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El «pudding» de las navidades

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La fiesta británica.

En todas las casas de Londres, unas muchachas muy rubias están a estas horas abriendo pasas con un cuchillo y echando fuera las pepitas. De vez en cuando, se comen una de las pasas.

—Este año va a salir bueno el Christmas pudding —dicen.

—A mí me gusta mucho.

—A mí lo que me gusta es la presentación, cuando se apagan las luces y aparece el pudding lleno de llamas. Es exciting. Very exciting.

—Yo me pongo muy nerviosa. El año pasado no pude contenerme y empegó a dar gritos.

Según un magazine, Londres hará estas Navidades diez millones de libras de pudding. Los ingleses son muy aficionados a estos cálculos, en los que ejercitan su ingenio. ¡Diez millones de libras de pudding que serán devoradas a las llamas fantásticas del brandy!

La introducción del pudding en el comedor, que en todas las casas de algún tono es hecha por un criado de librea, tiene algo de opereta de magia y constituye la nota más alegre de la Nochebuena inglesa.

La Nochebuena es, en realidad, la única fiesta de Inglaterra. Yo la llamaría la fiesta nacional de los ingleses. Es una fiesta conservadora y familiar; una fiesta para las personas de orden, que tienen una chimenea bien caliente en una casa muy confortable y unos cuantos hijos muy bien calzados alrededor de una mesa, en la que no falta nada. Es la fiesta del egoísmo inglés. Todo el mundo permanece at home mientras la lluvia enloda las calles. En Soho y Charlotte Street, los barrios de la miseria cosmopolita, algunos bars abren sus puertas mercenarias para consuelo de los náufragos de la gran ciudad. No falta en esos bars quien pida whisky con un acento muy español. La Nochebuena no ha sido nunca bien comprendida de los españoles. Somos demasiado individualistas y nada conservadores. Somos hombres de calle y no de casa. Nos falta este espíritu bíblico y familiar de los ingleses. Yo me siento horrorizado ante las fiestas del Christmas, así como se horrorizan los ingleses en nuestras corridas de toros. Toda esta ternura, todo este sentimentalismo, todo este pudding, todos estos sentimientos y todos estos manjares, tan calientes y tan dulces, me parecen de un egoísmo espantoso.

Julio Camba: Obras 1916-1923

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