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Carne de tu carne

La película de un director


Si la fuerza y el valor del arte residieran en la anécdota, muchas obras fundamentales de la literatura, de la pintura, del teatro y del cine no hubieran pasado nunca la prueba. Reducidas a un esqueleto sinóptico, encontraríamos que no son más que variantes de las más banales y repetidas situaciones. El impulso creativo está siempre en el “cómo”. Ese “cómo” le otorga trascendencia al “qué”, lo subraya, lo hace más intensivo o, también, lo cuestiona, lo parodia, nos hace leer otro “qué” entre las líneas. Reducida a su anécdota, Carne de tu carne de Carlos Mayolo es un cuento de hadas, con alusiones concretas a una realidad y envuelto en referencias a géneros cinematográficos que no son del gusto de todo el mundo. Lo que en esta película salta a la vista y se aprecia desde el comienzo es el enorme cuidado, la amorosa atención que su director le ha concedido a la puesta en imágenes de un guion que no convence. Esta concentración obtiene como resultado una película que tiene fuerza, que se sigue en su mayor parte con interés y de la cual se recuerdan, permanecen fijos, un par de imágenes y de momentos muy hermosos, una película que, por primera vez en el largometraje colombiano argumental de los últimos años, revela un estilo personal, tiene la impronta de un director.

Carne de tu carne es una película que pasa la prueba, una película muy colombiana pero de indudable universalidad, una película que satisface en un balance final y que deja esperar cosas muy buenas para el futuro de Carlos Mayolo. Carne de tu carne es una película de autor, con la enorme ventaja de ser, en gran parte, la película que Carlos Mayolo quería hacer. En ella se reflejan muchas cosas de su personalidad: su barroquismo y su exuberancia, su fascinación por una violencia un poco teatral, pero también su capacidad de emoción y ternura. Una de las grandes cualidades de Carne de tu carne es la capacidad que tiene de pasar por encima de muchas trampas que parecerían ineludibles, superándolas admirablemente: la trampa temática del incesto, la trampa nostálgica de la reconstrucción de los años cincuenta, la trampa de los excesos de violencia visual, la trampa de la caricaturización de los personajes. Mayolo ha pasado por encima de todos estos riesgos, casi olvidando que pertenece al país de Jairo Pinilla y Nieto Roa, al país de Amparo Grisales y las telenovelas de Eduardo Lemaitre. Increíble por cierto: Carne de tu carne resulta, en contra de lo que podría esperarse, una película casta, de un control visual muy grande, un trabajo apreciable de dirección. Es una película que no solo pone una pica en la ruta hacia un nuevo cine colombiano, sino que supera el tratamiento clásico latinoamericano de temas semejantes, por ejemplo las rutinas seudoescandalosas de los Hermosillo, Ripstein y Cazals de México.

Creo que los problemas de Carne de tu carne son, ante todo, de construcción del guion, de acentuaciones, de equilibrios. El momento de la histórica explosión en Cali (un replanteamiento de la historia que la saca de la cotidianidad burguesa y la precipita en el infierno) aparece demasiado repentino y demasiado breve, a duras penas se alcanza a percibir como choque básico. Por otra parte, la “zombización”, el proceso de descomposición puesto en marcha por la culpa de los protagonistas, aparece demasiado pronto y toda la parte final de la película se ve, en esas condiciones, como una simple acumulación de horrores de género pero sin la precisión y el ritmo que serían necesarios.

Convirtiendo a los protagonistas en figuras de guiñol, Mayolo pierde la muy positiva carta de la identificación con ellos del espectador. Tendría que haber mantenido en los dos jóvenes una buena porción de humanidad, ternura y fragilidad, con el fin de obtener el impacto, tal vez más doloroso pero también más lógico. Mayolo parece haber tenido los mismos problemas que tiene la joven generación de directores norteamericanos, De Palma y Carpenter por ejemplo, cuyas películas terminan siempre perdiendo el control inicial. En las secuencias finales Carne de tu carne tiene imágenes visuales muy llamativas, la de los ancestros, la de los animales con el cadáver y, sobre todo, las que integran magistralmente nuestro paisaje a la historia, los yarumos, los caminos y la niebla. Pero los momentos que más me convencen en Carne de tu carne están en la primera parte y en las secuencias realistas. La escena con el pago, inmediatamente después de los créditos iniciales (en la que Mayolo demuestra además ser un excelente actor), será siempre antológica en el cine colombiano: la sabia dosificación de violencia hasta el clímax brutal merecen todo respeto. No se borra de la memoria tampoco el cuasimonólogo de Vicky Hernández, borracha y frustrada, un retrato de nuestra upper class como no lo ha escrito todavía ningún novelista. Además hay gran cantidad de detalles que revelan una y otra vez la mano de un actor. Cito uno solo: cuando el joven Andrés va hacia la finca conduciendo un pickup y se queda atascado por un momento en el camino, espontáneamente le da al carro un golpecito como se le da a un caballo. Todas estas cosas indican que Carne de tu carne, pese a ser una película no realista, mítica, no está trabajada con “tipos” sino con personajes y estos personajes mantienen durante toda la película su caracterización de modo muy adecuado: Sebastián Ospina como el militar, Santiago García como el padre (increíble después del insoportable papel en La virgen y el fotógrafo), los rostros campesinos inolvidables de la escena del interrogatorio, la negra Asunción. Carne de tu carne es una película con dirección de actores, con personajes, es la película que le muestra la puerta al sainete en el cine colombiano.

Carne de tu carne es una parábola, la integración del sueño, la mitología y nuestros traumas mas íntimos a la reflexión sobre nuestro ser y nuestra historia. Es, ni más ni menos, lo que buscó hacer Pura sangre de Luis Ospina, sin que lo lograra a causa de su aproximación gélida e intelectual. Aquí ha ayudado, naturalmente, la apasionada personalidad de Mayolo.

Por supuesto que no se trata de una película redonda, lograda en todos los sentidos: tiene muchos de los defectos típicos de un primer largometraje, sumados a los problemas de hacer cine en Colombia, con todas las angustias y tensiones a las que aquí se ve sometido un realizador y productor. Pero es una película que demuestra que un cine colombiano relevante es plenamente posible y demuestra, además, que Carlos Mayolo podría ser una figura clave de ese cine.

El resto es otro cuento: que uno esté o no de acuerdo con esa mixtura de culpas, vampirismo y terratenencia, que uno apruebe o no ese tipo de obsesiones personales con tendencia a lo irracional que colorean esta nueva película. Para mí, personalmente, este no es el mundo en que me muevo más a gusto. En todo caso, me permito recomendar que Carne de tu carne sea vista. Su éxito de taquilla sería la puerta abierta a quienes buscan propuestas diversas a las del sainete en el cine colombiano. Guste o no, es una película que merece la confrontación con el público, la discusión, ser objeto de debate. Háganle el favor de ir a verla, no por limosna sino porque tiene algo que ofrecer.

El Colombiano, 30 de noviembre de 1983

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