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1. ALGUNOS DATOS QUE AVALAN LAS RAZONES

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El 7 de julio se publicó el Informe de empleo de la OCDE3 correspondiente a este año, cuyas conclusiones son sustancialmente semejantes a las recogidas en los informes periódicos que ha ido publicando la OIT desde que se inició la crisis sanitaria, así como en la Memoria de su director general de la OIT en la 109.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo4 (ROJO, 2021). El resumen ejecutivo del informe subraya el impacto de la crisis de la Covid-19, sobre todo en grupos especialmente vulnerables, en términos de pérdida de empleos y reducción del tiempo de trabajo en el sentido de que “las personas con ocupaciones poco remuneradas, a menudo con contratos de duración determinada, con bajo nivel educativo y los jóvenes, se han visto especialmente afectados por los estragos de la crisis; las horas trabajadas por estos grupos han disminuido de forma desproporcionada y el desempleo ha representado gran parte del ajuste, mientras que otros grupos pudieron adaptarse mejor a través de reducciones de la jornada laboral y el teletrabajo”. Pero tampoco podemos obviar el importante freno que ha supuesto en la actividad económica de los países que conforman la OCDE. Estas cuestiones, unidas a la tendencia a la digitalización de la economía, tienen evidentes implicaciones que repercutirán en la fuerza y en el alcance de la recuperación.

En el apartado dedicado a España un dato es especialmente relevante, y es que el gasto en las políticas activas de mercado de trabajo se redujo un 14% en España durante 2020, aunque prevé que se incrementará en un 35% en 2021, “lo que permitirá un ajuste y refuerzo de los programas y políticas de los SPE”5. Destacamos algunos datos de los que aporta el informe y que también nos sirven para justificar la necesidad de actualización de las políticas activas de empleo, referidos tanto al desempleo y la ocupación como a los niveles de formación, cuestiones prioritarias en la inmersión en una economía digitalizada:

– Pérdida en 2020 de 22 millones de puestos de trabajo con respecto a 2019 en los países de la OCDE, de los que aún quedan sin empleo mas de 8 millones que antes de la crisis

– El número de personas que no buscan activamente empleo se sitúa en 14 millones por encima de las cifras pre-crisis y la tasa de empleo se mantendrá por debajo aun durante al menos, un año más.

– Los empleos de baja remuneración disminuyeron el número de horas en un 28%, 18 puntos más que el descenso de los empleos mejor remunerados, lo que evidencia que la cualificación influye en el mantenimiento del empleo. Y la tasa de “nini” se incrementa hasta alcanzar un 12% de la población entre 15 y 29 años, un dato ciertamente preocupante.

Si atendemos a datos numéricos sobre los índices de desempleo, el mismo informe de la OCDE proporciona los siguientes: La tasa de desempleo de la OCDE bajó ligeramente en mayo de 2021, hasta el 6,6% y presenta una curva descendente (6,7% en abril de 2021), no obstante, permanece 1,3 puntos porcentuales por encima del nivel alcanzado antes de la pandemia, en febrero de 2020. El número de trabajadores desempleados en los países de la OCDE alcanzó la cifra de 43,5 millones en mayo de 2021, lo que supone 8,1 millones más que en febrero de 2020. Por su parte, la tasa de desempleo juvenil de la OCDE, un 13,6% en mayo de 2021, seguía 2,2 puntos porcentuales por encima de su nivel. Existen considerables disparidades entre países en lo que respecta a la magnitud de la perturbación económica y a la velocidad de la recuperación: las diferencias entre las tasas de desempleo de mayo de 2021 y febrero de 2020 van desde los más de 4 puntos porcentuales de algunos países (como Colombia y Costa Rica) hasta casi 0 en otros (Australia y Francia)6.

Por su parte, el Informe de la Comisión Europea de 6 de julio sobre el empleo y los desarrollos sociales en Europa7, si bien analiza los datos de manera similar al informe anterior, introduce una componente territorial con las particularidades propias de la situación económica y social de cada Estado miembro. Así recoge que:

– las regiones mediterráneas fueron las más afectadas por la pérdida de puestos de trabajo, lo que también está relacionado con una mayor proporción de personas que trabajan en el turismo.

– Las regiones que demostraron ser más resistentes al choque de COVID-19 tienden a compartir características como una alta productividad regional, un alto nivel de población cualificada, una gran inversión en investigación y desarrollo, instituciones públicas locales de calidad y una sólida infraestructura digital. En general, los mercados de trabajo con buen rendimiento demostraron estar mejor protegidos contra la recesión económica.

– También hay disparidades entre países en el nivel de los salarios, que entre otras cosas contribuyen a las tendencias de movilidad de los profesionales de la salud, lo que se traduce en una creciente escasez de personal en algunos Estados miembros.

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