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A las tres semanas de comenzado el plan, J.C. cayó en cama, con un fuerte estado gripal. De igual manera, el plan seguía en marcha a través de Pedrito. Se mandaban mensajes de texto desde sus celulares e iban planeando las mejores estrategias a seguir.

El día viernes por la mañana, Pedrito le había comentado que Andrés le había dicho que al finalizar el horario escolar lo esperaría en los baños de varones, donde le daría instrucciones para una fechoría que se le había ocurrido, y la que llevarían a cabo el próximo día lunes.

—No te olvides de colocar el celular y graba todo lo que te diga y haga— texteó J.C.—

—Acuérdate de lo que hablamos, de cómo esconder el celular y dónde, de manera que no haya sospechas ni nada parecido.—continuó.

—Te deseo la mejor de las suertes.—terminó.

—Apenas sepas de que se trata, envíame un mensaje de texto o llámame, quiero saber si el material grabado nos va a servir.—concluyó J.C.

Pedrito le comentó que no se preocupara, que ya sabía cómo hacer las cosas y le había prometido que le avisaría del resultado.

El despertar de un asesino

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