Читать книгу Mujer, ¡apuéstale a la familia! - Lucía Legorreta - Страница 25

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3. Los golpes emocionales también dañan

El abuso emocional implica humillaciones, devaluaciones, tristeza, genera miedo a ser uno mismo, depresión e incapacidad de decidir.

Te preguntarás, ¿qué es normal y qué no lo es?

Es normal que durante los primeros meses o años, las parejas peleen por los acomodos que cada uno debe hacer en su propia vida para darle un lugar a la nueva relación.

Es muy probable que los pleitos sean por celos. Otras veces, pelean por la vida social y cómo conjugar ahora la convivencia con los amigos previos de ambos. La familia de cada uno puede ocasionar algunas interferencias que terminen afectando el funcionamiento de la relación.

Al avanzar, los conflictos que enfrentará la pareja se refieren específicamente a la forma de ser de cada uno. Los matrimonios pueden discutir por celos, acomodos o ajustes con su vida social o familiar, o simplemente por su forma de ser.

Lo que no es normal es que la relación se torne violenta y se presenten agresiones verbales y/o físicas.

No debemos confundir peleas con abuso emocional. Cuando las parejas no saben cómo resolver sus diferencias, pueden tomar un camino muy desafortunado: el abuso emocional.

Con este, alguno de los dos toma el papel de victimario y trata de ejercer control en la víctima haciéndola sentir inferior, generando sentimientos de culpa, inseguridad y miedo.

El victimario realiza acciones o dice cosas que humillan y provocan sentimientos de devaluación en la víctima, todo con la finalidad de salirse con la suya.

¿Cómo identificar el abuso emocional en tu pareja?

 Si te insulta cuando están enojados.

 Si no puedes expresar lo que piensas o sientes por temor a que se enoje.

 Sientes miedo de su reacción cuando se enoja contigo.

 Después de un pleito, terminas siendo culpable de todo.

Estos son indicadores de abuso emocional y es importante que pidas ayuda para poder manejar la relación.

Las consecuencias son graves, ya que surgen sentimientos de devaluación, tristeza, confusión. Aparece el miedo al rechazo o al abandono, depresión y una parálisis emocional que impide tomar decisiones.

Puede incluso desarrollarse el llamado síndrome de Estocolmo de la violencia emocional, lo cual significa que se genera una lealtad con el agresor como una forma de sobrevivir a los ataques.

Analiza tu relación y asegúrate de que no exista abuso emocional. Si lo hay, ubica en qué nivel te encuentras y probablemente necesites ayuda de un profesional que te oriente. Estas son algunas acciones que puedes llevar a cabo:

 Para empezar, no te acostumbres a esta situación. El abuso emocional nunca va a desaparecer; por el contrario, irá en aumento.

 Rompe con la creencia de que la víctima puede controlar el enojo de su pareja siendo complaciente.

 No compres el boleto de que la víctima es mala persona y que solo el agresor la conoce.

 No compares tu relación.

 Confía en que tu bienestar no depende del agresor.


Mujer, ¡apuéstale a la familia!

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