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Toque de corneta
ОглавлениеEl cielo para los ingleses.
Hubo un tiempo en que el cielo era así como una colonia española. Ahora parece una colonia inglesa.
—El Continente está podrido —dicen los ingleses—. Sólo Inglaterra, la pura Inglaterra, debe ocupar el cielo.
Y para ocuparlo, han formado el Ejército de Salvación. Actualmente las inglesas hablan del cielo como cosa propia y anuncian que van a acabar en él con una porción de abusos. Para ellas San Pedro, demasiado tolerante, había dejado penetrar en el cielo a gente muy poco seria, que tomaba aquello como un lugar de delicias eternales, donde todo era hacer música y beber ambrosía.
—¿Qué ambrosía ni qué ocho cuartos? —piensan las viejas inglesas—. Ginger beer, soda y alguna que otra limonada. Esto será lo que se beba en el cielo. Además, se acabaron los juegos celestes. Cada bienaventurado se levantará tempranito, se tomará un bañito frío y ¡a trabajar! En cuanto a los ángeles ya les cortaremos las alas. Esto piensan, y con unos o con otros términos, esto dicen las inglesas que capitanean el Ejército de Salvación. Cada vez que yo me las encuentro en la calle no puedo evitar una serie de amargas reflexiones:
—¿Adónde iré a parar con mi alma, Dios mío querido —pienso para mis adentros
—, si también el cielo está lleno de ingleses? ¿No es ya bastante el que los ingleses nos hayan estropeado todos los lugares de placer aquí en la tierra, las playas veraniegas y las residencias de invierno, los hoteles y los casinos, sino que, además, tendremos que sufrirlos en el cielo por toda una eternidad?
¡Y hay que ver de qué modo reclutan las inglesas almas para el cielo! Parece que las mandan a patadas. No es eso de describirle a uno las excelencias del cielo ni de pintarle los terrores del infierno; no es eso de aconsejarle al pecador que se enmiende y que tome el camino de la eterna ventura. No. Le mandan a uno al cielo como podrían mandarle a la Comisaría.
—¡Eh! ¡Usted, alma pecadora! ¿Adónde va usted por ahí? ¿Es que no ha oído usted las cornetas del Ejército de Salvación? ¡Al cielo inmediatamente! ¡Vivo…!
Nada de explicaciones. Un toque de corneta, un redoble de tambor y adelante, con unas caras muy tiesas y un paso muy militar, a buscar otras almas para mandarlas a la morada divina.
La verdad, los ingleses son castos e inocentes; pero como propagandistas me parecen muy malos. Yo no dudo que tengan ciertos méritos a los ojos de Dios, y que Dios los estime; pero no creo que les haya dado la exclusiva del cielo en la tierra. Para mí que se están extralimitando en sus funciones.