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COMPLICACIONES VÍRICAS

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En el tubo digestivo, los virus son muchísimo más abundantes que las bacterias. Algunos virus, denominados bacteriófagos (o, simplemente, fagos), pueden destruir bacterias. De hecho, la terapia con fagos hace décadas que se ha usado como un tipo de tratamiento antibiótico. También pueden causar que bacterias benignas se conviertan en bellacas. Las toxinas de la difteria, la tosferina, el botulismo, el shiga y el cólera son todas inducidas por virus. A veces, los virus modifican simplemente el comportamiento de las bacterias. Por ejemplo, la E. coli puede ser infectada por un fago, que ayuda a que se pegue a nuestras mejillas y forme placas. Otros virus causan que las bacterias invadan las células que tapizan nuestro tubo digestivo.

A pesar de su enorme influencia, todavía se sabe poco de los virus. Mientras que plantas, animales y bacterias pueden categorizarse claramente en árboles filogenéticos, los virus son más difíciles de descifrar. Parte de la razón tiene que ver con que tienden a la promiscuidad. Pueden captar un gen de una bacteria y después inyectarlo en un microbio sin relación alguna con aquella. A esto se lo llama transducción, o transferencia génica horizontal. Esto hace que estos virus que intercambian ADN sean difíciles de clasificar debido a que muchos de sus genes no son en absoluto sus genes. Esto confiere a los virus una sorprendente cantidad de ventajas en la evolución de la vida.

La transferencia génica no solo tiene lugar en las bacterias, sino en todos los organismos, por lo general mediada por un virus. Si ocurre en un espermatozoide o en un óvulo de un animal, aquel gen será transmitido a la siguiente generación. Si resulta ser útil, podrá convertirse en un cambio permanente, que se transferirá a las generaciones siguientes. En nuestro propio ADN encontraremos cientos de estos genes víricos. Al comparar los genes víricos en otras especies emparentadas, podemos incluso calcular cuándo se hicieron estas adiciones. Por ejemplo, si un gen vírico se encuentra en el ADN de humanos y chimpancés, entonces tuvo que añadirse antes de que las dos especies se separaran, hace al menos cinco millones de años.

Asimismo, los virus pueden actuar como una especie de mecanismo de reserva, aunque no siempre para nuestro beneficio. Cuando nos administramos antibióticos incorrectamente, podemos ser víctimas de resistencia a los antibióticos, fenómeno por el que las bacterias que no son eliminadas directamente se hacen inmunes a estos. Los virus también desempeñan un papel aquí. Pueden transferir genes de resistencia a los antibióticos desde especies completamente diferentes a las bacterias acosadas. Este truco claro significa que las bacterias pueden funcionar ligeras de equipaje la mayor parte del tiempo, con una mínima dotación de genes, y después contar con mensajeros víricos para que las llenen de resistencia antibacteriana en momentos de necesidad.

Debido a esta plasticidad genética, puede ser difícil identificar no solo los virus, sino también lo que significa una especie bacteriana. En la actualidad utilizamos pruebas de ADN como una identificación definitiva de las bacterias, pero ¿qué significa esto si los virus pueden transportar ADN entre células con aparente desenfreno?

La revolución psicobiótica

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