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12, Hera y sus hijos

a. Hera, hija de Crono y Rea, nacida según algunos en la isla de Sanios, y según otros en Argos, fue criada en la Arcadia por Temeno, hijo de Pelasgo. Sus nodrizas fueron las Estaciones.1 Después de desterrar a su padre Crono, Zeus, el hermano gemelo de Hera, fue a visitarla a Cnosos, en Creta, o, según otros, en el monte Tórnax (llamado ahora Montaña del Cuco). Allí la cortejó, sin ningún éxito al principio.

Pero luego ella se apiadó de él cuando adoptó la forma de un cuco cochambroso, y entonces le calentó tiernamente en su seno. En ese momento él recuperó su verdadera apariencia y la violó, y ella se vio obligada a casarse con él por vergüenza 2.

b. Todos los dioses presentaron sus regalos en la boda; muy especialmente la Madre Tierra, quien regaló a Hera un árbol con manzanas de oro, que más tarde guardaron las Hespérides en el jardín de Hera, situado en el monte Atlas. Ella y Zeus pasaron su noche de bodas en Samos, noche que duró trescientos años. Hera se baña periódicamente en la fuente de Canatos, cerca de Argos, renovando de esta forma su virginidad.3

c. De la unión de Hera y Zeus nacieron las deidades Ares, Hefesto y Hebe, aunque algunos dicen que Ares y su hermana gemela Eris fueron concebidos cuando Hera tocó cierta flor, y Hebe cuando tocó una lechuga,4 y que Hefesto también era su hijo partogénico, algo que él no creyó hasta que la aprisionó en una silla mecánica cuyos brazos atrapaban a todo el que se sentaba, y así la obligó a jurar por el río Estigia que no estaba mintiendo. Otros aseguran que Hefesto era hijo suyo habido con Talos, el sobrino de Dédalo.5

1. El nombre de Hera, considerado normalmente una palabra griega que significa «dama», puede que fuera originalmente Herwa («protectora»). Es la Gran Diosa prehelénica. Samos y Argos eran los principales centros de su culto en Grecia, pero los arcadios afirmaban que su culto a Hera era anterior, haciéndolo contemporáneo de Pelasgo («antiguo»), su antecesor nacido de la tierra. El matrimonio obligado de Hera con Zeus conmemora las conquistas de Creta y la Grecia micénica (es decir, «cretanizada»), y el final de su supremacía en ambos países. Probablemente Zeus se acercó a ella disfrazado de cuco cochambroso, en el sentido de que ciertos helenos que llegaron a Grecia como fugitivos aceptaron un empleo en la guardia real, organizaron una conspiración palaciega y tomaron el reino. Cnosos fue saqueada dos veces, al parecer por los helenos, una vez alrededor del 1700 a.C. y la segunda en tomo al 1400 a.C.; Micenas cayó en poder de los aqueos un siglo después. El dios Indra del Ramayana también corteja a una ninfa disfrazándose de cuco. Zeus tomó, pues, el cetro de Hera, coronado por un cuco. En Micenas se han encontrado figurillas de pan de oro de una diosa argiva desnuda sosteniendo cucos, y cucos son también las aves que se posan en un modelo de templo en pan de oro del mismo lugar. En el famoso sarcófago cretense de Hagia Triada hay un cuco posado sobre un hacha doble.

2. Hebe, la diosa en su infancia, fue nombrada copera de los dioses en el culto olímpico. Finalmente se casó con Heracles (véase 145.¿ y 5), después que Ganimedes le usurpara el cargo (véase 29.c). «Hefesto» parece haber sido un título de rey sagrado como semidiós solar; «Ares», un título de su caudillo de guerra, o heredero, cuyo emblema era el jabalí. Ambos se convirtieron en nombres divinos cuando se estableció el culto olímpico y fueron elegidos para desempeñar respectivamente las funciones de dios de la Guerra y dios de los Herreros. La «cierta flor» parece haber sido la epigea o espina blanca. Ovidio hace que la diosa Flora —con cuyo culto se asociaba esta flor— se la muestre a Hera. La epigea o espina blanca está relacionada con la concepción milagrosa en el mito europeo popular: en la literatura celta su «hermana» es la espina negra o endrino, símbolo de la Discordia representada por Eris, hermana gemela de Ares.

3. Talos, el herrero, era un héroe cretense nacido de Perdix («perdiz»), hermana de Dédalo, con la que el mitógrafo identifica a Hera. Las perdices eran consagradas a la Gran Diosa y figuraban en las orgías del equinoccio de primavera del Mediterráneo oriental, cuando se ejecutaba una danza imitando el paso renqueante de las perdices macho. Aristóteles, Plinio y Ebano dicen que las hembras se quedaban preñadas sólo con oír el canto del macho. El cojo Hefesto y Talos parecen tener el mismo carácter partogénico, y ambos fueron arrojados desde una altura por furibundos rivales (véanse 23 .b y 92.h), originalmente en honor de su diosa-madre.

4. En Argos, la famosa estatua de Hera fue asentada en un trono de oro y marfil. Es posible que la historia de su aprisionamiento en una silla surgiera de la costumbre griega de encadenar las estatuas divinas a sus tronos «para evitar que huyeran». Si se perdía una estatua antigua de un dios o diosa, una ciudad podía perder el derecho a contar con la protección divina; por eso los romanos adoptaron como costumbre lo que muy educadamente se llamaba «atraer» los dioses a Roma —que en la época imperial se había convertido ya en un nido de urracas. «Las Estaciones fueron sus nodrizas» es una forma de decir que Hera era una diosa del calendario anual; de ahí el cuco primaveral en su cetro y la granada madura del otoño que ella llevaba en su mano izquierda para simbolizar la muerte del año.

5. Un héroe, tal como la propia palabra indica, era un rey sagrado que había sido sacrificado a Hera, cuyo cuerpo estaba a salvo bajo tierra y cuya alma había ido a disfrutar del paraíso de la diosa, situado en la parte trasera del Viento del Norte. Sus manzanas de oro, tanto en el mito griego como en el celta, representaban el pasaporte a este paraíso (véanse 53.7 y 159.3).

6. El baño anual con el que Hera renovaba su virginidad también fue adoptado por Afrodita en Pafos. Parece que era la ceremonia de purificación prescrita a una sacerdotisa de la Luna tras el asesinato de su amante, el rey sagrado (véanse 22.1 y 150.7). Por ser la diosa del año vegetativo, primavera, verano y otoño (simbolizada también por la luna nueva, llena y vieja), a Hera se le rendía culto en Estínfalo como Niña, Novia y Viuda (Pausanias: viii.22.2; véase 128.d).

7. La noche de bodas en Samos duró trescientos años, tal vez porque el año sagrado samio, al igual que el etrusco, se componía solamente de diez meses con treinta días cada uno, omitiendo enero y febrero (Macrobio: i. 13). Cada día se prolongó hasta un año. Pero puede que aquí la intención del mitógrafo fuera apuntar que los helenos tardaron trescientos años en imponer la monogamia entre las gentes de Hera.

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