Читать книгу El poder sanador del caos - Lucas Casanova - Страница 24
ОглавлениеFURIA ARRASADORA
AGOSTO DE 2017
NO PUEDO ESCRIBIR, así que grabo una nota de voz para ver si entiendo un poco más lo que me pasa. No me siento orgulloso de esto, todavía me tiemblan las manos y siento el corazón en la garganta.
La relación con mis padres nunca fue simple. Pertenecemos a mundos diferentes y creemos y queremos cosas distintas. Creo que desde que nos mudamos con Andreas a Oslo estuvimos en contacto solamente un par de veces; y esta vez que relato ahora puede ser que haya sido la última.
En los últimos meses, aparecieron algunos problemas familiares y —aunque lo que sucede no me toca en primera persona— tiene que ver con la relación de mis padres con mis hermanos. Siento una reacción en la tripa que no puedo explicar; es como si algo en mi mente se transformase en un monstruo salvaje al escuchar a mis padres hablar de lo sucedido.
Cuando pasan estas cosas las miro de afuera, trato de ayudar a congeniar las necesidades de cada uno, y que nadie termine pidiéndole peras al olmo. Esta vez no puedo, y me enojo de una manera desconocida para mí. Empiezo a gritar por teléfono, a insultar en audios, a tirar cosas al suelo mientras siento todo como si estuviera en un túnel, alejado y borroso. Aunque acaba de pasar hace unos minutos, no puedo recordar los detalles de lo que hablamos.
Nunca, jamás, había sentido nada semejante, y menos con alguien tan cercano. Creo que nunca me había enojado así jamás hasta ese día. Me cuesta recordar qué fue lo que encendió esa chispa, en la que parecía que alguien había echado querosén al fuego.
Sentía ácido naciendo de mis entrañas, todo mi cuerpo entrando en calor y una energía desbordada llegando desde mi estómago a mi corazón. Palpitaciones y garganta seca. De allí a una mente burbujeando como si mi cerebro estuviera sumergido en soda o hirviendo en una olla.
Por supuesto que todo eso se transformó en veneno en mi boca. No podía controlar mi propio cuerpo, y para mandar el audio siguiente tenía que tomar el teléfono con las dos manos mientras temblaba con sacudidas casi incontrolables.
Después de escuchar un audio de mi padre, lancé el teléfono al otro lado de la habitación para no responder. Me tuve que agarrar de la mesa de la cocina para no caer al suelo porque se me aflojaron las rodillas. Me senté como pude en la banqueta del desayunador y traté de recordar qué era lo que habíamos estado hablando: no tenía rastros ni idea alguna, y eso me asustó aún más.
Siento dolor en todo el cuerpo, cada músculo de la espalda se siente como correoso y tengo una enorme tensión en la base del cráneo. Otra vez estos dolores de cabeza que parece que me van a partir al medio.
Cuando terminé de soltar todo eso que estaba contenido en mí, sentí un pitido en los oídos, un dolor de cabeza que me perforaba por completo el ojo izquierdo y una necesidad enorme de estornudar.
Cuando finalmente pude hacerlo, me desmayé.
Ahora estoy volviendo del consultorio y mi médica dice que es estrés, que tuve una crisis de ansiedad, que le pasa mucho a los migrantes cuando se están adaptando a la vida en Noruega, que si quiero me receta ansiolíticos; le dije que no.
No sé cómo volveré a viajar a Argentina a enseñar en este estado.