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Ejercicios

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Eran lindas esas clases de Educación Física. Entre el pasto húmedo de la mañana y el frío del invierno la relación entre los compañeros de división se hacía más cálida. Y más cruel al mismo tiempo, porque después venía el momento de la ducha y la prueba de fuego para la masculinidad. Los que la tenían muy chiquita ni se bañaban para que no los cargaran y algunos sorprendían con un miembro desproporcionado para su tamaño, como el caso de Daniel, que a pesar de ser todo flacucho y enclenque tenia una toronja descomunal, realzada por la circuncisión. Era la primera vez que yo veía a alguien con la cabeza del pito rebanada y me daba impresión, yo ni siquiera podía pelarla por la fimosis (el frenillo del pene demasiado corto). No tenía idea de que aquello fuese norma entre los judíos, pero Daniel no había sido circuncidado por ser judío sino, se me ocurre, por tenerla demasiado grande. El profesor se llamaba Oro y como era muy morocho algunos decían por lo bajo que era el “Oro Negro”. Él nos enseñó los primeros fundamentos de atletismo, softball, handball y algún otro deporte.

Por algo habrá sido

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