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3. EL ESTADO DE BIENESTAR COMO PRODUCTOR
ОглавлениеLos instrumentos anteriores no alteran sustancialmente el funcionamiento de los mercados, aunque sí sus resultados. Una vía alternativa es que sea el propio Estado el encargado de producir los bienes y servicios más relacionados con el bienestar social. En muchos casos, el sector público aporta tanto el capital –hospitales, colegios, universidades, residencias, etc.– como el trabajo –médicos, profesores, trabajadores sociales u otros profesionales–.
Una de las razones que justificó la producción de bienes y servicios de bienestar social en la expansión de los Estados de bienestar fue el incumplimiento de una de las justificaciones básicas para que haya eficiencia, como es la existencia de mercados competitivos. Esta condición no se cumple si hay monopolios u oligopolios. Una intervención pública adecuada puede mejorar la eficiencia en estos contextos y en casi todos los países ha habido monopolios públicos en la producción de servicios de bienestar social, como el transporte público y algunos servicios educativos y sanitarios.
En segundo lugar, para que se dé esa situación de eficiencia general, debería haber oferta de todos los bienes y servicios que las personas están dispuestas a adquirir para satisfacer sus necesidades (mercados completos). Los mercados, sin embargo, son incapaces de producir los bienes que tienen características de bien público –no hay rivalidad en el consumo y no se puede aplicar el principio de exclusión– y es el Estado quien se encarga de su producción. Como se verá en el Capítulo 4, hay también mercados que no emergen porque es imposible asegurar ciertos riesgos. Además, aunque existieran algunos de esos mercados, su acceso estaría cerrado a los ciudadanos con menores recursos o mayores necesidades, como puede ser el de créditos hipotecarios para los jóvenes o el aseguramiento médico a personas mayores.
En tercer lugar, algunos de los defensores del Estado de bienestar señalan que la financiación y producción directa por parte del sector público de los servicios de bienestar social producen un mayor sentido de comunidad que cuando se desarrollan a través del sector privado.
La financiación y la producción de los servicios de bienestar son vías de intervención distintas. Un bien o servicio puede ser financiado de forma pública o privada y puede producirse por el sector público o el sector privado (ver Cuadro 1). Un cambio importante en la provisión de los servicios del Estado de bienestar ha sido tratar de acercarlos a los ciudadanos a su producción por parte de entidades privadas bajo financiación pública. Es el caso de los servicios contratados a hospitales privados o los centros concertados de enseñanza. Esta vía de provisión de servicios suscita algunos problemas de equidad y los resultados en términos de eficiencia no son siempre superiores a los de la fórmula de financiación y producción pública, como los hospitales y colegios públicos. Más difícil es que exista producción pública con financiación privada, aunque existen algunos ejemplos, como la producción de innovaciones sanitarias por parte del sector público con la financiación de laboratorios privados.
Cuadro 1. Provisión de los servicios de bienestar
Producción | ||
Financiación | Producción privada Financiación privada | Producción pública Financiación privada |
Producción privada Financiación pública | Producción pública Financiación pública |
Otra de las razones para la progresiva sustitución de la fórmula de producción y financiación pública es la presencia de ineficiencias en la producción directa de servicios de bienestar por parte del Estado. El carácter casi de monopolio en algunas actividades del sector público hace difícil el desarrollo de innovaciones que mejoren la eficiencia en la producción. Esa menor competencia provoca también que los incentivos para la reducción de los costes sean menores. En tercer lugar, como se verá en la siguiente sección, las posibilidades de aumentar la productividad de los trabajadores del sector público son más reducidas que en el privado.