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¿Vivir o dejar vivir?
ОглавлениеLos seres humanos tenemos dos posibilidades formar nuestra vida: o nos realizamos nosotros mismos y vivimos nuestra propia vida, o realizamos la idea de los demás en nuestra vida y les entregamos nuestro espacio vital.
La mayoría de las personas se levantan por las mañanas, se cepillan los dientes, desayunan algo, van al trabajo, vuelven cansados a casa, hacen los oficios domésticos, comen y se acuestan a dormir.
Pero ¿por qué lo hacen? ¿Qué metas y valores tienen? ¿Qué normas tienen? ¿Por qué viven? ¿Qué sentido tiene su vida?
Si un ser humano hace algo por convicción propia, vive por si mismo. Pero si sigue lo que los otros consideran correcto y adecuado, no vive por sí mismo, sino que permite que otros formen su comportamiento y su vida. Esto significa que no actúa de acuerdo con sus propios valores, sino según los valores de los demás. Cuando adoptamos valores y normas del exterior para construir nuestra vida sin someterlos a una revisión, dejamos de desarrollarnos5 mentalmente.
El desarrollo mental no es posible sin independencia y autonomía mental.
Si alguien imita a un ídolo, renuncia a su propia vida para vivir la vida de su modelo. La consecuencia es una vida llena de patrones ajenos. Solo de esta manera es posible que una revista cualquiera decida sublimemente sobre cómo nos cortemos el cabello y nos vistamos, en qué gastamos nuestro dinero o qué nos parece bueno o malo. Personas que ni siquiera conocemos determinan nuestro comportamiento y, de esta manera, nuestra vida. Así nos convertimos lenta e imperceptiblemente en marionetas sin voluntad propia que ya no se mueven, sino que se dejan mover y dirigir.
Estar vivo significa vivir para sí mismo; ser libre, independiente y auténtico.
No deberíamos buscar modelos, sino actuar nosotros mismos de manera ejemplar para un noble comportamiento.
Vivir también significa que vivamos y gocemos nuestro ser verdadero. En otras palabras, que nos dediquemos constructivamente a la propia persona y la propia vida, reconozcamos nuestro ser verdadero y nuestros talentos y los empleemos para el bien de todos.
Dejar vivir significa que ayudemos a nuestros semejantes a reconocerse a sí mismos, a realizarse y, de esta manera, a ser felices. Solo deberíamos ofrecer nuestra ayuda y no imponérsela a nadie. No deberíamos intervenir en el destino de los otros sin más, sin considerar las posibles consecuencias de ello. Entonces, dejar vivir significa también que dejemos en paz a nuestros semejantes para que realicen aquello que consideren correcto, aun a riesgo de que, en el futuro, se evidencie como error.
Toda persona tiene el derecho de cometer cuantos errores sean necesarios para crecer en su mente, bajo la condición de que no sea un obstáculo para la realización propia de los demás.
Vivir o dejar vivir: ambos prosperan si nos respetamos, apreciamos y amamos mutuamente, y si nos concedemos unos a otros el espacio vital que necesitamos para nuestro crecimiento mental.