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Patrones de conducta, mecanismos y automatismos

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Existen dos tipos de patrones de conducta: aquellos que inventamos y aquellos que adoptamos de nuestros semejantes y modelos. En ciertas situaciones nos inventamos un patrón de conducta sin tener conciencia de ello. Estos patrones surgen por reacciones típicas de nuestro carácter ante situaciones cotidianas y pueden ser muy diversos. Nos escondemos, por ejemplo, detrás de un patrón de conducta para encubrir nuestra inseguridad. O intentamos aumentar nuestro valor artificialmente y exhibir una gran fortaleza. Utilizamos tales patrones solamente si ya los hemos aplicado con éxito en alguna situación anterior. Con el fin de experimentar el mismo éxito en casos similares, nos comportamos de manera idéntica y reaccionamos del mismo modo que antes. Los patrones de conducta nacen a través de esta repetición de determinados modos de comportamiento.

Cuando adoptamos patrones de conducta de nuestros semejantes o modelos, regularmente se trata de personas que admiramos y en quienes suponemos capacidades y características especiales. Casi siempre son personas que son como quisiéramos ser. Al empezar a comportarnos como estos modelos, estamos intentando acercarnos a ellos tanto como sea posible. Para poder llegar a ser como ellos, tenemos que comportarnos como ellos. De esta manera, sin percatarnos de ello, adoptamos inconscientemente patrones de conducta de nuestros modelos. Este acto de imitación puede reducirse a un corte de pelo o una manera de vestir, o bien influir sobre toda la vida.

A través de la repetición de estos patrones de conducta surgen mecanismos que, sin que lo percibamos, se apropian del mando sobre nosotros y nuestro carácter. Los mecanismos son aquellos patrones de conducta que hacemos patentes sin reflexionar sobre ello.

En el transcurso del tiempo, la repetición de los mecanismos da lugar a automatismos. Se trata de patrones de conducta que han llegado a constituir una parte de nuestro carácter y de nuestra vida. Nos identificamos con estos automatismos y nunca los ponemos en tela de juicio.

Nuestro mundo nos brinda diariamente suficientes ejemplos de patrones de conducta los cuales no tienen nada que ver, ni con el sentido común, ni con la razón. Esto solo es posible cuando hacemos o permitimos algo como una marioneta, sin pensar en nuestros actos y sus consecuencias. También es algo que conduce a acciones colectivas irreflexivas que carecen de toda explicación lógica. Se produce así la batalla entre seres humanos que se hieren mutuamente únicamente por pertenecer a clubes deportivos diferentes. También así los seres humanos se combaten entre sí en la guerra solo porque se les ordenó hacerlo.

Podemos entonces reconocer que muchos mecanismos y automatismos que nos vuelven la vida inútilmente difícil pueden surgir de patrones de conducta sencillos y banales.

Por lo tanto, quien desee ser feliz, debe descubrir y corregir sus patrones de conducta, mecanismos y automatismos.

Debemos aprender a decidir todo de una manera absolutamente consciente y a sostener esta decisión. Únicamente así se puede garantizar que solo actuemos en concordancia con nuestro corazón.

Si no determinamos nuestro comportamiento nosotros mismos, permitimos que otras fuerzas tomen el mando de nuestra vida.

¡Nos convertimos en marionetas, consumidores y trabajadores que hacen todo lo que se les dice sin reflexionar sobre las consecuencias!

El triunfo del amor sobre el ego

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