Читать книгу Los mitos griegos - Robert Graves - Страница 13
Оглавление7. El destronamiento de Crono
a. Crono se casó con su hermana Rea, a la que está consagrado el roble. Pero la Madre Tierra y su moribundo padre Urano profetizaron que uno1 de sus hijos le destronaría. Por tanto, cada año engullía a los hijos que Rea daba a luz: primero a Hestia, luego a Deméter y Hera, y después a Hades y Posidón.2
b. Rea estaba furiosa. Dio a luz a Zeus, su tercer hijo varón, en plena noche en el monte Liqueo de Arcadia, donde ninguna criatura proyecta su sombra,3 y, habiéndolo bañado en las aguas del río Neda, se lo entregó a la Madre Tierra. Ésta le llevó a Licto, en Creta, y lo ocultó en la cueva de Dicte, en el monte Egeo. La Madre Tierra lo dejó allí para que lo criaran la ninfa del fresno Adrastea y su hermana Ío, hijas ambas de Meliseo, y la ninfa-cabra Amaltea. Se alimentaba de miel y bebía la leche de Amaltea con el chivo Pan, su hermano adoptivo. Zeus estaba agradecido a estas tres ninfas por su bondad y, cuando se convirtió en Señor del Universo, colocó la imagen de Amaltea entre las estrellas como Capricornio.4 Asimismo tomó prestado uno de sus cuernos, similar al de una vaca, y se lo regaló a las hijas de Meliseo, cuerno que pasó a ser la famosa Cornucopia, o cuerno de la abundancia, siempre lleno con toda clase de comidas o bebidas que su dueño desee. Pero algunos dicen que Zeus fue amamantado por una cerda y cabalgaba montado en su lomo, y que perdió su cordón umbilical en Onfalión, cerca de Cnosos.5
c. En torno a la cuna dorada del niño Zeus, que estaba colgada de un árbol para que Crono no lo encontrara ni en la tierra, ni en el cielo ni en el mar, permanecían los Curetes armados, hijos de Rea. Se golpeaban las lanzas contra los escudos y gritaban para amortiguar el llanto del niño, por temor a que Crono pudiera oírle desde la distancia, pues Rea había envuelto una piedra en pañales y se la había dado a Crono en el monte Taumacio de Arcadia, haciéndole creer que lo que se iba a tragar era el recién nacido Zeus. Sin embargo, llegó a oídos de Crono lo que había sucedido y persiguió a Zeus, quien se transformó en una serpiente, y sus nodrizas en osas; de ahí las constelaciones de la Serpiente y las Osas.6
d. Zeus alcanzó la edad viril entre los pastores de Ida, ocupando otra cueva aparte. Luego buscó por todas partes a Metis la Titánide, que vivía junto a la corriente del océano. Siguiendo su consejo, fue a visitar a su madre Rea y le pidió que le nombrara copero de Crono. Rea le ayudó de buen grado en su tarea de venganza, proporcionándole la poción emética que Metis le había dicho a Zeus que mezclara con la bebida enmelada de Crono. Este, después de un buen trago, vomitó primero la piedra, y luego a los hermanos y hermanas mayores de Zeus. Salieron todos ilesos y, en señal de gratitud, le pidieron que les condujera en la guerra contra los Titanes, que habían elegido al gigante Atlante como caudillo, pues Crono ya no tenía edad para esas lides.7
e. La guerra duró diez años, pero al fin la Madre Tierra profetizó la victoria a su nieto Zeus a condición de que tomara como aliados a aquellos que Crono había desterrado al Tártaro. Así pues, Zeus se acercó en secreto a Campe, la vieja carcelera del Tártaro, la mató, tomó las llaves y, tras liberar a los Cíclopes y los Gigantes de Cien Manos, los fortaleció dándoles comidas y bebidas divinas. Los Cíclopes le dieron inmediatamente el rayo como arma ofensiva, a Hades le entregaron un yelmo que le tomaba invisible y a Posidón un tridente. Después que los tres hermanos hubieron celebrado un consejo de guerra, Hades entró sin ser visto en la morada de Crono para robarle sus armas; y mientras Posidón le amenazaba con el tridente para distraer su atención, Zeus le derribó con el rayo. Entonces los tres Gigantes de las Cien Manos alzaron rocas y las lanzaron contra los restantes Titanes, y un grito súbito de la cabra Pan los puso en fuga. Los dioses salieron en su persecución. Crono y todos los Titanes derrotados, excepto Atlante, fueron desterrados a una isla británica en el lejano oeste (algunos dicen que fueron confinados en el Tártaro) y se encuentran allí custodiados por los Gigantes de Cien Manos. Nunca más volvieron a perturbar la Hélade. Atlante, su caudillo guerrero, recibió un castigo ejemplar, siendo obligado a cargar el cielo sobre sus hombros. Sin embargo las Titánides fueron perdonadas, por consideración a Metis y Rea.8
f. El propio Zeus colocó en Delfos la piedra que había vomitado Crono. Aún sigue allí, constantemente untada de aceite, y sobre ella ofrecen hebras de lana sin tejer.9
g. Algunos dicen que Posidón nunca fue tragado ni vomitado, sino que Rea dio en su lugar un potrillo a Crono para que se lo comiera, y que al niño lo ocultó entre las manadas de caballos.10 Los cretenses, que son unos mentirosos, cuentan que Zeus nace cada año en la misma cueva con una llamarada y un chorro de sangre, y que cada año muere y es enterrado.11
1. Rea, igualada con Crono como Titánide del séptimo día, se puede equiparar a Dione, o Diana, la triple diosa del culto de la paloma y el roble (véase 11.2). La podadera que llevaba Saturno, equivalente latino de Crono, tenía forma de pico de cuervo y aparentemente se utilizaba en el séptimo mes del año sagrado de trece meses para castrar el roble podándole el muérdago (véase 50.2), tal como se utilizaba una hoz ritual para segar la primera espiga de grano. Ésta era la señal para el sagrado sacrificio de Zeus-rey. Y en Atenas, Crono, que compartía un templo con Rea, era adorado como el dios de la cebada, Sabacio, cercenado anualmente en el campo de cereales y llorado como Osiris o Litierses o Mañeros (véase 136.e). Pero en las épocas a las que se refieren estos mitos, ya hacía tiempo que se había permitido a los reyes prolongar sus reinados hasta un Gran Año de cien lunaciones y sacrificar en su lugar a un chico anualmente. De ahí que Crono sea representado devorando a sus propios hijos para evitar ser destronado. Porfirio (Sobre la abstinencia ii.56) cuenta que en la antigüedad los Curetes cretenses solían ofrecer a Crono sacrificios de muchachos.
2. En Creta se sustituyó pronto a la víctima humana por un niño; en Trada por un ternero; entre los adoradores eolios de Posidón, por un potro; pero en las zonas más atrasadas de Arcadia los niños eran comidos durante el sacrificio incluso hasta la era cristiana. No está claro si el ritual eleo era de tipo antropófago o si, por ser Crono un Titán-cuervo, los cuervos sagrados se comían a la víctima inmolada.
3. El nombre de Amaltea (que significa «tierna») demuestra que fue una diosa doncella; Ío era una diosa-ninfa orgiástica (véase 56.7); Adrastea significa «la inevitable», la Vieja oracular del otoño. Juntas formaban la habitual tríada de la Luna. Los griegos posteriores identificaron a Adrastea con la diosa pastoral Némesis, del fresno que produce la lluvia, que se había convertido en diosa de la venganza (véase 32.2). Ío era representada en Argos como una vaca blanca en celo —algunas monedas cretenses de Presus muestran a Zeus siendo amamantado por ella—, pero Amaltea, que vivía en la «Colina de la Cabra», fue siempre una cabra; y Meliseo («hombre de miel»), el supuesto padre de Adrastea e Ío, es realmente su madre —Melissa, la diosa como abeja reina que cada año mataba a su consorte macho. Diodoro Sículo (v.70) y Calimaco (Himno a Zeus 49) hacen que las abejas alimenten al niño Zeus. Pero su madre adoptiva aparece a veces representada como una cerda, porque ése era uno de los emblemas de las diosas viejas (véanse 74.4 y 96.2); y en las monedas cidonias es una perra, como la que amamantó a Neleo (véase 68.d). Las osas son las bestias de Ártemis (véanse 22.4 y 80.c) —a cuyos holocaustos asistían los Curetes— y Zeus como serpiente es Zeus Ctesio, protector de los almacenes, porque las serpientes eliminan a los ratones.
4. Los Curetes eran los acompañantes armados del rey sagrado, cuyo choque de armas estaba destinado a ahuyentar los malos espíritus durante las ceremonias rituales (véase 30.a). Su nombre, que los griegos posteriores entendieron como «jóvenes varones que se han rapado el pelo», significaba probablemente «devotos de Ker o Car», un título bastante extendido de la Triple Diosa (véase 57.2). Heracles ganó su cornucopia al toro Aqueloo (véase 142.J), y el enorme tamaño de los cuernos de la cabra salvaje cretense ha llevado a muchos mitógrafos desconocedores de Creta a atribuir a Amaltea un cuerno de vaca anormal.
5. Al parecer los invasores helenos brindaron su amistad a los pueblos prehelénicos que practicaban el culto a los Titanes, pero poco a poco fueron distanciándose de sus aliados e invadieron el Peloponeso. Según Thallus, historiador del siglo I citado por Taciano en su Alocución a los griegos, la victoria de Zeus en alianza con los Gigantes de Cien Manos sobre los Titanes de Tesalia debió de tener lugar «trescientos veintidós años antes del sitio de Troya», es decir, en el 1505 a.C., fecha probable para la expansión del poderío helénico en Tesalia. La cesión de la soberanía a Zeus evoca un acontecimiento similar de la épica babilónica de la creación, cuando Marduk fue revestido de poderes por sus hermanos mayores Lahmu y Lahamu para luchar contra Tiamat.
6. La hermandad de Hades, Posidón y Zeus recuerda a la de la trinidad masculina védica —Mitra, Varuna e Indra (véanse 3.1 y 132.5), que aparece en un tratado hitita fechado en torno al año 1380 a.C., sólo que en este mito parecen representar las tres sucesivas invasiones helénicas, conocidas comúnmente como jonia, eolia y aquea. Los adoradores prehelénicos de la Diosa Madre asimilaron a los jonios, que se convirtieron en hijos de lo, y sometieron a los eolios, pero fueron arrasados por los aqueos. Los primeros caudillos helenos que llegaron a ser reyes sagrados del culto del roble y el fresno adoptaron los títulos de «Zeus» y «Posidón», y estaban obligados a morir al final de sus respectivos reinados (véase 45.2). Estos dos árboles suelen atraer al rayo, y por eso figuran en las ceremonias de invocación de la lluvia y del fuego en toda Europa.
7. La victoria de los aqueos puso fin a la tradición de los sacrificios reales. Convirtieron a Zeus y Posidón en inmortales, representándolos a ambos armados con el rayo, un hacha doble de pedernal, esgrimida en un tiempo por Rea, que en las religiones micea y minoica estaba vedada a los hombres (véase 131.6). Más tarde, el rayo de Posidón se transformó en un arpón de tres puntas, pues sus principales adoradores se habían hecho marineros, en tanto que Zeus siguió conservando el suyo como símbolo de la suprema soberanía. El nombre de Posidón, que a veces se deletreaba Potidan, puede que fuera tomado del de su madre diosa, en honor a la cual la ciudad de Potidea fue llamada «diosa acuática de Ida», refiriéndose Ida a cualquier montaña poblada de árboles. El hecho de que los Gigantes de Cien Manos protegieran a los Titanes en el lejano Occidente probablemente se explique porque los pelasgos, entre cuyos últimos habitantes se encontraban los centauros de Magnesia —centauro es tal vez el equivalente al término latino centuria, que significa «grupo guerrero formado por cien hombres»—, no abandonaron el culto a los Titanes y continuaron creyendo en un paraíso situado en el remoto oeste donde el firmamento era sostenido por Atlante.
8. El nombre de Rea es seguramente una variante de Era, «tierra». Su ave principal era la paloma, y su animal el león montañés. El nombre de Deméter significa «la madre Cebada»; Hestia (véase 20.c) es la diosa del Hogar. La piedra de Delfos utilizada en las ceremonias de invocación de la lluvia debió de ser probablemente un meteorito de considerable tamaño.
9. Dicte y el monte Liqueo eran antiguos centros del culto a Zeus. Posiblemente en el monte Liqueo se ofrecía un sacrificio en pira cuando nadie podía proyectar su sombra, es decir, al mediodía de pleno verano. Pausanias añade que en Etiopía, cuando el sol está en Cáncer, nadie proyecta su sombra, pero que es el mismo caso que se da en el monte Liqueo. Puede que estuviera haciendo un juego de palabras: a nadie que se adentraba en este recinto se le permitía seguir con vida (Arato: Fenómenos, 91), y es bien sabido que la muerte no proyecta sombra (Plutarco: Cuestiones griegas, 39). La cueva de Psicro, considerada comúnmente la Cueva Dictea, está erróneamente ubicada, ya que la auténtica aún no ha sido descubierta. Onfalión («pequeño ombligo») sugiere la localización de un oráculo (véase 20.2).
10. El repentino grito de Pan que aterrorizó a los Titanes se hizo proverbial; de ahí la palabra «pánico» (véase 26.c).