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EL TRASTORNO FEMENINO
Оглавление«Sex and the city» y su secuela actual de amigas lesbianas han encontrado lo que se llama un «nicho» televisivo que pone en escena la trillada pregunta freudiana: «¿Qué quiere una mujer?». No hay que creer que contesta a la pregunta, ya que lo que ellas ponen en escena son ciertos fantasmas, tanto de ellos como de ellas.
Pero entonces: ¿qué quiere una mujer? ¿Son ellas perversas?
He tratado de decir algo acerca de este interrogante en otro lugar,8 pero es verdad que siempre ha sido difícil situar su goce y, en consecuencia, decir en qué una mujer es perversa; son los hombres quienes aseguran que las mujeres son masoquistas o son ellos mismos los que inventan —como Sacher Masoch— una escena en la que ella tiene el látigo, pero siguiendo las indicaciones del otro, para que sea el otro el que goce.
Por esta razón Lacan, por ejemplo, termina por considerar que la feminidad misma está ligada a cierta perversión como la necrofilia —Juana la loca arrastrando el cadáver de su consorte mostraría que cada mujer está ligada a un hombre muerto o castrado con el que goza—, el fetichismo —el hijo o el pene pueden ser objeto de culto sin el cual es imposible gozar para algunas—, la homosexualidad —que, dice Lacan, debería llamarse ¡heterosexualidad!, ya que las homosexuales son las mujeres que mejor testimonian del amor a una mujer como Otro absoluto.
Salvo las homosexuales, hasta ahora ninguna mujer —ni siquiera las psicoanalistas, se queja Lacan— ha podido decir nada de su imposible goce.
A excepción, claro está, de Lou Andreas Salomé.9