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Saber y sabiduría

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Existe una gran diferencia entre el conocimiento y la comprensión. Conocimiento significa que sabemos algo porque lo hemos percibido. Comprensión significa que hemos entendido también el contexto y las causas del asunto. Nuestros conocimientos son la base para nuestro saber, mientras que la sabiduría constituye la base para nuestra comprensión.

El saber es una acumulación organizada de conocimientos que hemos adquirido en el trascurso del tiempo.

Debido a las limitaciones del intelecto nació el saber, y del saber resultaron las ciencias.

El saber y las ciencias surgieron de la ignorancia y por ello jamás podrán dar respuestas definitivas a nuestras preguntas.

Esto significa que el saber nació del anhelo por la verdad, lo cual en realidad no está mal. Por lo contrario, es algo muy bueno. Pero puede tener consecuencias graves si únicamente creemos en nuestro saber y en las ciencias y basamos nuestra vida exclusivamente en ellas. Porque así restringimos nuestra percepción a lo ya conocido, dejando de ver o ignorando el resto, si bien no conocido por nosotros, sí existente.

El saber es una acumulación de informaciones. Para decirlo de otra manera, el saber es material informativo muerto. Es material muerto porque tiene que ser revivido por nosotros. El saber depende de los científicos y las aplicaciones que se le dé, no vive por sí mismo.

¿Cómo puede algo muerto explicar la vida?

Cada uno de nosotros puede adquirir saber en la escuela o en la universidad. Por lo tanto, el saber es algo transferible y vive únicamente a través de quien lo aplica. El saber es inútil si no lo poseemos o aplicamos. Podemos poseer el mejor carro del mundo, pero si no podemos conducirlo, no tiene ninguna utilidad para nosotros.

¿Y qué sucede con la sabiduría?

La sabiduría es información viva que no depende de los seres humanos y vive por sí misma. La sabiduría es la verdad viva. Libre del espacio y del tiempo, es válida por toda la eternidad. El saber nace del sentido común de las personas, pero la sabiduría nace de la conciencia divina. El saber es un intento de explicar lo desconocido, ya que el intelecto solo comprende y procesa los acontecimientos a posteriori. El corazón percibe las cosas directamente y de antemano, y no requiere de instrumentos, sino que envía y recibe principalmente sentimientos y sensaciones. Por ello podemos percibir la verdad viva sobre todo a través de los sentimientos y las sensaciones. Esta capacidad, así como el acceso a la sabiduría, lo tenemos todos. La verdad viva está presente en el interior de toda persona, y puede y quiere ser utilizada. Sin embargo, nosotros mismos nos obstaculizamos el camino hacia ella al cederle a nuestra intelecto la función de guía y declarar como tontería, abracadabra o efecto placebo todo aquello que este no nos puede explicar.

Tanto las personas instruidas, así como los científicos buscan la verdad y quieren servirle a los seres humanos. Debemos valorarlos a ellos y su labor, y agradecerles su empeño. Pero ellos no pueden dar una respuesta definitiva a nuestras preguntas. Las respuestas las encuentra el ser humano solamente en sí mismo y en su corazón, donde la sabiduría espera con anhelo el momento de su descubrimiento.

¡Solamente alcanzamos la verdad si dejamos de inventarla!

¡Todo conocimiento es un encuentro personal con Dios!

El triunfo del amor sobre el ego

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