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V. LA FORMACIÓN Y LA FINANCIACIÓN COMO ELEMENTOS ESENCIALES DE LA SOCIEDAD CENTRISTA

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La formación constituye un proceso con etapas sucesivas y en ella hay que destacar las distintas formas de enseñanza. Los Estados modernos ofrecen un amplio campo, desde la enseñanza profesional hasta la universitaria de especialización completa.

La dificultad para que puede seguirse la formación completa es principalmente financiera, en numerosos casos. El esfuerzo aquí de las Administraciones debe ser máximo, si se quieren conseguir los objetivos que hemos señalado antes relativos a una sociedad centrista de búsqueda de políticas de igualdad.

En los Estados modernos es posible alcanzar resultados notables: en su plano de mayor alcance la extensión de la formación profesional es muy amplia. En parte, por la gama de materias, muy amplia; y en parte también porque es la más fácil para las Administraciones y por el protagonismo de las propias empresas en esta misma formación.

Las empresas constituyen un círculo de aprendizaje del mayor interés para la empresa misma, al ajustarse a sus necesidades.

La crítica a la enseñanza profesional (se enseña lo que la empresa quiere) es también su aspecto positivo, ya que reduce procesos y consigue adecuar mejor la enseñanza a sus necesidades y prioridades temporales.

La enseñanza externa permite también en una sociedad centrista una amplia gama de posibilidades. Oferta y demanda de enseñanzas especializadas permiten alcanzar en una conjunción muy fructífera los objetivos que interesan de amplio campo de la producción y las actividades profesionales en las que el protagonismo de las personas juega un papel relevante y constituye, en muchos casos, un mecanismo de aperturas y progreso. Esta conjunción fructífera que acabamos de indicar es del mayor interés y rendimiento en utilidades que buscan su propia personalidad y desarrollo y en las que el campo de esta enseñanza especializada es amplio.

En definitiva, la formación y la subsiguiente incorporación a procesos ya establecidos ofrece el mayor interés en una sociedad que aspira a superar desigualdades y desequilibrios.

En resumen, los responsables sociales deben tener presente que avanzar en la formación es ampliar la base de actuación de la empresa, alcanzar el deseado equilibrio dentro de ella e incluso de la sociedad misma y alcanzar además una proporcionalidad siempre deseable en toda unidad de producción privada o pública y, en definitiva, en toda sociedad.

La financiación de esta formación es algo prioritario en la distribución de recursos. Su juego de multiplicador no necesita de mayores argumentos y tampoco su utilidad en el camino de una sociedad centrista, en la corrección de desigualdades excesivas o no justificadas.

Los avances en la formación son siempre positivos en cualquier sociedad, pero de una manera destacada en las que ofrecen desigualdades excesivas. En éstas (injustificadamente desiguales) equivale a un despilfarro de recursos humanos que, por su utilización indebida, contribuyen a un retraso indudable y lesivo.

En la jerarquización de tal gasto público, también del que busca una reducción de desigualdades excesivas, debe ocupar un lugar preferente el que trata de mejorar las capacidades profesionales de los ciudadanos. Su mejor contribución a una sociedad más equilibrada y, en conjunto, más fructífera, justifica esta preferencia.

En resumen, la formación general y la formación especializada son una herramienta de la mayor utilidad en el progreso de una sociedad, en la limitación de las desigualdades excesivas y, en definitiva, un avance en el plano de la igualdad. Es por ello un mecanismo de avance de una sociedad centrista.

Estudios en homenaje al profesor Luis María Cazorla Prieto

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