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El fenómeno social del delito en el neoliberalismo
ОглавлениеJuan S. Pegoraro
Instituto de investigaciones Gino Germani. Universidad de Buenos Aires
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos, confusión y oscuridad por encima del abismo y el viento. Dijo Dios hágase la luz y hubo luz. Génesis.
La orden crea el Orden que crea la Ley. Elias Canetti
De Juan Pegoraro para Ignacio Muñagorri
Recuerdo Ignacio que nos conocimos en los primeros años de la década del 90; primero de mentas por Roberto, por Iñaki R.B. el otro Iñaki A, Rosa del Olmo, Fernando Tenorio, Alessandro, Amadeu, Massimo, Dario y algunos otros íntimos del norte y otros del Sur que transitaban por el pensamiento criminológico crítico y más tarde en una corta estadía en Barcelona nos unió la empatía de haber recorrido caminos de formación cultural marxista y por saber que el hecho de poner el cuerpo por esas ideas identifica, marca quién es quién. Tú, frente a la España franquista y yo frente a las dictaduras militares en Argentina; el Atlántico nos separaba pero paradójicamente nos unía. El exilio tuyo de Madrid al país Vasco y el mío de Argentina a México. Luego otros varios encuentros, los seminarios en Oñati compartiendo ideas críticas del orden desigual con tantos colegas y amigos o el Seminario en Mar del Plata con la compañía de Koro y Silvia y alguna breve charla en Buenos Aires. Quiero, debo decirte por lo anterior que nuestra amistad ha sido natural, fácil que no ha necesitado por la distancia, de la frecuentación, como dice Borges. Por esto es también una alegría y un honor compartir con los que reconocen tus méritos intelectuales y tu actitud ante la vida y con vos, el breve ensayo que aquí va.
I. Los tiempos cambian al compás del orden social que gobierna la vida de los humanos en común, orden social determinado por el poder de unos sobre otros.
En los años 70/80 del siglo pasado un nuevo modelo de orden social comenzaba a tomar fuerza basado en la acumulación de capital, de capital dinerario y con nuevas formas de dominación. De tal manera un nuevo orden cultural mundial impregnó progresivamente las relaciones sociales en su conjunto. Esto fue originariamente encabezado por los gobiernos de Robert Reagan en EEUU y su aliado-subsidiario la Gran Bretaña de Margaret Thatcher y progresivamente replicado por todos los países del Norte.
II. Voy a empezar este ensayo sosteniendo que el Control Social en el Neoliberalismo necesita la creación y puesta en acto de nuevas herramientas para su defensa y reproducción ampliada, en suma, subsumir todas las relaciones sociales que hacen a la vida en común. Entre esas herramientas incluye, residualmente, al Control Penal, un subsistema del Sistema Social que desarrollara Talcott Parsons en la década 40 y 50.
Para esto distingo dos conceptos fundamentales, un verdadero parte aguas en el pensamiento sociológico que tienen las características de ser opuestos, pero también otro en su significación referentes del: Sociedad vs Orden Social; el primero que invoca libertad, igualdad y fraternidad, el segundo realiza la desigualdad, la jerarquía, la distinción.
En los trabajos dentro de lo que llaman cultura del control, no pocos criminólogos siguen haciendo énfasis en el delito común, en el crimen e la peligrosidad e invocan y utilizan soluciones penales para estos fenómenos que son generalmente sociales; así partiendo de una visión del hombre delincuente como la del Positivismo del siglo XIX proponen políticas de prevención delictual, estrategias de seguridad privada y pública, el mapeo espacial de ocurrencia del delito, el uso más frecuente y extensivo del instrumento carcelario, diferentes formas de vigilancia de la vida en común como ser integrar para esto a los vecinos, una policía de acercamiento o de proximidad, le llaman, controles tecnológicos como cámaras de seguridad etc.; estas herramientas públicas en numerosos caso han pasado a ser parte de negocios privados con un escasa o nula disminución del delito. Los resultados de estas políticas son meramente cambios espasmódicos como siempre han sido las dependientes del pensamiento criminológico positivista. La ocurrencia del delito común no puede reducirse solo a lo individual, sino que necesita ampliarse a lo social y a su definición por parte del poder.
En forma paralela a estas ideas de prevención del delito el Sistema penal, en numerosos casos, practica de manera subrepticia el control de la vida carcelaria con formas de espionaje de las comunicaciones de los presos con el exterior aún con sus abogados defensores; además y no obstante numerosas denuncias no se han removidos los negocios privados que existen en las cárceles y con las cárceles, negocios funcionales para su mantenimiento. Podemos caracterizar estas herramientas de “control” como un retórico management del riesgo ante el peligro de la seguridad personal promovidas en gran parte por los medios de comunicación que generan un temor y hasta un pánico que las legitima. También utilizan formas de confinamiento o secuestro institucional selectivo de aquellos considerados, discrecionalmente, peligrosos.
En suma, los denominados cambios culturales en el control del crimen o del delito es un eufemismo o un oxímoron de una realidad que se mantiene sostenida en los pilares de la filosofía del “orden y progreso” del Positivismo como el concepto de peligrosidad y “creativas” formas de prevención de hechos delictivos comunes como fuere “el mapa del delito” en determinadas zonas urbanas; simultáneamente excluyen a la City, espacio geográfico y social en el que se cometen otro tipo de delitos: los delitos económicos que producen innumerables víctimas con la pasividad o anuencia del sistema penal y sus funcionarios.
El Control social penal ha cumplido y cumple la función de regular el delito común y este sistema es dependiente de una forma de Control social que no responde a ética alguna sino a la cambiante realidad del poder y a las formas de dominación que también ejercen la corporación judicial y la corporación policial. Son estas relaciones sociales corporativas, íntimas, recíprocas en sus intereses de complicidad o encubrimiento, las que rigen el funcionamiento del sistema penal y hasta asumen en numerosos casos también tareas de persecución política a opositores al establishment.
En los 60 y 70 el pensamiento criminológico crítico produjo en el campo académico notables aportes que develaban la realidad del sistema penal, aunque con poco éxito frente al poder y a la fuerza del sentido común; éste es mayoritario y funcional a las necesidades del establishment: las Corporaciones, las agencias de financiamiento internacional.
La Criminología crítica en la tradición iniciada a mediados de la década de los 60 con la National Deviancy Conference en Gran Bretaña, la expresa y de la cual somos tributarios. El punto de partida fue Alvin Gouldner y su libro La Crisis de La Sociología Occidental que rompe con la tradición sociológica de Talcott Parsons y su organicismo social.
Ian Taylor, Jock Young, Rosa del Olmo, Alessandro Baratta, Louk Hulsman, Enving Goffman, Massimo Pavarini, Dario Melossi, Luigi Ferrajoli entre otros develaron las formas de poder institucional y produjeron una corriente de pensamiento y de investigaciones empíricas que repercutió en el campo académico aunque debemos reconocer, con poca incidencia en modificar el funcionamiento del control penal. Este control penal no se reduce al castigo de los considerados delincuentes: funciona reproduciendo las formas de poder y dominación no solo en sus propias instituciones sino también en toda la vida social. Pero el esfuerzo de la Criminología Crítica con sus tareas de develación forma parte de la batalla cultural contra este sistema o modelo de vida.
Para esta corriente uno de sus (nuestros) mayores problemas irresoluble hasta ahora es la ausencia de una “acumulación” de la conciencia crítica de la ciudadanía toda sobre los hechos reales, visibles, que han ocurrido y ocurren a nuestro alrededor para explicarnos tanto el pasado como el presente en el camino de lograr un cambio social del actual modelo de control social Neoliberal.
Creo necesario persistir en desmalezar la propuesta de “orden y progreso” del Positivismo y provocar un cambio de perspectiva en el concepto de peligrosidad ampliándolo a otros sujetos, los que practican actividades socioeconómicas ligadas al modelo del Capitalismo Neoliberal y su orden.
III. Ahora bien, qué se entiende por Capitalismo Neoliberal?; numerosos autores han sostenido que es una nueva forma de capitalismo, por ejemplo C. Laval y P. Dardot (2004 y 2015), David Harvey (2004), Loic Bolstanki y Eve Chiapello (2015), Byung Chul Han (2016), Verónica Gago (2015), Suzanne de Brunhoff (2009) la mayoría de ellos bajo el marco académico-intelectual de los cursos de Michel Foucault 1978/9 en el College de France, en especial en el 79 con el “Nacimiento de la Biopolítica”.
En esta obra Foucault señala que el Neoliberalismo es una nueva racionalidad que trasciende las políticas económicas e impregna la casi totalidad de las relaciones sociales. Esos autores, con matices, siguiendo ideas expuesta por Foucault lo caracterizan como un como un nuevo espíritu, una nueva cultura, una nueva subjetividad, la generalización de la competencia en todas las relaciones económicas, el mercado como árbitro y confirmación de su funcionamiento, una nueva forma de gobierno del Estado desregulando las actividades económicas, en particular las bancarias y financieras.
Pero esas ideas, esa nueva racionalidad política socio-económica ¿nace solo del desarrollo del pensamiento, de una idea o ideas que van derivando en otras? no requiere para realizarlas de una base material previa? En el discurso que proponen estos autores se trataría de una racionalidad neo iluminista y que se desentiende o encubre la manifiesta perversidad de sus efectos sociales.
El capitalismo neoliberal es, de alguna manera “todo eso” que invocan esos autores, pero no es “todo eso”: la precondición de viabilidad de este modelo de capitalismo requiere de una cuantiosa cantidad de dinero previamente acumulado por medios ilegales producto de diversas actividades delictivas como el crimen organizado, tráfico de drogas, de armas, fraudes corporativos, contrabando a gran escala, trata de personas, lavado de dinero, evasión impositiva y otras actividades al margen de la ley. Su impunidad penal y social, es parte esencial del Control Social del Neoliberalismo.
El “empresario de si” que propone como modelo humano solo es un discurso, una caricatura del trabajador precarizado; la inmensa mayoría de seres humanos en todo el planeta tratan de sobrevivir con el único “capital humano” que es su cuerpo y que emplean en las más diversas tareas invisibilizadas o naturalizadas pero que le permite a una minoría de medianos y de altos ingresos disfrutar de la vida, de su riqueza y de las rentas que ella le produce. También incluye una porción minoritaria de quienes han podido conseguir un trabajo estable y con seguridad social.
En este contexto ese “empresario de sí” aumenta la desigualdad social: el “empoderamiento” como capital humano reproduce la tendencia de más trabajo más productividad con menor costo y así la relación capital-trabajo tiende a aumentar el plusvalor apropiado por el capital.
El hombre trabajador en el Neoliberalismo no es siquiera el gorila amaestrado del que nos hablaba Antonio Gramsci en los años 30 en “Americanismo y Fordismo”, sino el hombre endeudado, empobrecido socialmente del que nos habla Maurizzio Lazaratto en “La fábrica del hombre endeudado”.
La racionalidad neoliberal es un derivado de la racionalidad del Capital que rige la vida en gran parte del mundo globalizado, racionalidad que ha subsumido la vida social con la creación de un modelo: el acreedor financiero y el deudor financiado, el rentista y el trabajador. Y en esa lógica del Capital, como dijera Michel Foucault en el curso del 76 en el College de France, perdura la guerra social cuyo principal indicador objetivo es el crecimiento de la desigualdad social.
En este sentido sostengo que el Capitalismo Neoliberal es ante todo un nuevo modelo de acumulación dineraria constituido por un proceso que comprende: Violencia Delictiva > Estrategia preparatoria delictiva > Inversión Financiera delictiva, y entre sus resultados el crecimiento de la desigualdad social y un tipo de gobierno-estado al servicio de la lógica del Capital. Su estrategia política es asumir de diversas maneras el control por parte de los grandes poderes económico-financieros de las instituciones del Estado debilitando su función reguladora de la sociedad civil, su autonomía relativa y del ejercicio de su soberanía que se ha vuelto mayormente en retórica.
Su resultado es una creciente desigualdad social a nivel global en el que el 1% de los adultos más ricos acapara el 40% de los activos globales, el 2% detenta más de la mitad y el 10% concentra el 85% de la riqueza global. En el extremo opuesto, la mitad más pobre de la población adulta del mundo únicamente posee el 1.1% de la riqueza global. Esta es la realidad constitutiva del nuevo modelo de acumulación y no de aquellos discursos, acontecimientos, conceptos, subjetividades, cultura, espíritus, nueva racionalidad que son citados con escasa o nula relevancia empírica.
IV. Con respecto a la primera característica del Capitalismo Neoliberal, la violencia delictiva, es la acumulación dineraria por medios ilegales de varios billones de dólares como precondición material que necesita insertarlo en la circulación del capital para producir una renta. Recordemos la acumulación originaria de tierras hombres en los siglos XVI y XVII, que con otras formas prosigue hasta la actualidad. Debemos agregar en forma paralela que la desposesión de numerosos sectores de la población, la destrucción de los pilares asistenciales del Estado de Bienestar son parte de la Violencia delictiva, como describiera en 1997 un intelectual orgánico de la Trilateral, Samuel Huntington sobre que Occidente conquistó el mundo no por la superioridad de sus ideas, valores o religión sino por su superioridad en la aplicación de la violencia organizada. Los occidentales del Norte a menudo olvidan este hecho; los del Sur, nunca.
Con respecto a la segunda, la Estrategia preparatoria delictiva, ese dinero acumulado es una cosa inerte que solo cobra vida cuando entra al proceso de circulación por el accionar humano: se pone en actividad, creando una relación social al transformase en Capital. Para esto requiere de “actos preparatorios” que hace a la condición de viabilidad de su transformación. Así, ese dinero “negro” es blanqueado o lavado también por medio de delictivos en los que participan numerosos actores como Bancos, Instituciones crediticias, Fondos de inversión, con paraísos o guaridas fiscales por todo el mundo, con maniobras bursátiles de sofisticada tecnología, con transferencias de grandes Bancos y otras formas paralelas (Shadow Banking) con la participación, complicidad y/o encubrimiento de múltiples actores ligados entre sí por lazos sociales permanentes o transitorios.
La tercera característica que he aludido, Inversión Financiera ilegal, si bien las etapas anteriores son en sí mismas delictivas, la inversión financiera ilegal es la especificidad del delito económico neoliberal, la consumación de su proceso delictivo redituable: aquel dinero acumulado como precondición necesita para transformarse en Capital, producir una ganancia o renta y para esto es introducido en el proceso de circulación por medio de la inversión financiera, la llamada financiarización.
Ésta alude al crecimiento exponencial y generalizado de las relaciones sociales de créditodeuda por medio de Corporaciones económica-financieras, Bancos, Fondos fiduciarios privados y también por otras formas empresarias, por ciudadanos, gobiernos, funcionarios estatales que captan fondos públicos que invierten y gestionan como activos financieros o también no financieros que produzcan una renta.
Considero que el Neoliberalismo es sí, un nuevo modelo de acumulación que comparte la naturaleza originaria del Capitalismo: la violencia delictiva no solo en su origen sino en nueva forma delictiva de acumulación continua, ya no solo de bienes y de fuerza de trabajo sino de dinero para su inversión crediticia y para esto necesita de la creación de deudores. Ahora bien, ¿cómo se encuentran o se consigue que países, empresas, personas puedan transformase en deudores?
La creación de deudores es mayormente realizada vicariamente por personas de diferentes países, relativamente jóvenes previamente reclutadas por agencias de inteligencia de EUA y con formación en Master de Negocios y Administración de Empresas de Universidades norteamericanas, como Harvard, Columbia, Yale, New York y también replicados por universidades privadas en otros países. Actúan como sicarios del capital. Resulta muy ilustrativo el libro, traducido como “Confesiones de un Gangster económico”, de John Perkins (2004), en el que detalla su singular trayectoria profesional en función de los intereses de EEUU y de intereses financieros internacionales con el apoyo del Departamento de Estado, de la National Security Agency (NSA) y de la Central Intelligency Agency (CIA).
Necesita de estas personificaciones sociales para completar la relación social crédito deuda y otorgarles bajo condiciones leoninas un crédito transformando ese dinero acumulado ilegalmente, delictivamente, en capital, y que produzca una renta para los acreedores crediticios que viven parasitariamente, vampirescamente (como dijera Marx) del otorgamiento de esos créditos.
La estrategia del modelo neoliberal cuenta también con la incorporación activa de pequeños accionistas o inversores que buscan una renta para sus ahorros; esto evoca la idea de Marx en El Capital cuando se refiere a la diabólica creación en el siglo XIX de las sociedades por acciones y de carácter anónima que promovían que una pequeña parte de los trabajadores invirtiera sus ahorros en acciones, que los haría soñar en que eran socios de ellas.
V. En la actualidad con el dominio hegemónico del Neoliberalismo Financiero la conquista/ocupación del Estado se realiza por medio de una estrategia política programada, preparada con La Técnica del golpe de estado diría Curzio Malaparte en 1931, pero actualizada en sus métodos con diversos actores sociales complementarios sin la necesidad estridente de la violencia. Ya no se trata de un acto de pública fuerza, sino de un progresivo debilitamiento de la autonomía y soberanía estatal que es llevado a cabo por medio de la relación social créditodeuda que subsume al proceso productivo de bienes que producidos por la economía pública estatal, por el capital industrial, comercial, tecnológico.
En él participan actores fundamentales como las Corporaciones trasnacionales industriales-financieras integradas de manera horizontal y vertical, los Medios de comunicación concentrados y hegemónicos que se encargan de conformar una opinión pública adversa a gobiernos progresistas con las enseñanzas del sobrino de Freud, Edward Bernays en su “Propaganda. Cómo gobernar a la opinión pública en democracia” de 1928.
También participa el Poder Judicial (el sistema judicial), en el que una fracción de sus miembros justifica de manera procesal (el llamado lawfare) la sentencia que los medios de prensa ya dictaron contra opositores invocando casos de corrupción con sus fakenews.
Un ejemplo en este sentido han sido los golpes de estado en América Latina en la última década contra los presidentes progresistas elegidos democráticamente que no aplicaban suficientemente el Consenso de Washington, piedra basal del Neoliberalismo: Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay, Correa en Ecuador, Dilma Roussef en Brasil e impidiendo luego que Lula da Silva se presentara a las elecciones; podríamos incluir el caso del acoso mediático y judicial a Cristina Fernández de Kirchner en Argentina logrando así que la contienda electoral le diera el triunfo por poco más del 1 % a un presidente neoliberal con su gabinete de ministros formado mayoritariamente por CEOs de grandes empresas que contrajeron y fugaron el mayor crédito otorgado por el FMI y con su complicidad.
En esta particular estructura de dominación financiera, el Poder Judicial encabezado por la Corte Suprema, no tiene relación por su naturaleza con la democracia ni con la soberanía popular, podríamos decir que es su negación: poco tiene que ver esta institución con las formas electivas del sistema democrático, del que se preserva actuando corporativamente.
La elección y cooptación de sus miembros y demás funcionarios judiciales es un proceso de escasa o inexistente visibilidad pública en el que los lazos sociales del postulante forman parte indisoluble de otros atributos como sus conocimientos jurídicos, el egreso de ciertas universidades privadas nacionales o extranjeras y en el caso de provenir de la actividad profesional la importancia socioeconómica de sus clientes, sus referencias ideológicas, su pertenencia a alguna Iglesia, en especial la Católica poseedora de casi un poder de veto sobre aquellos que no declaran practicarla o sospecha que fueren ateos o aun agnósticos.
Todo esto integra la “distinción” de sus miembros, diría Pierre Bourdieu en 1981, de aquellas personas de a pie que quedan en esas manos su vida, su libertad, sus bienes, su honor. El Poder Judicial no responde necesariamente al gobierno de turno, sino al Establishment, a un orden cultural y social que lo sostiene y ésta es su naturaleza por lo menos en todo Occidente.
Esta conformación del Sistema Penal contradice la legitimidad de un sistema democrático que requiere la visibilidad de la elección de sus gobernantes: el Poder Judicial es un órgano de Estado y por lo tanto también participa de la forma de gobernar
Así se ha plasmado en Tribunales de los países del Norte. Un caso paradigmático por sus efectos globales, fue el fallo del Juez Thomas Griesa de Nueva York en EEUU durante el Gobierno de Cristina Kirchner en Argentina sobre la acreencia de Holdouts también llamados Fondos Buitres, que fuere y es una advertencia disciplinadora para los gobiernos de todo el mundo: los Fondos de Inversión, cualquiera sea su origen, delictivo o no, son incuestionables y deben ser pagados con sus acreencias, hasta con una libra de carne como pedía Shylock.
Por otra parte el pensamiento de la derecha tiene una relación íntima con el control social del modelo sociopolítico neoliberal, con su orden social y su preservación. Esto significa que las preocupaciones por preservarlo recorren un arco de ideas filosóficas particulares sobre la libertad, el individualismo, la meritocracia pero selectiva, la conformación de la opinión pública para establecer criterios de bien y de mal, el Poder judicial y la justificación sus prácticas de lawfare, invocaciones a ideas tradicionales como la familia, la identidad biológica por sobre la diversidad de género, el rechazo del pluralismo cultural, la primacía del hombre blanco, la importancia de las ideas religiosas y su moral, en especial la católica, en suma la reafirmación de una concepción social, moral y cultural en occidente que han practicado de manera histórica los países del Norte con sus conquistas y su política colonial.
La Derecha Criminológica integrada al modelo de capitalismo neoliberal utiliza el control social como una derivación política de esta ideología que reproduce su poder y forma de gobernar definiendo cuales conductas delictivas son o no son merecedoras de castigo o de represión. La definición de tales conductas es avalada por la interpretación que integrantes del sistema judicial realizan de las normas del Código Penal y Civil. Podríamos resumir que la función histórica que cumple no es otra que la preservación de los valores establecidos en el Código Civil: la propiedad privada resultado de una violencia originaria, de vencidos, de sometidos, de gobernados, y principalmente de los derechos del acreedor y las obligaciones del deudor.
A finales de la década de los 60 del siglo pasado y en respuesta de algunas turbulencias políticas económicas, sociales y culturales aparecen documentos denunciando la incompatibilidad de la democracia con la evolución humana y el progreso civilizatorio, capitalista agregamos: la “democracia anómica” sobre la que advierte una corriente intelectual, que impedía el autocontrol suficiente para integrarse a la vida social. Esta idea fue el germen de la creación de la Trilateral, una asociación de carácter internacional fundada por iniciativa de David Rockefeller, ex miembro ejecutivo del Council Foreign Relations y del Grupo Bilderberg que aglutina a personalidades que constituyen el establishment mundial en las tres zonas principales de la economía capitalista: Norteamérica, Europa y Asia-Pacífico y que finalmente se expresó en el Consenso de Washington en 1989.
VI. Ahora bien, ¿es posible creer en la aplicación del Control Social y su Política penal en un país sin tener en cuenta a quién y cómo se aplica en un mundo globalizado por el Neoliberalismo Financiero?
¿Es posible acaso sostener que en la actualidad el control social penal tiene como objetivo perseguir el delito común? Si el Control Social actúa en defensa del Orden Social este debe ampliarse a otros enemigos además del delito común ¿cuál es o son los enemigos de ese orden?
El poder históricamente ha identificado y construido culturalmente a sus enemigos, los crea, los demoniza y los castiga. La historia nos da numerosos ejemplos como fuere el “instructivo” Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas de 1487) de la época del gobierno de los obispos y los papas en el medioevo y que Raul Zaffaroni rescatara casi del anonimato: mediante la tortura y la hoguera cumplía la función de facilitar la apropiación de tierras y su creciente concentración. Este tratado sobre la herejía se refiere a la supuesta existencia de Brujas, pero cuyo objetivo era atribuir esa naturaleza a los denominados herejes en esa época como Albigenses y Cátaros, (relatada por Umberto Eco “El nombre de la Rosa”) enemigos ellos de las exacciones y desigualdades que imponían los obispos y el Papado y otros Señores de las tierras.
Siguiendo este hilo el Control Social penal gestiona diferencialmente y selectivamente los actos ilegales: con una mano castiga a los que agreden, violentan la vida cotidiana como homicidas, escasamente importantes en número, la delincuencia común autora de hechos menores y ladrones de poca monta. La otra mano la mantiene en el bolsillo, la tiene mutilada: su política no persigue ni pena los delitos de los poderosos. Agregamos a su selectividad que castiga el robo de la propiedad privada y no castigue el robo de la propiedad común, como tierras, bosques, lagos.
Para el Orden Social siempre existieron otros “enemigos” que también fueron objeto de políticas penales, y hasta de represiones y masacres; desde los inicios del capitalismo: pequeños propietarios de tierras o tierras de uso comunal, campesinos, labriegos, artesanos, ludistas, vagabundos, anarquistas, socialistas, los que reclamaban ocho horas de trabajo, o las sufragistas, los subversivos y podemos seguir sin pausa hasta la actualidad ya que por momentos lo siguen siendo.
Pero el modelo de dominación neoliberal ha definido también a otros enemigos peligrosos: los considerados como terroristas y los whistleblower, reveladores tanto de actos terroristas del poder como asesinatos de civiles o como las invasiones militares y también ilegalidades bancarias-financieras. Whistblowers como Assange, Snowden. Daniel Ellsberg, W. Mark Felt, Carl Bernstein, Bob Woodward, Mark Klein, Chelsea Manning, Mordechai Vanunu entre muchos han sido y son perseguidos y castigados con cárcel hasta en países fuera de la jurisdicción norteamericana como el caso de Julian Assange, fundador de Wikileaks 2006 que si bien una jueza de Gran Bretaña, luego de ser secuestrado de su asilo en la embajada de Ecuador negara su extradición a EEUU, lo mantiene en una cárcel de máxima seguridad.
El Control Social penal en el Neoliberalismo Financiero dejó de tener carácter nacional para formar parte del nuevo orden mundial globalizado: su política si bien mantiene la defensa de la propiedad privada individual su principal objetivo es la defensa de la propiedad corporativa y tributaria y subordinación a la geopolítica de las grandes potencias mundiales.
Recordemos que la agenda de las investigaciones criminológicas la marcan los países del Norte; un caso paradigmático fue el cúmulo de investigaciones sobre las nuevas formas de enfrentar la in-seguridad privada o personal frente al delito común a partir de la década de los 90, impulsadas por el Consenso de Washington.
A este fin las Agencias de financiamiento volcaron millones de dólares en subvencionar a numerosos académicos de casi todos los países de occidente para investigar y teorizar sobre las cuestiones de la in-seguridad y la prevención del delito común que paralelamente los medios de comunicación lo instalaron como el gran problema para la vida en sociedad. De esta manera evitaron voluntariamente toda referencia a inequidades que producen gran cantidad de víctimas por las políticas de aumento de la desigualdad social, concentración de la riqueza en pocos y más pobreza e indigencia de muchos, como reflejan las estadísticas a nivel mundial y potenciada en los países latinoamericanos.
Lo que importa a las grandes Corporaciones, Fondos Fiduciarios, Bancos, Entidades Crediticias, Aseguradoras de riesgo, Hold-outs, no es el delito común que lo dejan en manos de las policías y jueces locales, sino la seguridad del orden mundial.
Pero ¿cuál sería el observable del orden social mundial que el Neoliberalismo necesita preservar? veamos: la inseguridad del modelo neoliberal que Occidente ha difundido globalmente requiere poner a su servicio políticas de Estado por necesidades del capital financiero de ocupar la administración y burocracia estatal. Para lograrlo utiliza los medios de comunicación en manos corporativas que desatan campañas de enjuiciamiento por corrupción a aquellos gobiernos que tratan de poner un límite a las políticas neoliberales con nacionalizaciones o estatizaciones de sus riquezas naturales o consideradas estratégicas para su propio el desarrollo y preservación.
Decíamos que se produjo un cambio sustancial en las políticas de control social a partir de los años 80 con el Consenso de Washington: el poder del Estado fue usado para castigar intentos de modificar el orden social mundial que contaron con la unanimidad de los grandes países del Norte.
El Consenso de Washington fundó un nuevo Orden Mundial bajo las siguientes premisas: disciplina en la política fiscal y déficit en relación al Producto Bruto Interno y el saldo favorable de la balanza de pagos que lograran y evitando que dirigieran el gasto público hacia subsidios asistenciales a los necesitados, a la educación, a la atención primaria de la salud y a su infraestructura. Además recomienda tasas de interés determinadas por el mercado, positivas (pero moderadas) en términos reales; tipos de cambio competitivos, liberalización del comercio, liberación de las importaciones y eliminación de las restricciones cualitativas (licencias, patentes, regalías etc.); también eliminar cualquier forma de protección comercial que deberá tener aranceles bajos y relativamente uniformes; liberalización de las barreras a la inversión extranjera directa (IED) y a la remisión de utilidades a la casa matriz; privatización de las empresas estatales; desregulación y abolición de aquellas que impidan acceso al mercado o restrinjan la competencia, excepto las que estén justificadas por razones de seguridad; supervisión prudencial de entidades financieras; seguridad jurídica para los derechos de propiedad. La mayoría de estas premisas fueron asumidas entusiastamente por los gobiernos de los países del Norte e impuesta a los países del Sur en especial a aquellos con riquezas naturales por medio de diversas formas de extorsión económica-financiera y no exentas en muchos casos directamente de la violencia.
Para asegurar este “consenso” las bases militares norteamericanas se multiplicaron en todos los países de la Comunidad Europea implementando políticas de castigo y represión hasta con invasiones militares a países previa campaña mediática como fuera el caso de Irak o Afganistán; la principal riqueza de estos países, el petróleo y sus puertos, quedaron en manos de corporaciones privadas; además el hostigamiento al desarrollo de energía nuclear de Irán o Corea del Norte y precedido también por una campaña mediática internacional con la amenaza usar la fuerza militar para castigar pretensiones de autonomía.
En suma, el Control Social penal en el Neoliberalismo incluye el “castigo” no solo de personas opositoras al Consenso de Washington sino también a países que se desvían de sus indicaciones políticas-sociales-económicas. Todo lo que atente contra el “Consenso” también puede ser “castigado” ya sea penalmente con confinamientos en campos de concentración como Guantánamo o en las bases militares norteamericanas distribuidas en todo el mundo, con invasiones territoriales y con ejecuciones extrajudiciales y/o golpes de estado a países que sean renuentes a su política.
Por otra parte para esto tienen el apoyo de los organismos internacionales, algunos de los cuales han logrado desnaturalizarlos paulatinamente de sus orígenes como las Naciones Unidas, la OMS, la OPS, la OEA, la OCDE, o de organismos financieros internacionales como el FMI, el Banco Mundial, el Banco Europeo, el BID, por medio de la ocupación en cargos directivos por CEOs profesionales con expertice acreditada en “puerta giratoria” por la que entran y salen de una pertenencia institucional o laboral a otra, pero siempre representando los mismos intereses privados.
VII. A modo de conclusión podemos resumir que el Capitalismo Neoliberal es un modelo de acumulación dineraria destinada a su inversión en forma de créditos para obtener rentas que acrecientan el patrimonio de los inversores beneficiados por esta estrategia política-económica-delictiva.
Bajo la racionalidad y lógica del Capital, necesita de un tipo de organización que se ha concretado en una mega asociación ilícita semi-formal de innumerables empresas y un sin número de participantes profesionales que colaboran o integran esta asociación con relaciones permanentes o transitorias. Su objetivo es la realización del dinero acumulado previamente y ya disponible para inversiones por medio de la relación social crédito-deuda. Para tal fin necesitan encontrar-crear deudores como ya viéramos. Este crédito no persigue, en general, que se le devuelva el dinero que invierten en el tiempo convenido: prefiere que la relación crédito-deuda se prolongue mientras le siga generando renta, que el dinero funcione como Capital.
El Capitalismo Neoliberal no ataca al Estado asistencial indiscriminadamente, sino que usa los recursos públicos de manera selectiva. Su historia da ejemplos claros de esto: el fraude empresarial, con la consigna de “too much to bancruptcy” o “too big to fail” es utilizado como la excusa de que no se pierdan los puestos de trabajo. Recordemos el fraude de grandes empresas financieras en 2007/8 en el que los gobiernos de los países del Norte, transfirieron ciento de miles de millones de dólares para “rescatar” y dejar en las mismas manos las empresas que realizaron el fraude.
En esta mega asociación delictiva del modelo de Capitalismo neoliberal, participan organismos financieros internacionales, fondos privados de inversión, innumerables personificaciones sociales como brokers, traders, lobystas, políticos y funcionarios estatales con capacidad de decidir o influenciar políticas favorablemente a la relación social crédito-deuda.
El resultado de esta estrategia política es el enriquecimiento sin límites de una pequeña minoría y su contrapartida: el crecimiento de la pobreza y de la indigencia de la inmensa mayoría de los seres humanos del planeta víctimas de las políticas delictivas del capitalismo neoliberal financiero y de su Control Social.
La Criminología Crítica está en deuda con mayores investigaciones desveladoras de este modelo victimario de la vida de los humanos y de otras especies.