlo y aprender de él, desde luego, con resultados muy precarios.

Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018)

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