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1. Termina la luna de miel… empieza la vida en común

La boda es solo el inicio de una larga carrera que hemos decidido realizar juntos. Al conocernos, aceptarnos e ir madurando viviremos momentos felices, pero también tristes y difíciles que nos llevarán a alcanzar la meta de compartir juntos un proyecto de vida.

Los expertos han definido varias etapas por las que pasan los esposos de acuerdo con la edad, la adaptación y el crecimiento de los hijos.

Transición y adaptación temprana: de la luna de miel hasta los tres primeros años de casados. Ambos se adaptan al nuevo sistema de vida, en el que hay diferencias en la manera de ser, de comportarse, hábitos y costumbres propios.

Puede haber desilusión por expectativas demasiado irreales. Se deben crear y definir límites con las familias de origen, la intimidad, gustos y preferencias. Establecer reglas en cuanto a dinero, tiempo de descanso, tareas del hogar, diversiones y amistades.

Reafirmación como pareja y experiencia de la paternidad: ocurre entre los tres y ocho años de casados. La pareja debe reafirmar su compromiso y hablar de sus diferencias.

La paternidad proporciona grandes satisfacciones, pero también presiones constantes y nuevas. Se puede cometer el error de centrarse demasiado en los hijos y descuidar a la pareja.

Los límites están mejor definidos, ahora hay que ponerlos ante los hijos. Si la intimidad y comunicación han ido por buen camino, es una etapa de grandes satisfacciones.

Diferenciación y realización: se encuentran entre los ocho y veinte años de casados. Es un periodo de estabilización y una oportunidad para lograr un mayor desarrollo y realización personal y como pareja, aunque puede también convertirse en época de conflicto si no han logrado vivir a fondo los dos aspectos anteriores.

Deben trabajar para lograr actividades y metas comunes, evitar la rutina y no involucrar a los hijos en las decisiones y conflictos que son únicamente de los esposos.

Estabilización: ocurre alrededor de los 45 y 55 años de edad y la pareja lleva entre veinte y 35 años de casados. Hay quien la llama la crisis de la edad madura, en la cual se reflexiona sobre las prioridades, se ajusta la escala de valores y se busca una mayor estabilidad de cada uno y como matrimonio.

La partida de los hijos puede, en un momento dado, aumentar o disminuir la intimidad de la pareja.

Enfrentamiento con vejez, soledad y muerte: empiezan las pérdidas de capacidades físicas e intelectuales, la jubilación, la soledad por la partida de los hijos y las muertes graduales de parientes y amigos.

Cada miembro de la pareja necesita mucho del apoyo y cariño del otro. Los conflictos son menos frecuentes y no debe involucrarse excesivamente con las familias de sus hijos y con sus nietos. Hay quien asegura que puede ser la etapa de oro del matrimonio.

Cada etapa del matrimonio tiene sus dificultades y satisfacciones. Lo importante es conocerlas, aceptarlas y vivir cada una de ellas plenamente.


Mujer, ¡apuéstale a la familia!

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