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FUNCIONES DE LAS FIGURAS DE APEGO

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Veamos algunas de las funciones que debieran cumplir las figuras de apego para garantizar el bienestar de la criatura:

 Garantizar la supervivencia y favorecer la salud psíquica y física del pequeño.

 Constituirse en base segura, desde la cual el bebé-niño pueda explorar el mundo sin temor.

 Ofrecer la cantidad y calidad de estimulación que el niño necesita.

 Atender al pequeño en los momentos de aflicción y llanto.

 Satisfacer las necesidades de comunicación.

 Satisfacer su necesidad de afecto y contacto placentero.

Para desarrollar un vínculo seguro, es fundamental que el cuidador principal reúna unas características básicas:

 Constancia y disponibilidad afectiva (coherencia y presencia emocional).

 Respuesta sensible a las necesidades del bebé-niño. Constituye un organizador psíquico importante.

 Capacidad reflexiva del adulto (campo de la intersubjetividad. Reflexión sobre las relaciones interpersonales).

M. Ainsworth (1974) desarrolló una investigación sobre los orígenes interactivos del apego. Fue ella quien formuló el concepto de sensibilidad materna hacia las señales del niño. Esta autora, junto a sus colaboradores, destacó como el factor más importante en la interacción con el bebé la respuesta sensible de su cuidador, por ser un organizador psíquico durante el desarrollo primario infantil. La respuesta sensible es la capacidad de:

 Percibir las señales del bebé.

 Interpretarlas adecuada y rápidamente.

 Satisfacerlas.

Esta respuesta sensible está en la base de la formación del vínculo seguro, proporcionando al bebé el sentimiento de confianza a través de la disponibilidad materna. El vínculo seguro no se crea solamente con el sentimiento subjetivo de afecto hacia el bebé sino que, además, debe de haber una respuesta sensible y coherente a sus demandas. Este aspecto es muy importante, como veremos a lo largo de toda la exposición del libro:

 En primer lugar, hemos de percibir las demandas del bebé y no ignorarlas. A continuación tenemos que atender a los otros dos criterios esenciales que caracterizan la respuesta sensible del cuidador para favorecer un vínculo seguro:

 Interpretar correctamente las necesidades del bebé-niño implica capacidad de contacto y desarrollo de la empatía. Hay padres que no saben «qué quiere» su bebé y prueban todo tipo de respuestas mientras aumenta la angustia y el llanto del bebé e incluso el de ambos. Conectar con sus necesidades e interpretarlas adecuadamente es fundamental para desarrollar un vínculo seguro.

 Responder prontamente, impidiendo que aumente la desesperación ante la ausencia de respuesta. Este es un criterio muy poco favorecido en bastantes círculos educativos. «Déjalo llorar», «que aprenda a esperar», «lo vas a malcriar» son algunos de los numerosos tópicos que pretenden obstaculizar la respuesta inmediata a una demanda también inmediata. Los bebés no saben diferir sus necesidades y requieren una respuesta temporalmente próxima a su demanda.

En definitiva, estas características inherentes a la respuesta sensible del cuidador permiten que el bebé experimente su figura de apego a través del sentimiento primordial de confianza y disponibilidad afectiva que le proporcionan las experiencias de seguridad constitutivas del vínculo seguro

Ainsworth (1978) realizó una investigación con relación al grado de sensibilidad o insensibilidad que muestra una madre ante las señales y comunicaciones no verbales de su hijo. Bowlby la cita textualmente: «Mientras que una madre sensible parece estar siempre dispuesta a recibir las señales de su hijo lactante y se halla presta a interpretarlas correctamente y a responder a las mismas en forma rápida y adecuada, una madre insensible no captará en muchas ocasiones las señales de su bebé, no las interpretará bien cuando las advierta y responderá a las mismas tardíamente, de modo inadecuado o no responderá en absoluto».

Sus investigaciones lo llevaron a concluir que «el aspecto más importante de la conducta materna comúnmente asociado con la dimensión de seguridad-inseguridad del apego (que se manifiesta de diferentes formas y en diferentes situaciones), es la sensibilidad ante las señales y comunicaciones del bebé» (1978).

Por tanto, una madre sensible sería aquella que percibe y se ajusta a las señales del bebé, interpretándolas adecuadamente y respondiendo rápida y eficazmente, sin que sus necesidades particulares interfieran en la respuesta al bebé.

Amar sin miedo a malcriar

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