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3. LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA DISRUPCIÓN DEL EMPLEO

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Inaugurada oficialmente en 1956 por un grupo de informáticos del “Darmouth Summer Project” (MCCARTHY, MINSKY, ROCHESTER, SAHNNON, 1955), la inteligencia artificial (IA) se encuentra actualmente en “su momento”. Estas tecnologías determinan nuestra capacidad de organizar los conocimientos, de dotarlos de sentido y aumentan nuestras facultades en la toma de decisiones y control de los sistemas. Pero, además, la inteligencia artificial se introduce en los entornos de trabajo, esto es, se laboraliza, provocando una forma de estado de emergencia social. Y todo porque frente a las competencias consideradas “propiamente humanas”, las máquinas entran para hacerlas “mucho mejor que los humanos”. Esto plantea numerosas cuestiones, entre otras ¿eso supondrá una supresión masiva del empleo? ¿cuáles serán las competencias clave para evolucionar en este nuevo entorno tecnológico? ¿Cómo se van a comportar las condiciones de trabajo?, en resumen, cómo va a influir la IA en la vida laboral de las personas y por tanto cuál es el papel que desde las instituciones han de jugar las nuevas políticas de empleo.

Son tres las perspectivas que podemos tener en cuenta:

– El trabajo reemplazado o sustituido.

– El trabajo aumentado y dominado.

– El trabajo rehumanizado.

Desde el punto de vista de la primera, la IA lo hará mejor que el humano por tanto se tenderá a la sustitución del hombre por la máquina. La segunda realiza una calificación de las relaciones hombre-máquina. Y la tercera reestablece el trabajo del hombre. En cada una de estas perspectivas es fundamental el papel que adopten las políticas de empleo que, siguiendo a cada una de estas perspectivas deberán intervenir en el mercado de trabajo reconvirtiendo los empleos y recualificando a los trabajadores que han perdido su trabajo en favor de las máquinas, analizando y actualizando las nuevas relaciones laborales y reforzando aquellas profesiones que precisan de las personas para ser desarrolladas y en las que la IA puede convertirse en un apoyo en su evolución a pesar de no ser necesarias, cuestión que también implica un reciclaje formativo.

A la vista de estas perspectivas que ya son de presente, la cuestión principal a abordar en los entornos de trabajo es cómo adaptar las organizaciones, las actividades, los trabajos, las tareas, las competencias para introducir los sistemas de IA en las mejores condiciones. La evolución de los proyectos en el seno de las empresas, las competencias técnicas de los trabajadores, las relaciones de trabajo y empleo son cuestiones que ya vamos tarde para anticipar ante el presente y el futuro del trabajo que se plantea.

No podemos finalizar este apartado sin hacer referencia a la Estrategia Nacional Española de Inteligencia Artificial12 que en su eje estratégico núm. 6, pretende “Establecer un marco ético y normativo que refuerce la protección de los derechos individuales y colectivos, a efectos de garantizar la inclusión y el bienestar social”, especificando que las acciones previstas en este eje “buscan articular y desarrollar servicios en tres ámbitos clave en las que incide la IA: Jurídico, en el que deben protegerse derechos fundamentales que ya son reconocidos, identificarse reformas legales necesarias, así como lagunas jurídicas que requieran regulación adicional; Socio-tecnológico, creando una serie de metodologías, estándares y procesos con los que desarrollar servicios automatizados, y Ético, que es fundamental para asegurar que el uso de la IA acompañe los valores de la sociedad y opere en beneficio de la inclusión y el bienestar”.

Quizá el mejor papel que puedan adoptar las políticas de empleo sea la del establecimiento de un acompañamiento a los cambios. Pero estas cuestiones interesan e inquietan al mismo tiempo, pero no pueden ser ignoradas por el derecho del empleo y la intervención de las políticas de empleo. Ambos ámbitos están condenados a evolucionar para asegurar una integración armoniosa de la digitalización y el ser humano. Y aunque los trabajadores tienen miedo de perder, la redefinición del mundo del trabajo hace que la persona se encuentre en un proceso continuo de descubrimiento de sus propias capacidades y de la evolución de su trabajo.

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