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TOMEMOS LAS RIENDAS DE NUESTRA MICROBIOTA

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¿Le han dicho alguna vez al lector que «todo está en nuestra mente»? Suele ser la inquietante actitud médica hacia pacientes que tienen condiciones que implican vagamente al tubo digestivo pero que afectan de manera definitiva a la mente. Existe un límite a las pruebas que pueden efectuar los médicos. Si nuestra enfermedad no aparece en aquella serie de pruebas, nos hallamos en el territorio de rascarse la cabeza. Los médicos buenos admitirán que, sencillamente, no lo saben. Si el lector tiene médicos como estos, dé las gracias y no los deje escapar. Pero otros médicos podrían decirle que es algo psicosomático, que todo está en su cabeza. Si no pueden diagnosticarlo, es que nos lo estamos inventando.

De hecho, algún tipo de evaluación de la microbiota sería un buen complemento de cualquier examen médico… y asimismo de cualquier examen psíquico. La realidad que está revelando la investigación psicobiótica es que muchos problemas que creemos que son puramente mentales están en realidad directamente relacionados con disbiosis del tubo digestivo. Lamentablemente, todavía existen muy pocas herramientas para indagar la salud de nuestra microbiota, de modo que puede ser difícil demostrar que está pasando algo real y que no se trata solo de nuestra imaginación. Investigaciones recientes realizadas en la Universidad de California en San Diego han demostrado que un ordenador puede discriminar entre tubos digestivos sanos y disbióticos, de manera que puede ser que pronto nos llegue ayuda.22 Mientras tanto, el lector, simplemente, tal vez tenga que realizar dicha evaluación por sí mismo…, y este libro le ayudará.

Muchas de las peculiaridades personales que creemos que indican «sencillamente cómo somos» pueden ser mensajes vagos procedentes de nuestro tubo digestivo. Afectan a nuestro estado de ánimo, aunque no podamos señalar con el dedo su origen. Darse cuenta de lo que se está cociendo en nuestro tubo digestivo (y de cuánta influencia tiene nuestra microbiota) nos otorga ventaja. Nuestros microbios pueden ser más numerosos que nuestras propias células, pero podemos ser más listos que ellos. Además, esta masa de microbios ha sido nuestra compañera desde que teníamos unos tres años de edad. Sin ser conscientes de ello, hemos deducido cómo alimentar a nuestras bestias particulares y las hemos integrado en nuestra vida. Si estamos sanos, esto opera en favor nuestro.

Sin embargo, si nos sentimos deprimidos, ansiosos o simplemente raros, es muy probable que sea nuestro tubo digestivo el que se esté comportando mal. Y podemos hacer algo al respecto. Es posible cambiar la composición de nuestras bacterias gastrointestinales simplemente alimentando a los tipos buenos y haciendo pasar hambre a los malos. Esto no quiere decir que el viejo régimen no intente reafirmarse, porque lo hará. Patógenos aislados pueden ocultarse en cualquier fisura de nuestro tubo digestivo. Siempre van a gritar, pero podemos elegir ignorar esta petición marrullera de una chocolatina y enseñarle al tubo digestivo quién es el jefe. En los capítulos siguientes, el lector aprenderá cómo volver a tomar las riendas.

La revolución psicobiótica

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