Читать книгу En la mente de un perro - Alexandra Horowitz - Страница 12
SITUÉMONOS EN EL umwelt
ОглавлениеDistinguir los elementos relevantes del mundo del animal —su Umwelt— significa, en cierto sentido, convertirse en especialista en ese animal, sea una garrapata, un perro o un ser humano. Y será la herramienta que utilizaremos para resolver el conflicto entre lo que creemos que sabemos sobre los perros y lo que éstos realmente hacen. Pero sin los antropomorfismos dispondríamos de poco vocabulario con el que describir la experiencia percibida por ellos.
La comprensión de la perspectiva del perro —entender sus capacidades, su experiencia y su comunicación— facilita ese vocabulario. Pero no podemos interpretarla simplemente mediante una introspección que parta de nuestro propio Umwelt. Las personas no somos grandes olfateadores; para imaginar qué es ser un buen olfateador no basta con que pensemos en ello. Este tipo de ejercicio de introspección sólo funciona cuando va acompañado de una comprensión de la profunda diferencia que hay entre nuestro Umwelt y el de otro animal.
Esta diferencia la podemos vislumbrar si «actuamos en» el Umwelt de otro animal, tratando de ponernos en la piel de ese ser vivo —conscientes de las limitaciones que nuestro sistema sensorial impone a nuestra capacidad de hacerlo de verdad—. Pasar una tarde situados a la misma altura que un perro resulta sorprendente. Oler atenta y profundamente (aunque sea con nuestra humilde naricilla) todos los objetos con que nos encontramos a lo largo del día da una nueva dimensión a cosas que nos eran familiares. Mientras lee esto, intente el lector prestar atención a todos los ruidos de la habitación en que se encuentre en este momento y a los que se ha acostumbrado y que, por esta razón, normalmente le pasan desapercibidos. Cuando escucho atentamente, de repente oigo el ventilador que tengo a mi espalda, el pitido de un camión que avanza marcha atrás, el murmullo de múltiples voces que entran al edificio en el que me encuentro; alguien que se acomoda en una silla de madera, los latidos de mi corazón, el ruido que hago al tragar saliva, al volver la página. Si tuviera mejor oído, tal vez percibiría el rasgueo de ese bolígrafo sobre la hoja al otro lado de la habitación, el sonido de la planta al crecer, los gritos ultrasónicos de la inmensa cantidad de insectos que habitan a mis pies. ¿Es posible que en el universo sensorial de otro animal estos sonidos estén en primer plano?