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9. Zeus y Metis

a. Algunos helenos cuentan que Atenea tenía un padre llamado Palas, un gigante-cabra alado que posteriormente intentó ultrajarla, y cuyo nombre añadió ella al suyo propio después de haberle quitado la piel para hacer la égida y las alas para adosarlas a sus propios hombros.1 Eso, si la égida no era en realidad la piel de la gorgona Medusa, a la que desolló tras haberla decapitado Perseo.2

b. Otros dicen que su padre era un tal Itono, rey de Itón en Ftiótide, a cuya hija Yodama mató accidentalmente al permitirle contemplar la cabeza de la gorgona,3 una noche en que penetró a escondidas en el recinto, convirtiéndola así en un bloque de piedra.

c. Incluso hay quien dice que su padre era Posidón, pero que ella renegó de él y pidió ser adoptada por Zeus, a lo que éste accedió encantado.4

d. Pero los propios sacerdotes de Atenea cuentan el siguiente relato sobre su nacimiento: Zeus deseaba a la titánide Metis, quien adoptó diversas formas para huir de él, hasta que por fin la atrapó y la hizo concebir. Un oráculo de la Madre Tierra declaró entonces que sería una niña y que, si Metis volvía a concebir, daría a luz un hijo cuyo destino era destronar a Zeus, tal como Zeus había destronado a Crono y éste a su vez a Urano. Así pues, seduciendo a Metis con dulces palabras para que se acostara sobre un lecho, Zeus abrió la boca de repente y se la tragó. Éste fue el final de Metis, aunque después él alegara que ella le aconsejaba desde dentro de su vientre. A su debido tiempo él fue presa de una terrible migraña mientras caminaba por la orilla del lago Tritón, tanto que creía que le iba a estallar la cabeza y sus gritos de rabia resonaban en todo el firmamento. Hermes acudió a ver qué ocurría, y al instan te adivinó la causa del malestar de Zeus. Convenció a Hefesto (aunque algunos dicen que a Prometeo) para que tomara su cincel y su martíllete y abriera una brecha en el cráneo de Zeus, del cual salió Atenea, totalmente armada, dando un potente grito.5

1. J. E. Harrison describió acertadamente la historia del nacimiento de Atenea saliendo de la cabeza de Zeus como «un desesperado expediente teológico para liberarla de su condición matriarcal». Es también una forma de insistencia dogmática en que la sabiduría es una prerrogativa masculina, ya que hasta entonces este don había sido exclusivo de la diosa. De hecho, Hesíodo se las arregló para reconciliar tres visiones que entraban en conflicto en su relato:

1. Atenea, la diosa de la ciudad de Atenas, era la hija partogénica de la inmortal Metis, titánide del cuarto día, y del planeta Mercurio, regente de todos los conocimientos y la sabiduría.

2. Zeus se tragó a Metis, pero no por ello perdió la sabiduría (es decir, los aqueos suprimieron el culto a los Titanes y atribuyeron toda la sabiduría a su dios Zeus).

3. Atenea era hija de Zeus (es decir, los aqueos insistieron en que los atenienses debían reconocer la soberanía patriarcal de Zeus).

Tomó prestado el mecanismo de su mito de ejemplos similares: Zeus persiguiendo a Némesis (véase 32.¿>); Crono engullendo a sus hijos e hijas (véase 7.a); el renacimiento de Dioniso saliendo del muslo de Zeus (véase 14.c); y la apertura de la cabeza de la Madre Tierra con un hacha por dos hombres, aparentemente para dejar salir a Core (véase 24.3) —como se muestra, por ejemplo, en una zafra con figuras negras que se encuentra en la Biblioteca Nacional de París. Posteriormente, Atenea es la obediente portavoz de Zeus, suprime deliberadamente sus antecedentes y se rodea de sacerdotes en lugar de sacerdotisas.

2. Palas, que significa «doncella», es un nombre poco apropiado para el gigante alado cuyo atentado contra la castidad de Atenea se deduce probablemente de una pintura de su matrimonio ritual, como Atenea Lafria, con un rey cabra (véase 89.4), tras una lucha armada con su rival (véase 8.7). Esta costumbre libia del matrimonio con cabras se extendió al norte de Europa como parte de las festividades de la Víspera de Mayo. Hubo un tiempo en que los akan, un pueblo libio, desollaban también a sus reyes.

3. El que Atenea repudiara la paternidad de Posidón está relacionado con un cambio temprano en la soberanía de la ciudad de Atenas (véase 16.3).

4. El mito de Itono («hombre sauce») representa la afirmación de los itonianos de que adoraban a Atenea incluso antes de que lo hicieran los atenienses; y su nombre demuestra que ella tenía un culto del sauce en Ftiótide —como el de su equivalente, la diosa Anatha en Jerusalén, hasta que los sacerdotes de Jehová la expulsaron y reclamaron el sauce productor de lluvia como su árbol en la Fiesta de los Tabernáculos.

5. Habría significado la pena de muerte para un hombre tomar una égida —la túnica de castidad hecha de piel de cabra y utilizada por las muchachas libias— sin el permiso de su dueña; de ahí la máscara profiláctica de gorgona puesta encima de ella y la serpiente escondida en su bolsa o bolsillo de cuero. Pero, dado que la égida de Atenea se describe como escudo, en La diosa blanca (p. 279) sugiero que podía haber sido una funda para cubrir un disco sagrado, como el que contenía el secreto alfabético de Palamedes, cuya invención se le atribuye a él (véanse 52.a y 162.5). El profesor Richter afirma que las figurillas chipriotas que sostienen discos del mismo tamaño, en proporción, que el famoso de Festo, en el cual se halla grabada una leyenda sagrada en espiral, son las antecesoras de Atenea y su égida. Los escudos heroicos tan minuciosamente descritos por Homero y Hesíodo parece que tenían pictografías grabadas en una banda espiral.

6. Yodama, que probablemente significa «novilla de lo», debió de ser una antigua imagen de piedra de la diosa Luna (véase 56.7), y la historia de su petrificación es una advertencia a las chicas atrevidas sobre el peligro de violar los misterios (véase 23.d).

7. Sería erróneo pensar en Atenea como la diosa única o predominante en Atenas. Varias antiguas acrópolis estaban consagradas a ella, incluida la de Argos (Pausanias: ii.24.3), Esparta (ibíd., 3.17.1), Troya (Ilíada: vi.88), Esmirna (Estrabón: iv.1.4.), Epidauro (Pausanias: ii.32.5), Trecén (Pausanias: iii.23.10) y Feneo (Pausanias: x.38.5). Todos ellos son lugares prehelénicos.

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