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5. Infidelidad financiera

¿Eres infiel financieramente hablando? Si estás casada o vives con alguien, ¿le mientes a tu pareja sobre lo que realmente te costó tu compra?, ¿tienes alguna tarjeta de crédito o débito, o quizá una cuenta de ahorro, cuya existencia desconoce tu pareja?

Este tipo de conductas son más comunes de lo que imaginamos. Cuando un hombre y una mujer se casan, usualmente resienten perder su autonomía, ya que llevan años satisfaciendo sus propias necesidades y gustos sin tener que dar explicaciones. Sin embargo, una vez casados, la situación es distinta.

A lo largo de nuestra vida de matrimonio hay ciertos eventos financieros o etapas que son un «gatillo» en la relación:

 Comprometerse o vivir juntos: un acuerdo prenupcial, manejo del dinero y aportaciones de cada uno.

 Casarse: gastos de boda, luna de miel y el inicio de una vida en pareja.

 Nacimiento del primer hijo: embarazo, parto y gastos. También el pensar si ella dejará su empleo o regresará a trabajar.

 Perder el empleo: en ambos integrantes, algo que impacta tanto en lo emocional como en lo financiero.

 Jubilación: cuando alguno o los dos debe retirarse.

 Una enfermedad o una situación difícil: ya sea en los cónyuges, hijos o algún familiar cercano.

 Divorcio: además del efecto emocional, tiene un impacto económico.

 Padres ancianos: cuando deben hacerse cargo de ellos.

Para establecer una relación duradera, la pareja debe hablar abierta y francamente de temas financieros. Establecer citas de dinero, en las cuales se hable del ingreso de ambos, de cómo piensan gastarlo y ahorrarlo y, ¿por qué no?, establecer para cada uno una cantidad para gastos en gustos personales.

En su libro Financial Infidelity, Bonnie Eaker Weil relaciona la actitud que tanto el hombre como la mujer tienen hacia el dinero, con la forma de expresar sus afectos y sentimientos:

 El avaro: guarda el dinero solo para él, esperando que su pareja realice los gastos fuertes. Estas personas no son afectuosas y hablan poco.

 El controlador: controla el gasto llevando cuentas exactas de ingresos y egresos. En la parte emocional suelen controlarse tanto que pueden terminar solos.

 El impulsivo despilfarrador: no puede controlar sus gastos ni sus deudas, tampoco tiene control de sus impulsos emocionales; es irresponsable y cambia de humor bruscamente.

 El que esconde y espía: no se sabe si tiene dinero, esconde las cuentas y lo que compra. Emocionalmente son personas reprimidas y pasivo-agresivas.

 El que se sabotea: tiene deudas fuertes, pierde el trabajo o lleva a la ruina su negocio. Provoca crisis en las relaciones y le cuesta trabajo tener intimidad.

 La persona abierta y segura: no le da miedo hablar de dinero.

Lo importante de la infidelidad financiera no es el costo del dinero, sino las razones de fondo por las cuales en la pareja uno desconfía del otro.


Mujer, ¡apuéstale a la familia!

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