Читать книгу Amar sin miedo a malcriar - Yolanda Gónzalez Vara - Страница 30
Una nota sobre la depresión infantil
ОглавлениеSegún datos de un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (1999) obtenidos por un prestigioso psiquiatra: «Así como el aumento de la ansiedad caracterizó el siglo XX, se pronostica que el siglo XXI se caracterizará por un gran incremento de la depresión a nivel mundial, no sólo en la etapa adulta, sino también en el mundo infantil». Habitualmente se confunde depresión con episodios puntuales de tristeza infantil. La depresión infantil genera impotencia, abatimiento, irritación y repliegue sobre sí mismo, fruto de una resignación profunda interiorizada a causa de una renuncia a la satisfacción de sus necesidades afectivas. Pero la depresión no sólo afecta cada vez a etapas más tempranas infantiles, ¡sino que se detecta ya incluso en bebés!
Lo más alarmante es que, según la investigación de la Facultad de Medicina Baylor College (1999), se ha comprobado a través de estudios forenses que los bebés deprimidos desarrollan cerebros hasta un 20 % y un 30 % más pequeños que los bebés considerados normales.
Estos cerebros disminuidos, llamados «cerebros tristes», respondieron a bebés que no jugaban mucho o recibían pocas caricias. Se descubrió que las mamás deprimidas no estimulaban adecuadamente a sus bebés, reduciéndose la actividad cerebral con altibajos que respondían al estado emocional de la madre.
En el mismo estudio se destacaba la importancia de hablar y abrazar al bebé para que reciba la atención y estimulación necesaria. ¿Qué ocurrió en estos bebés para que lleguen a la depresión? Muy probablemente lloraron buscando la atención afectiva, la mirada, el calor, el mimo de su mamá o cuidadora principal. Quizá su llanto llegó a cotas de desesperación y rabia como intento desgarrado de obtener una respuesta hasta que, finalmente y ante sus intentos fallidos de atención, callaron y se resignaron, como si su cuerpecito expresara a través de su mirada apagada y huidiza: «nada puedo hacer», instalándose de esta forma la depresión.
Debemos estar atentos para discriminar entre bebés buenecitos y bebés en vías de depresión. No es lo mismo ser un bebé tranquilo y satisfecho, con la mirada viva y deseoso de explorar el entorno inmediato, que un bebé pasivo, que evita la conexión ocular o mira al vacío, mientras permanece supuestamente tranquilo.
Tengo especial cuidado en no diagnosticar cualquier situación si no veo in situ todo el sistema familiar. Por tanto, sugiero que es importante evitar la tentación de llegar a conclusiones con tu bebé que pudieran ser equivocadas o alarmistas. Simplemente, observa y contacta con lo que te transmite tu bebé y si algo te preocupa o tienes dudas, consulta.
En el proceso de maternidad o paternidad es natural tener dudas. Nos hacemos madres poco a poco, no sólo a través de la activación de memorias instintivas, sino por medio de nuestra propia experiencia como hijas, además de los conocimientos adquiridos. En ocasiones el instinto maternal que se desarrolla tras el nacimiento puede tener algún bloqueo que impida el contacto directo y segurizante con el bebé. Nuestro propio carácter o tipo de vínculo también pueden dificultar la interacción saludable con nuestro bebé, pero en las etapas tempranas de la vida todo se puede reconducir con cierta facilidad. Por eso es importante abordar la prevención.