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MARAVILLAS MICROBIÓTICAS

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La ciencia de la conexión tubo digestivo-cerebro suele ser contraria al sentido común y está llena de sorpresas. El lector descubrirá docenas de conexiones tubo digestivo-cerebro completamente inesperadas. Por ejemplo:

 Los bebés necesitan las bacterias del tubo digestivo para desarrollarse adecuadamente. Estudios en los que se cría a ratoncillos en un ambiente libre de gérmenes han demostrado que son más ansiosos y presentan determinados déficits cognitivos. Para desarrollar las conexiones adecuadas, el cerebro necesita microbios intestinales para estar sano y equilibrado, y esto ha de establecerse en fecha temprana. Si se proporcionan demasiado tarde, los microbios no pueden invertir el efecto.

 Nuestro tubo digestivo puede actuar como una fábrica de cerveza y dejarnos borrachos. Durante mucho tiempo, pareció algo increíble. De hecho, se sospechaba que las víctimas bebían alcohol a escondidas. Finalmente, los científicos encontraron levaduras que podían crecer en el intestino delgado y producir suficiente alcohol para dejar piripis a los pacientes. Esta fue una conexión tubo digestivo-cerebro inesperada que se curó con antifúngicos y que puso fin a una resaca continua.

 Hay bacterias que viven dentro de los tejidos de nuestras hortalizas. Lavarlas solo deja limpia la superficie. Por fortuna, en su mayoría, estos microbios parecen benignos o incluso beneficiosos, pero esto solo plantea una pregunta para el movimiento que aboga por la ingesta de los alimentos crudos: ¿cómo afectan estos microbios a nuestra mente?

 Hay microbios increíbles que hacen que los animales hagan cosas que son peligrosas o incluso letales. Un microbio del género Toxoplasma puede hacer que los ratones se sientan excitados por la orina de gato. Es una estrategia vital tremenda para el ratón, que funciona bien para los microbios: con este repugnante truco mental, conseguirán encontrar, de manera inevitable, su camino hasta el interior de un gato. Una vez allí, el toxoplasma puede completar su perverso ciclo biológico.

 Solo el 1 % de nuestros genes son humanos, y son relativamente estables. Sin embargo, nuestros genes microbianos (el otro 99 %) se hallan en un flujo constante. Si se mide en función de nuestros genes, somos un organismo diferente cada mañana.

 ¿Acaso nuestra civilización está construida en realidad para beneficio de los microbios? La gente feliz tiende a ser más social, y cuanto más sociales seamos, más probabilidades tienen nuestros microbios de intercambiarse y propagarse.

¿Cómo es posible que unos simples microbios realicen tan impresionantes hazañas? Puede tener algo que ver con el hecho sorprendente de que estos modestos organismos hablan el mismo lenguaje que nuestras células cerebrales, enormemente evolucionadas.

En nuestros estudios, hemos averiguado que muchas bacterias son capaces de producir algunos de los neurotransmisores más importantes del cerebro humano, como serotonina, dopamina y AGAB.* No pensamos que estos neurotransmisores bacterianos vayan directamente al cerebro humano, pero sí que creemos que dichas bacterias son capaces de producir sustancias que impactan sobre nuestra función cerebral a través del nervio vago, que conecta directamente con el cerebro.

La revolución psicobiótica

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