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Ya habían pasado casi dos horas desde que Pedrito se juntaría con Andrés y todavía no tenía noticias de su amigo. Quiso llamar a su celular, pero sabía que, si todavía estaba grabando, el mismo estaría en estado silencioso. Aunque era muy raro que Andrés le dé explicaciones durante dos horas, tampoco era imposible, por lo que tampoco se preocupó demasiado. Aunque sí lo estaba y se engañaba a sí mismo.

Debido a la gripe, y a la poca fuerza que tenía, J.C. se quedó dormido a los pocos minutos. Durante su estado de letargo, soñó con Pedrito. En el sueño lo veía llorar desconsolado, con un alto nivel de vergüenza mostrado en su carita. Dentro de ese mismo sueño se descubrió también llorando desconsolado, sintiendo una angustia y una pena que no supo explicar.

Se despertó de un sobresalto a altas horas de la noche, casi a las cuatro de la mañana. Cuando se le pasó el shock y pudo serenarse, tomó el celular y revisó los mensajes. En la casilla donde ponía Pedrito había un número solamente. Cero.

El despertar de un asesino

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