Читать книгу Mientras haya bares - Juan Tallón - Страница 26
Escupir de lado
ОглавлениеNunca conseguiré escribir la novela que tengo en la cabeza, porque esa novela debería arrancar con la siguiente frase: «Aquí me tienen, cascándomela en la ducha. Para mí, el mejor momento del día. A partir de aquí, todo va a peor». Pero esta frase, lamentablemente, ya la pronuncia Lester Burnham (Kevin Spacey) en American Beauty, lo que me obligaría a buscar un comienzo de consolación. Tal vez un comienzo distinto me conduzca a un desarrollo diferente, y este a un final indeseado, y después de todo, escribiré seguramente el tipo de novela que repudio. En última instancia, casi siempre acabas lejos del lugar al que pretendías llegar. Todos estamos sometidos a frustraciones así. A diario. O los fines de semana. O una vez al mes. Lo que no significa que al final no sea lo mejor que nos pueda suceder. El lugar equivocado representa a veces el lugar más favorable. Deseamos algo, no podemos alcanzarlo, y eso nos empuja a una búsqueda que nos conforta de la desolación.
Woody Allen, en Días de radio, lo contaba a su manera, cuando aseguraba que «de pequeño quise tener un perro, pero mis padres eran pobres y solo pudieron comprarme una hormiga». Es una variante americana del «canto en los dientes». Raramente las cosas suceden como nos gustaría, pero pese a todo conviene dar gracias. No suele haber excepciones. Recuerdo cuando hasta Nabokov —¡Nabokov, el puto Nabokov, señores y señoras!— en sus primeros días en Berlín, tan lleno de sueños, se vio obligado a mantenerse a base de dar lecciones de un inverosímil quinteto de materias, que incluía francés, inglés, tenis, prosodia y boxeo. Quizás por eso, cuando más tarde al fin estuvo en disposición de hacerlo, se pasó la vida acariciando los detalles. La felicidad, que nadie sabe a ciencia cierta qué es —más allá de ir golpeándose con ella a oscuras, como si fuese la arista de un mueble en una habitación sin luz— probablemente sea eso: el detalle acariciado.
La realidad es lo que hay después de descartar la mejor parte. No recuerdo quién decía que lo más importante en la vida es espantar las cucarachas. Esas tenemos. Después de todas las penalidades que saldrán a tu paso, después de toda la mierda que te harán comer, siempre tendrás que escribir un libro completamente distinto al que habías soñado cuando aún no sabías que en la vida hay que apartar —cuando no comer— cucarachas. Afortunadamente, aprendes a renunciar a tus mejores sueños por tu bien, y a disfrutar de las cosas sobre las que un día ni siquiera habrías escupido de lado, porque no merecían ni un espumarajo. Como cuando Oscar Levant, para evitar la felicidad, dio la espalda a la bebida: «Yo no bebo. No me gusta. Me hace sentir bien».