Читать книгу El poder sanador del caos - Lucas Casanova - Страница 38
ОглавлениеMI PEQUEÑO CEREBRO
1 DE OCTUBRE DE 2017, A MEDIA TARDE
NO PUEDO ESTAR quieto un instante.
Después de haber estado a un paso de caminar por las paredes, decido sentarme enfrente de la computadora y revisar mis libros de neuroanatomía para comprender un poco más la ubicación del tumor, lo que hace el cerebelo, y en qué podría estar influyendo.
En mi trabajo he acompañado a personas cuya personalidad ha cambiado después de una cirugía de este tamaño, o que tuvieron consecuencias radicales en su calidad de vida. Por supuesto que estar vivo siempre es mejor que morir una muerte horrible, pero no se me escapan las posibles consecuencias de una craneotomía. Por un lado, es bueno el haber estudiado y saber, y por el otro lado no sirve de mucho. No es una buena alternativa a veces saber, cuando lo que intentas hacer es pensar menos en todo eso.
Hasta hace poco se creía que el cerebelo solamente era responsable de cuestiones motoras, conectando al cuerpo con el encéfalo. Y que estaba involucrado solamente en el movimiento y la regulación detallada del movimiento. Ahora se sabe mucho más al respecto de la función cerebelar, por ejemplo, su rol en la regulación emocional. Se me acaba de hacer un nudo en la garganta acordándome de la última discusión que tuve con mis padres. Nunca se me ocurriría hacer responsable al tumor de las cosas que dije; sin embargo, me hace sentir realmente mal el no tener control sobre mi propio cuerpo y sobre mis reacciones.
El tumor está en un lugar donde existe como una membrana rígida que separa el cerebelo del cerebro, que se llama tentorial, y debajo de esa membrana hay un montón de vasos sanguíneos. El cerebelo, que ocupa únicamente el diez por ciento de la capacidad total de la masa encefálica, tiene el 50 % del total de las neuronas que tiene nuestro gran cerebro en combinación. “Cerebelo” viene del latín y significa “pequeño cerebro”. Tiene dos hemisferios que están unidos por una estructura muy angosta que se llama vermis, que significa en latín “gusano”. Su estructura está muy arrugada y tiene un montón de relieves y de fosas, donde hay innumerables células que solo existen ahí y que no pueden ser reemplazadas por ninguna otra.
Cuando el cerebelo no funciona por alguna causa hereditaria o daño cerebral, o por los efectos del alcohol, hay mucha dificultad para caminar, esas sensaciones de borrachera o de torpeza. Y también tiene mucho que ver con cómo se genera el sentido del equilibrio, porque allí está la percepción del ambiente. El sentido de la visión pertenece al cerebro, de hecho, las células que están en el fondo del ojo son parte del cerebro; las células que componen la retina han sido partes del él y durante el proceso de gestación fueron empujadas hacia delante para formar los ojos. Más allá de esto, gran parte de nuestra conexión con el exterior proviene del cerebelo.
Éste influye también en la forma en la que construimos y regulamos lo que sentimos y cómo lo expresamos. Se sabe que también tiene relación con la conformación de la memoria, del lenguaje, de los estados de ánimo, y de la atención.
No sé qué es lo que va a salir de esta cirugía. Me resulta difícil distinguir qué es lo que ya ha sido afectado por el crecimiento del tumor, y qué es lo que va a pasar cuando salga de esto y mi cerebro empiece a recuperarse.
Por lo que he visto en algunos consultantes, tarda hasta cinco años el cerebro en recablearse a sí mismo, desinflamarse, formar nuevas estructuras. Hay por supuesto una gran oportunidad con la neuroplasticidad, con la capacidad del cerebro de autorrepararse y encontrar el equilibrio. Pero a veces también en ese proceso de reforma hay cosas que se pegotean o que empiezan a funcionar distinto. Lo que sea que pase, ya no seré exactamente el mismo.