Читать книгу Deja que entre el sol - Patricia A. Miller - Страница 18

13. Margot

Оглавление

Dotty se marchó de vacaciones el 12 de julio, con la salida del sol.

Nos despedimos la noche anterior como si no fuéramos a volver a vernos, y volvimos a hacerlo por la mañana antes de que su padre hiciera sonar el claxon de la furgoneta con la que iban a cruzar el país.

Hubiera dado todo lo que tenía por ir con ella, por descubrir mundo, por acompañarla en las aventuras que la esperaban en la carretera, por salir de aquel barrio de Springfield que empezaba a quedárseme pequeño.

—Prométeme que me escribirás —le pedí sin dejar de llorar.

—Prométeme que te divertirás sin mí.

Juramos que seríamos fieles a nuestras promesas y sellamos el compromiso de amistad con lágrimas, aunque en realidad no sabía si podría cumplir mi palabra. ¿Qué iba a hacer yo todo el verano sin ella?

—Margot… Tengo que decirte una cosa. —Dotty bajó la mirada a sus manos y sentí su congoja muy dentro de mí—. Es sobre JC.

—¿Sobre JC? —Me dio un vuelco el estómago sin ningún motivo. Ella y yo hablábamos de JC a todas horas, no debería extrañarme. Y, sin embargo, me recorrió una sensación preocupante—. ¿Qué pasa con JC?

—¡Vamos, Dotty! ¡Tenemos que irnos! —gritó la señora Baker.

La prisa de su madre la hizo reaccionar y su rostro confuso se convirtió en sonriente.

—Es soso y aburrido, pero tú puedes cambiar eso.

—¿Cómo? Si no estás, yo no me atreveré…

—Sigue cocinando para él —me aconsejó en un susurro al oído—. Mi madre dice que a los hombres se les conquista con una buena comida, y mi padre siempre asiente y se ríe como un bobo cuando lo oye. Por algo será, ¿no?

—Es que tu madre cocina muy bien. Es normal.

—Tú también. Haz que se muera de ganas de ti y lánzate, Margot. Invítalo a que pruebe tu lado dulce y tus partes saladas.

Nos sonrojamos, reímos y lloramos al mismo tiempo. Nos abrazamos y nos besamos y volvimos a hacer promesas tontas con tal de alargar el instante unos segundos más.

—Solo serán dos meses, chicas. Volveréis a veros en septiembre —nos recordó su padre.

Pero decir adiós no era fácil. Las despedidas tenían el mismo regusto amargo que una tarta de bergamota. Se pegaban al paladar y tardaban en desaparecer.

Deja que entre el sol

Подняться наверх