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Filosofía

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Desde el punto del lenguaje, la filosofía tiene dos significados:

1. Es la teoría sobre la esencia de las cosas, por ejemplo, sobre el sentido de la vida.

2. Significa también la visión del mundo y su percepción a nivel personal o comunitario.

Desafortunadamente ambas descripciones son muy superficiales, pues la filosofía es mucho más.

Nació del amor por la verdad, es decir, por la sabiduría. Los filósofos han sido y son personas que desean reconocer y comprender la verdad en todo y en todas las personas. Por su amor a la verdad, no siempre hicieron amigos. Siempre han existido personas que no quieren escuchar la verdad, especialmente sobre sí mismos y sus actos. Cuando tales personas tienen además poder, la vida de los verdaderos filósofos se hace difícil. Eso no solamente fue así en la Antigüedad, sino que lo sigue siendo en el presente. La razón de ello reside en que los egoístas que persiguen el poder no han aprendido mucho hasta hoy y siguen intentando esclavizar a otros.

Sin embargo, finalmente la filosofía surgió de la carencia de conocimientos y de sabiduría. Adicionalmente, el amor por la verdad de los inicios se transformó en el transcurso del tiempo hasta convertirse en algo completamente diferente.

Desafortunadamente, la filosofía es una calle espiritual sin salida.

Filosofar significa la forma intelectual de razonar sobre la vida.

A los filósofos les gusta inventar todo tipo de teorías para luego intentar reunir la mayor cantidad posible de argumentos que demuestren que sus tesis son correctas. Es como en un bazar de pensamientos y puntos de vista. El resultado final es siempre una excesiva sutileza. No tenemos que inventarnos la vida y su sentido, sino que tenemos que reconocerla. Este es el mayor problema y malentendido que la filosofía tiene consigo misma.

Los filósofos siempre pensaron que tenían que inventar pensamientos e ideas que llegaran lo más cerca posible a la verdad y se pudieran demostrar. Eso significa que intentaron explicar la vida por medio del sentido común y el intelecto. En vez de reconocer el sentido de la vida, procuraron inventarse uno. En estos intentos, desafortunadamente, muchas cosas salieron mal. Filosofías falsas y orientadas al poder han causado en muchas personas la impresión de que es lícito de atacar a otras naciones, imponerse sobre otros y decidir sobre la vida y la muerte de los seres humanos y los animales. Sigue sucediendo hasta hoy que aquellos personajes de la historia que han matado, saqueado y violado son celebrados como héroes de la nación y aún tienen seguidores. Todavía hoy se presenta con orgullo en museos de todo el mundo el botín de estos supuestos héroes. El hecho de que millones de personas hayan perdido sus bienes, hijos, familias, amigos e incluso hasta su vida parece carecer de significado.

La filosofía intelectual se encuentra hasta el día de hoy en cualquier esquina de la calle. Si se le pregunta por la verdad a un conductor de bus, un carnicero, un carpintero, un deportista o un político, no nos dirán nada sobre la verdad, sino solamente sobre cómo la ven.

Cuanto más filosofemos sobre la vida, tanto más nos alejamos de la vida verdadera.

Mientras filosofemos no tenemos una relación con la verdad, ya que nos estamos ocupando de nuestra propia verdad. Nuestra propia verdad inventada es la idea que tenemos de la vida. Esta idea está situada entre nosotros y la vida. Quien filosofa sobre todo lo posible e imposible pierde poco a poco la relación con la vida. Estará concentrado únicamente en juzgar las cosas, en vez de reconocerlas.

Sin embargo, no necesitamos inventos para reconocer y comprender la naturaleza de las cosas, pues contamos con la posibilidad de la percepción directa.

Si amamos la verdad, esta se nos revela naturalmente. Únicamente tenemos que perseguirla para cazarla si no la amamos y la queremos utilizar en favor de nuestros sueños egocéntricos. La verdad no se esconde, no tenemos que investigarla. Todo lleva la verdad dentro de sí y revela su naturaleza si es amada.

Filosofamos por ignorancia con el fin de establecer teorías sobre la verdad. Por decirlo de otra manera, filosofamos allí donde no amamos la verdad y la vida y por consiguiente no las reconocemos.

Quien reconoce la verdad en su corazón no necesita ni teorías ni filosofías.

Quien quiera percibir la verdad directa y inmediatamente tiene que liberar su conciencia y su comportamiento de pensamientos, palabras, actos e intenciones opacos y egoístas. Esta evolución toma mucho tiempo y requiere de mucha paciencia, valor y persistencia. Pero el ser verdadero recibirá al final una recompensa cuya abundancia nunca habría sido capaz de imaginar.

Quien quiera percibir el ser de las cosas directa e inmediatamente tiene que encontrar su verdadero ser paso a paso, corrigiendo su comportamiento y su conciencia.

El triunfo del amor sobre el ego

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