Читать книгу Por algo habrá sido - Jorge Pastor Asuaje - Страница 33

La medida de todas las cosas

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Antes de entrar al Nacional, la única escala social que me preocupaba era la que establecía el fútbol. Es más, ni me imaginaba que existiera otra. Para mí el mundo se dividía entre los que jugaban bien al fútbol, los que jugaban mal y los que no jugaban. Esos eran inconcebibles, inexistentes, no podía entender como un hombre podía vivir sin jugar al fútbol. Fuera de esa no había mi otra estratificación posible; en el barrio esa era la medida para todo y entre los compañeros de la primaria los más pobres no eran tan pobres como para no ir vestidos más o menos dignamente y los más ricos no eran tan ricos como para deslumbrarnos. Nunca había sentido que la plata, la ropa o la calidad de la casa hubiesen sido un elemento para establecer afinidades, Ni que alguien pudiese sentirse más importante que otro porque el padre fuese un profesional. De hecho, los míos lo eran y por eso nunca habíamos tenido ninguna ventaja en el barrio, ni nos habíamos considerado más que ninguno. Nosotros seríamos, incluso, de los más pobres, por más que nunca nos hubiera faltado nuestro plato de comida ni una ropa más o menos decorosa, aunque en este último aspecto debo confesar que estábamos más para el menos que para el más. Muchos años después me di cuenta: los tres hermanos nos pasábamos todo el año con la misma remera, el mismo pullover y el mismo pantalón para ir a la escuela. Unos pantalones que ni siquiera eran de varón; mi madre, seguramente por una cuestión de precio, nos había comprado unos vaqueros sin bragueta; para mear había que bajárselos y me daba vergüenza, no era de hombre. Pero por lo demás ni me importaba, si eso no hacía que jugara ni mejor ni peor al fútbol. La realidad con la que me encontré al ingresar al Nacional fue muy distinta.

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